Festival Nacional de las Artes estimuló la imaginación del público en Santa Ana

Agradecidos Cientos de niños, jóvenes y adultos le sacaron el jugo a las actividades sabatinas del Festival Nacional de las Artes

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Una intensa lluvia de manifestaciones artísticas regó la imaginación de miles de personas sedientas de arte, y que asistieron a las actividades sabatinas que ofreció el Festival Nacional de las Artes (FNA), en la sede de Santa Ana.

La fiesta se vivió por igual entre niños y adultos. Las edad no fue excusa para seguirle la corriente a un grupo de extraños payasos, o bien para aplaudir a los cuentacuentos y a una vaca transformada en profesora. Lo importante fue gozar a plenitud cada espectáculo gratuito de esta celebración.

El FNA se realiza de forma simultánea en los cantones de Santa Ana y Mora. Las actividades comenzaron el cinco de abril y se extenderán hasta hoy.

Para niños. María Emilia Soto, de cuatro años, junto a su hermana Karina y su padre Ignacio, sortearon el calor de las 2 p. m., y entraron en el mundo de la muñeca Clementina, protagonista de la obra Caminito del Mar , del Grupo Contraluz.

“¡Eeeese!”, gritaron los niños que estaban en el Teatro de la Escuela Municipal de Artes Integradas (EMAI); ellos respondían entusiasmados a una pregunta de la profesora la Vaca Clotilde.

Juntos aplaudían con ganas y se reían a carcajadas, durante el espectáculo de teatro y música.

Los menores se encontraron con la aventura de esta inocente muñeca; ella tenía la misión de encontrar el mar. En su camino, se topó con Julio Verne, un titiritero comelón y un cómico bailarín.

“¡Cocinera, cocinera!”, llamaban los más pequeños a otro de los personajes. Esa fue una de las virtudes de la puesta en escena: la capacidad de meter a los niños de lleno en el juego de la obra.

El ambiente en el interior del teatro era una mezcla de alegría, que contrastaba con un incómodo bochorno. Las familias apelaron a cualquier recurso disponible para aplacar el calor: hacer del programa de mano un abanico, soplar dentro sus camisas y tomar cualquier líquido que tuvieran a mano.

Cual cosecha abundante en medio de un campo fructífero, así fue la cantidad de aplausos que el público les entregó a los actores en agradecimiento por la diversión.

Unas horas antes, en la tarima del Banco Nacional, las Historias de la abuela lluvia dejó a niños y abuelos maravillados por los periplos de vacas con dolores estomacales, zopilotes locos y hasta sapos serenateros.

Susana Barrientos y su nieta Sara Morales fueron dos de esas espectadoras que se dejaron seducir por el juego. Cuando tenían que rugir como leones ¡lo hacían!; si les pedían que pintaran fantasmas con brochas imaginarias, no dudaban en seguirles la corriente.

Alegría callejera. El embriagante olor de los churros con abundante azúcar y dulce de leche, los alegres colores de las esculturas en miniatura de Víctor Quirós y los alfareros trabajando con su torno al aire libre, se confabularon para entretener a un río de gente; un público que recorría con interés cada espacio de la zona de fiesta.

A las 3:30 p. m. el sol parecía darle tregua. Sobre el bulevar unas extrañas calaveras humanas capturaban la atención de todo el que por ahí transitó; parecían terroríficas pero estaban lejos de serlo.

Los niños las acompañaron a un improvisado día de campo y uno de estos personajes de cara blanca le pidió matrimonio a un par de mortales... Pero, entre risas, la rechazaron.

El cierre de una tarde inolvidable estuvo a cargo de la Sinfónica y Coro Lírico EMAI. Con la brisa vespertina llegaron boleros entrañables como Luna liberiana , o el tango Por una cabeza ; algunos se vieron tentados a bailar, pero la timidez pudo más.