Filme 'No amarás': las miradas cómplices

Una muestra. Preámbulo nos ofrece un acercamiento a la visión del cineasta polaco Krzysztof Kieslowski con un largometraje surgido de su Decálogo

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El cineasta polaco Krzysztof Kieslowski, al igual que el reconocido compatriota Andrzej Wajda, desde la década de los años 70 realizó un cine vinculado estrechamente al contexto de su país, a las problemáticas y convulsiones de su época. Sin embargo, a diferencia de Wajda –que en muchas ocasiones hizo filmes políticamente confrontativos y polémicos–, Kieslowski apostó más bien por explorar en los dilemas internos del ser humano (políticos, religiosos, sociales o psicológicos) al adentrarse en sus comportamientos, sobre todo espirituales y emocionales.

De esa manera, desde algunos de los documentales que realizó a lo largo de la década de los 70 ( El albañil , 1973; El primer amor, 1974, y Cabezas parlantes , 1980, entre otros) hasta sus filmes de ficción de aquellos años ( La cicatriz , 1977; El aficionado , 1979; Sin final , 1985), fue recurrente en este cineasta la necesidad de confrontarse al convulso contexto polaco e, incluso, adoptar valientes posiciones políticas y éticas ante esos dilemas. Otra característica fue la de percibir y atisbar las complejidades del comportamiento humano y sus paradojas más allá de esas contradicciones políticas y sociales.

Más allá de los tres colores, el “Decálogo”

Kieslowski alcanzó un amplio reconocimiento internacional a inicios de la década de los 90 con los potentes filmes La doble vida de Verónica (1991), y sobre todo de su trilogía Azul , Blanco , Rojo (1993-94), que reflexionó simbólicamente sobre los emblemáticos ideales de la Revolución Francesa –libertad, igualdad, fraternidad–, aunque percibidos en historias mucho más personales e íntimas que sociales o políticas.

Algo similar había hecho Kieslowski en la década de los 80 en su natal Polonia, cuando filmó para la televisión varios mediometrajes dedicados a reflexionar sobre los llamados “diez mandamientos”.

En una entrevista realizada en 1989, al finalizar los diferentes episodios de su Decálogo , el cineasta confesaba: “No creo en Dios, pero mantengo una buena relación con él”. Con ello, Kieslowski evidenciaba ese vínculo cercano, pero a la vez complicado que la cultura polaca posee con el cristianismo, específicamente con lo católico.

Unas interrogantes que lo llevaron a retomar esos “mandamientos” desde una perspectiva contemporánea, pero no asumido como proselitismo o afirmación, sino desde un profundo cuestionamiento no tanto dogmático o religioso, sino profundamente ético, espiritual.

Más allá de la mirada, el amor

Uno de los capítulos de ese Decálogo fue No amarás , que junto a No matarás , se convirtió luego en largometraje.

En No amarás , Kieslowski retoma el mandamiento de “no cometerás adulterio” o “no fornicarás” y lo transforma en una reflexión mucho más compleja acerca de la obsesión por el otro y la mirada no permitida, pero también sobre el enamoramiento y el amor.

Este filme se inscribe ahora en el ciclo que Preámbulo dedica al tema del voyerismo en el cine, con un recorrido que va desde filmes clásicos ( La ventana indiscreta o Peeping Tom) hasta más recientes ( Sexo, mentiras y video o Caché ), que abordan disímiles perspectivas sobre los difusos vínculos entre el mirar y el ser mirado, lo visible y lo invisible, lo manifiesto y lo oculto.

En No amarás , los guionistas (el propio Kieslowski y Krzysztof Piesiewicz) proponen la historia de un joven de 19 años (Tomek) y su obsesión por una atractiva mujer (Magda), que se manifiesta a través de la clásica “ventana indiscreta” (Alfred Hitchcock) y un telescopio que es protagonista de esa mirada que fisgonea compulsivamente en la intimidad de esa mujer y sus relaciones íntimas.

En algún momento del filme, la confesión y el descubrimiento de esa compulsión revierte los roles de “víctima” y “victimario” permitiéndonos entender algunos motivos ocultos o inconscientes de esa fijación voyerista de Tomek, y creando en Magda la necesidad de entenderlo. A partir de ese momento, No amarás nos hace partícipes de una trama de sublimaciones de ambas partes, que hace del fetichismo de la mirada a distancia un mero pretexto para referirse a lo paradójico de las obsesiones y deseos humanos.

Con un guion de escasos y muy precisos diálogos, una atractiva fotografía de claroscuros, una nostálgica banda sonora y sobria puesta en escena, que se desarrolla básicamente en los apartamentos de ambos protagonistas, No amarás pareciera que también juega –indirectamente– con las formas de vigilancia en la gris Polonia de finales de los años 80, aunque las percibe desde una posición más cercana a valores personales e íntimos que a las particulares circunstancias políticas de la época.

Hoy, cuando la televisión, el internet y las redes sociales suelen hacer de la imagen de las personas, de sus vivencias y conflictos, un vulgar espectáculo muchas veces entre patético y grotesco, es reconfortante volver a filmes como No amarás , en el cual el tema de la mirada propia y las obsesiones por la vida ajena se plantean a partir de una exploración sutil, ambigua, e, incluso, paradójica sobre los deseos y pulsiones humanas, en ocasiones tan incomprensibles como eternas.

Función gratuita

El filme se proyectará este domingo 6, a las 7 p. m., en el ciclo Preámbulo del Centro de Cine, ubicado detrás del edificio del INS en San José. La entrada es gratuita.

No amarás

Polonia. 1988, 86 minutos

Dirección: Krzysztof Kieslowski

Producción: Krzysztof Piesiewicz

Guion: Krzysztof Kieslowski, Krzysztof Piesiewicz

Fotografía: Witold Adamek

Música: Zbigniew Preisner

Protagonistas: Grazyna Szapolowska, Olaf Lubaszenko y Stefania Iwinska