Fotografías de arte y existencia

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En el año 2011, durante mi primer periodo en la maestría de especialidad Arte y existencia que cursé en la ciudad de Lille (norte de Francia), tuve la oportunidad de conocer a una coreógrafa mexicana, Sheherezade Zambrano Orozco, la cual solicitó mi ayuda para registrar ciertas ideas que ella tenía de interpretación coreográfica.

A partir de esta primera reunión de trabajo, descubrimos una química creativa entre ambas que nos llevó a una de lluvia de ideas y de ejercicios de colaboración. De ellos surgió esta fotografía, realizada en el parque de la Citadelle, en el corazón de la metrópolis de Lille, durante una obvia época de invierno. Este sitio fue el escenario de muchos ejercicios de creatividad debido a su estado de cambio constante durante el año.

Antes de este encuentro, mis experiencias con la fotografía de danza eran únicamente fotoperiodísticas; me servían para ilustrar las notas dedicadas a un espectáculo ofrecido en un teatro local. Aunque reconocía la virtud del gesto del intérprete, en las imágenes no había una intención de ejecución que traspasara la superficie de la estética agradable a la vista. Dentro de la toma no existía un aspecto más cercano a la reflexión sobre el mensaje que los artistas de danza podrían transmitir.

Ser parte de una dinámica de ensayo artístico, que involucre un acople a otra mente creadora, fue un ejercicio enriquecedor que me permitió profundizar más en el trabajo de tipo transdisciplinario. Para comenzar sobre este campo, es importante abrir las fronteras de cada especialidad dentro de la propuesta artística. El balance entre ambas depende de la comunión de las ideas y de la fragilización de una u otra rama del arte. Es un juego de fuerzas que debe ser aceptado por las partes involucradas en el proceso creativo y así sembrar una verdadera integración. Esto es parte fundamental del mismo concepto de transdisciplinaridad ya que no se limita a ser un simple acompañamiento entre las partes.

Con Sheherezade, la metodología de trabajo no seguía un guion establecido pues cada experiencia formaba parte de un sistema de recontextualización de las ideas.

A través de palabras claves, diversas texturas y materiales, además de espacios de una atmósfera única, los primeros pasos del proyecto fueron adquiriendo una soltura que me gustaría perpetuar en las siguientes etapas de colaboración ya que el concepto de libertad también forma parte de las premisas del trabajo transdisciplinario al autorizar la tolerancia a lo imprevisible.

El análisis y la presentación las ideas desarrolladas son claves para guiar al espectador hacia un diálogo coherente entre ambos géneros artísticos, pero que igualmente promueva una cultura dubitativa de observación a partir de fotografías no narrativas compuestas por microficciones y que pertenecen a el conjunto de una propuesta que puede tener igualmente un carácter estable.

El proyecto no tiene un fin determinado; es un proceso de creación abierto que se dispone a continuar hacia el descubrimiento de nuevas maneras de visualizar el mundo a través de una “mirada corporal” que se alimenta de los contenidos e influencias de las prácticas contemporáneas tanto de la fotografía como de la danza.