Experta chilena invita a reflexionar sobre cómo se vende y difunde la artesanía

Directora ejecutiva de fundación gubernamental muestra modelo chileno de apoyo al sector artesanal

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San José

La chilena Josefina Berliner Duque es ingeniera comercial y cuenta con una larga trayectoria en la Fundación Artesanías de Chile. Desde el 2014, funge como su directora ejecutiva, pero anteriormente asumió diferentes cargos como la subdirección, coordinación de distintos departamentos y diversos proyectos, funciones claves en planificación estratégica y gestión de presupuestos, por lo que conoce esta fundación como a la palma de su mano.

Su aporte ha estado orientado a generar cambios en las estrategias comerciales y el mejoramiento de la calidad de las artesanías de los pueblos originarios de Chile y, aunque las cifras económicas siempre son importantes, la principal preocupación de Berliner es la gente, los 2.200 artesanos que forman parte de la Red de la Fundación y los muchos otros que aspiran a integrarla.

"Mi desafío es disminuir la desigualdad, generando redes y mejorando las condiciones de trabajo de los artesanos y artesanas", expresó en una entrevista realizada por la Universidad Diego Portales, de donde egresó en 2001.

La Fundación Artesanías de Chile fue creada en el 2002 y es una de las más jóvenes de la Red de Fundaciones de la Presidencia de la República del país suramericano. Actualmente cuenta con un total de 45 funcionarios, incluidos 18 vendedores en seis tiendas distribuidas por el extenso territorio y seis guías expositivos. "Somos una fundación privada sin fines de lucro, donde la presidenta de nuestro directorio es la directora sociocultural de la Presidencia. Trabajamos con fondos públicos, ejecutando políticas públicas", reseñó.

Berliner visitó Costa Rica recientemente, oportunidad que aprovechó la Oficina de Prensa del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) para conversar con ella acerca de la experiencia del gobierno chileno en cuanto al apoyo de estos emprendimientos culturales.

"Difundir nuestra cultura fuera de nuestras fronteras es un objetivo reciente de esta administración y justamente lo que buscamos es: primero, dar a conocer nuestro patrimonio desde la creación artesanal; segundo: generar vínculos con otros países hermanos. La conversación que tuvimos con el personal del MCJ fue realmente interesante; creo en la importancia de generar estos espacios que permitan la colaboración entre países que tenemos culturas originarias similares, pero tan lejanas físicamente, entonces, nos damos cuenta que tenemos una raíz común y eso es lo que debemos fomentar", apuntó Berliner.

Durante esta administración el MCJ viene realizando diferentes gestiones para apoyar al sector artesanal costarricense, por lo cual, aquilatar la experiencia chilena resulta más que conveniente. En adelante, un extracto de la conversación.

–¿Por qué 'Artesanías de Chile' tiene la figura de fundación privada?

–Porque nos saltamos todo el aparataje estatal desde la gestión, lo cual nos permite trabajar estos programas tan específicos como el apoyo al sector artesanal de manera más rápida, más eficiente, podemos hacer pilotaje de programas que luego organismos públicos pueden ejecutar, pero lo más importante es que, al ser una fundación privada, podemos prestar un apoyo de comercialización al sector artesanal, es decir, la fundación vende piezas.

–¿El artesano les da los productos en consignación o cómo funciona esa venta?

–No, la Fundación tiene un modelo de gestión comercial a través de un fondo de compras rotatorio. Son alrededor de $100.000 a $150.000 dólares que la Fundación utiliza para generar los anticipos que los artesanos requieren para producir y para pagar las piezas luego de que las recibimos en nuestros centros de acopio. Ponemos las piezas a la venta en las tiendas y en el minuto en que esas piezas se venden, vuelve el dinero al fondo y volvemos a comprar, por eso el fondo se llama así. Resulta un muy buen modelo, por ejemplo, en el año 2015 se tuvo una rotación de 2,4 veces, esto quiere decir que con los $150.000 dólares iniciales, les compramos $380.000.

–¿Por qué no trabajan con consignación?

–Los artesanos y artesanas quienes son parte de nuestra Red son muy vulnerables económicamente hablando, pero con un alto nivel de oficio. Cuando trabajas desde la consignación, es el capital de trabajo del artesano, quien entrega sus piezas, se venden, luego le pagas; pero nuestros artesanos no tienen ese capital de trabajo y es por eso que el modelo de gestión a través del fondo rotatorio nos ha permitido mantenernos en el tiempo y seguir creciendo. Actualmente tenemos seis tiendas a lo largo de Chile, una tienda virtual que lanzamos en enero de este año y estamos ya prospectando mercados para poder exportar las artesanías chilenas también.

