Fernando del Paso antes del Premio Cervantes

Recuerdos sobre el ganador del Premio Cervantes de cuando estuvo en Costa Rica en 1982

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Carlos Cortés carloscortes@racsa.co.cr

E n 1982 se mencionaba a los escritores venezolanos Arturo Uslar Pietri y Miguel Otero Silva como posibles ganadores del Premio Rómulo Gallegos. El resultado fue sorpresivo pues el jurado se decantó por el mexicano Fernando del Paso y su novela Palinuro de México. Hasta entonces era un caso excepcional entre los grandes escritores latinoamericanos porque solo había publicado tres libros. José Trigo (1966), su primera novela, inauguró la serie literaria de la editorial Siglo XXI.

Conversamos en San José en 1982, cuando vino a saludar a su hermana Irene de vuelta de recibir el premio. El presente artículo reproduce extractos de la entrevista de aquel año, la que aparece completa en mi reciente libro La tradición del presente (disponible en Libros Duluoz).

* * *

De la Eneida a Tlatelolco. Al publicarse José Trigo , Fernando del Paso obtuvo uno de los reconocimientos más prestigiosos de México, el Xavier Villaurrutia; desde entonces, la obra se ha reeditado periódicamente y hoy es un clásico de la narrativa mexicana.

Sin embargo, su autor piensa que es una obra densa, solo para minorías. La crítica ha visto en ella “afanes filológicos”, que, sin negar la realidad y el trasfondo humano de una huelga de los obreros de los ferrocarriles de México, plantea una compleja reelaboración del lenguaje.

Después de José Trigo , Del Paso se tomó dos años sin escribir, al término de los cuales inició Palinuro de México , un proyecto que tardó nueve años en madurar. La matanza de Tlatelolco, en 1968, habría de plasmarse en el proceso de creación de uno de los personajes de la trama, Palinuro, quien llegó a apoderarse de la novela.

Del Paso no era estudiante cuando sucedieron los acontecimientos en la Plaza de las Tres Culturas, pero la indignación se transformó en escritura.

En la Eneida , de Virgilio, Palinuro es el primer piloto de la nave de Eneas. Al dormirse, cuando la flota ya avistaba Italia, se precipitó en el mar y murió sin que su cuerpo recibiera sepultura.

En una interpretación contemporánea, el mito de Palinuro explica el conflicto del hombre que muere a causa de sus sueños. En la novela, Palinuro es un estudiante de medicina que muere en Tlatelolco.

“La novela puede considerarse como la historia de la muerte de Palinuro, de sus amores con Estefanía, su infancia y aventuras picarescas con los compañeros de la facultad de medicina. Y al mismo tiempo no es nada de eso, sino que es o intentó ser un largo poema sobre el amor, el cuerpo humano y la muerte”, explica Del Paso.

Añade: “Aunque la prosa alcanza instantes poéticos elevados, mi concepto de poema lo aplicaría al intento de abarcar los sentimientos más profundos de un individuo y contarlo de tal manera que alcancen la belleza, que se logre la belleza”.

A su juicio, “el aspecto anecdótico podría resumirse en pocas páginas, que incluso resultarían vulgares, obscenas, pero que gracias a la forma adquieren una vestidura estética que solo puede alcanzarse con el tratamiento literario. Eso para mí es la poesía”.

En 1969, Del Paso fue becado por el Programa Internacional de Escritores de Iowa y residió dos años en los Estados Unidos. Después partió a Londres, donde fijó su residencia durante 14 años.

Palinuro de México . En 1970, Fernando del Paso recibió una beca de la Fundación Guggenheim y entró a trabajar en agencias de publicidad como redactor de lemas para campañas comerciales. El mismo escritor admite: “Se gana mucho, es verdad, pero también se le exige a uno mucho”.

En Londres, con todo, pudo disfrutar de una vida más desahogada. Laboraba en la BBC como parte del servicio latinoamericano, se desempeñó como locutor y productor de programas. “Hacía un poco de todo, pero disfrutaba de un horario más cómodo”, dice.

Palinuro de México se escribió en tres ciudades. Iniciada en México, prosiguió en Iowa y se concluyó en Londres. La obra estuvo lista en 1975 y, ese mismo año, obtuvo el Premio Novela México, pero la Editorial Novaro se negó a publicarla.

