Explorador de ‘National Geographic’ está en Costa Rica y quiere contarle los secretos de una buena fotografía

Ricardo Azarcoya dará una charla este jueves 9 de agosto en el Teatro Eugene O’Neill. Mexicano mostrará qué significa acercarse a nuevas realidades como explorador.

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¿Qué hace a un fotógrafo? A veces es solo una cámara. “A los nueve años le pedí a mi mamá una cámara de cumpleaños y mis familiares siempre decían: ‘¿viste qué linda foto tomó Ricky?’. En la adolescencia me alejé de la fotografía, pero luego el interés volvió”, explica Ricardo Azarcoya.

Este mexicano estudiaba Administración de Empresas hasta que un concurso de fotografía en su universidad le recordó lo que era tomar una cámara. Cuando ganó el concurso, se lo tomó como una de esas señales divinas que nos gusta seguir para volcarnos a nuestras pasiones.

Hoy visita el país como uno de los exploradores de la revista National Geographic y se prepara para dar una charla este jueves en el Centro Cultural Costarricense-Norteamericano.

“Vamos a hablar de cómo empoderar la imagen, de cómo podemos aprovechar los recursos para contar las historias”, señala el fotógrafo de 41 años.

Una charla como esta quizá tiente a nuevos talentos hacia la fotografía. O tal vez le muestre a los curiosos que ser fotógrafo significa en el 2018 mucho más que sostener una cámara.

“Tenemos que saber que hay que presentar las historias de muchas nuevas maneras. Además de tomar la foto debo pensar en el audio, en videos... ¡hasta en videos verticales! ¿Quién iba a pensar que ese sería un formato a considerar en esta época?”, dice Azarcoya.

La charla será gratuita, a las 10:30 a. m del jueves 9 de agosto, en el Teatro Eugene O’Neill de barrio Dent.

El mexicano presentará parte de su trabajo en Querétaro, México, donde por medio de drones ha explorado El Sótano de Barro, el hábitat virgen de una particular especie de guacamayas.

Perspectiva

Ricardo Azarcoya nació en la Ciudad de México, pero desde los 11 años se mudó a Querétaro. En esa ciudad, menos cosmopolita que la capital de su país –con varios remanentes arquitectónicos de la época hispánica y cercanía con los pueblos originarios–, se interesó por el mundo y las historias que en él habitan.

“En mi infancia y adolescencia en los años 80, sin Internet, era difícil conocer el mundo que estaba allá afuera. Las revistas de National Geographic eran una forma de “viajar” y conocer de África, de rincones del mundo que jamás te imaginarías”, recuerda el fotógrafo.

Desde el 2016 él se incorporó al programa de exploradores de la misma revista que lo emocionó de niño. Entre sus objetivos está inspirar al público –según él la revista tiene un alcance mensual de 700 millones de personas–, e interesarlo por la ciencia desde una perspectiva humana.

“Trabajamos desde tres ejes: la exploración, la ciencia y la narrativa. Viajamos con los científicos que hacen las investigaciones, pero mi papel es darle un rostro humano a esas historias”, dice.

Por eso, él ya no es solo un fotógrafo, es un contador de historias, un explorador cuyo rol es “empoderar” la imagen mediante contexto, datos e imágenes potentes. Con respeto a su entorno, eso sí; su trabajo, dice, no es uno en el que el fin justifique los medios.

“Nos capacitan para hacer un contacto con la gente primero. No se trata de llegar tomando fotos, trato de pasar tiempo con la gente, porque para que ellos me hablen y me cuenten sus historias o sus mayores pecados, pues yo tengo que contar los míos”, anota.

“Si no trabajamos con ese respeto, yo sería un turista más. Y eso es algo que siempre nos dicen (en National Geographic): ‘cuenta la historia que no puedes encontrar en Google’”, finalizó.