Casi tres años después, en 1977, la novela se editó en España y en México, y Carmen Balcells, la agente literaria del boom , tomó a Fernando del Paso entre los autores más importantes de la firma.

Con su carrera literaria instalada, Del Paso, quien se consideraba un pintor frustrado desde niño, retomó la paleta: “Con la publicidad había adquirido técnica y trucos para dibujar, que nunca había puesto en práctica, y empecé a crear un estilo”. Abandonó el óleo y se declinó por las tintas y los aguados.

Su arte, con un comienzo un tanto abstracto, se volvió figurativo y hasta podría calificarse de surrealista. Entre sus dibujos y Palinuro de México , el autor establece ciertas semejanzas, un cierto manierismo: “Lo grotesco, la unión de los contrarios, lo barroco, lo humorístico; pero ahí empieza y termina la comparación. Son dos lenguajes distintos, la literatura se da en el tiempo, y el arte en el espacio”.

La imaginación, la loca de la casa. Del Paso sugiere que el tratamiento que le da al conflicto estudiantil de Tlatelolco pudo haber influido en las dificultades para publicar Palinuro de México en su propio país.

Sin embargo, ese episodio solo está reflejado en el magistral último capítulo de la novela, con estructura dramática, que es apenas una décima parte del total y que se intitula “Palinuro en la escalera o el arte de la comedia. Obra en cuatro pisos, un prólogo en la planta baja, un epílogo en el desván y varios intermedios sorpresivos”.

Palinuro de México se hace eco de su admiración por los grandes satíricos de la literatura europea: Jonathan Swift, James Joyce, François Rabelais y Lawrence Sterne. Con ellos logra combinar todo tipo de humor: “negro, ácido e incluso malos humores”. Como él mismo dice, “desde la primera a la última página transpira humor”.

Del Paso empezó su siguiente novela en 1977, bajo el título Noticias del imperio [publicada en 1987]. Con ella afronta “el gran melodrama histórico que fue el reinado de Fernando Maximiliano de Habsburgo en México”.

En 1982, Del Paso le había dedicado cinco años al manuscrito, de los cuales pasó dos documentándose históricamente: “Va por la mitad. La novela ya despegó y ahora escribo más aprisa. Tengo 300 cuartillas listas y calculo en total unas 700 para decir lo que tengo que decir”.

”Hay gran ignorancia con respecto a lo que pasó, y decidí que yo tenía que contar la historia de nuevo. La novela está escrita en contrapunto: hay capítulos apegados a los hechos y otros que quedaron libres a la imaginación”, dice Del Paso al describir el proceso de creación de Noticias del imperio.

Como novelista, descree de la inspiración, que solo le ha resultado eficiente para su oficio de poeta: “Sin embargo, hay que admitir un estado de ánimo especial que le permite a uno escribir con mayor fluidez. Esta novela me está costando más trabajo porque es histórica, aunque no me gusta utilizar esta denominación. La narración se convierte en la búsqueda de una verdad histórica. Y hay que asumir su verdad, no la verdad, que tiene muchas caras”.

Una parte fundamental de la historia está concebida en forma de monólogo: “La emperatriz Carlota, a los 86 años de edad y loca, recrea su reino en todos los tiempos verbales, el que fue, el que será, el que pudo haber sido”. El tono está dado por la cita textual que encabeza el volumen: “La imaginación, la loca de la casa”, atribuida al filósofo francés Malebranche.

“La locura de Carlota presenta la lucha de la imaginación por conquistar lo que se le escapa todos los días”, asegura.

El haber ganado el Premio Rómulo Gallegos representó para Del Paso un hecho fundamental en su carrera literaria: “Obtenerlo se traduce en un estímulo moral muy grande y un respiro económico útil. Pero también es una gran responsabilidad. Cada vez que se premia a un autor, se deja de premiar a otros, y uno tiene que justificarse, no con el libro ganador, sino con los que vienen”.

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En 1982, Fernando del Paso me contó su anhelo de regresar a su tierra natal tras largos años de exilio voluntario: “He gozado de un aislamiento muy propicio, pero ya basta de eso. Hay que cargar baterías, recuperar mis raíces, el lenguaje coloquial y vivir rodeado de mi idioma y de mi gente”. Así fue.