–¿Quiénes son los principales compradores de sus artesanías?

–Hemos tenido, en los últimos años, un cambio bastante importante. Hace diez años la gran venta de artesanías era al público extranjero, teníamos una proporción de 70 por ciento al extranjero y 30 por ciento al chileno. Actualmente ese número se dio vuelta prácticamente: 60 por ciento chilenos y 40 a extranjeros. La estrategia de la Fundación partió con el chileno, 14 años después recién estamos mirando hacia el exterior, porque el chileno no valoraba su artesanía. Entendíamos que éramos nosotros mismos quienes debíamos valorar para difundir afuera. Si el chileno no reconoce el valor de su patrimonio, muy difícilmente podríamos llegar, por ejemplo, a un lugar como este, en Costa Rica.

–¿Cuál fue la estrategia utilizada con el nacional?

–Partimos con una estrategia de comunicación, difusión y valoración; generamos exposiciones, contenido e investigaciones que no existían, porque esto es un saber que se transmite de manera oral y había que ir armando y dándole peso a todos estos saberes. Hemos realizado un trabajo de difusión y valoración muy fuerte desde otros ámbitos y no solo desde la comercialización, generando exposiciones en Santiago, en regiones y en el exterior. Trabajamos muy fuerte el tema educativo desde la primera infancia: valoramos lo propio desde el sistema educativo, realizamos talleres gratuitos en 2015 a 6.500 niños en Santiago, donde un maestro o maestra artesana les transmite su historia, su cultura y su oficio. Desde las comunicaciones también se ha hecho un trabajo importantísimo los últimos seis años, por ejemplo, una o dos veces al mes salimos en las revistas de decoración más importantes del país. ¿Cómo las artesanías, tan tradicionales y tan históricas, pueden tener un uso tan contemporáneo el día de hoy?, ese es el trabajo que también realizamos.

–¿Cómo se da ese salto a las revistas de decoración?

–Es que no es de repente, 'Artesanías de Chile' existe desde hace 14 años, por eso digo que no es un salto, es un proceso, y es un proceso que nosotros hemos definido escalón por escalón. No puedes generar ingresos económicos a los artesanos a través de la venta sino trabajas la valoración de la misma. ¿Cómo? Desde múltiples ámbitos: la difusión es muy importante, el relato es muy importante: estas piezas no son hechas por desconocidos, estas piezas tienen cultura, historia, materialidades naturales de nuestros territorios, tienen un vínculo con el turismo y con la pequeña agricultura familiar campesina. Hemos, de a poco, unido estos mundos que natural e históricamente siempre han ido de la mano, pero hemos tenido que dar una vuelta a la actualidad y poder mostrarle, tanto al chileno como al extranjero, que sí tenemos artesanías, que sí hay variedad, que sí hay calidad. El tema de la calidad lo hemos trabajado muy fuertemente, tenemos un departamento de control de calidad y, 14 años después, las propias agrupaciones de artesanos, cuando se juntan a preparar sus pedidos, tienen una carta de control de calidad entre ellos mismos antes de mandarlos a la Fundación.

–¿Cómo es la curaduría que hace la Fundación?

–La Fundación trabaja con un grupo de expertos en artesanía, son cuatro personas de distintos ámbitos: antropólogos, diseñadores, académicos, y ellos, desde la definición de nuestro trabajo, es decir: artesanía tradicional como parte de nuestra cultura, reciben las postulaciones de los diversos artesanos a lo largo de Chile, quienes postulan con sus piezas -no hay fotografías-, y con una ficha social y de trayectoria. Lo primero por lo que se vela es que la artesanía que postula sea efectivamente tradicional y parte de nuestra cultura, luego se ve que el artesano(a) necesite de nuestro apoyo -trabajamos con los quintiles más vulnerables- y, tercero; la calidad de las piezas. Si por ejemplo no se cumple con este último escalón, no es que le cerramos las puertas, sino que se le dan todas las recomendaciones según nuestros manuales de calidad para que mejore su pieza y vuelva a postularla al comité.

–¿Qué tipo de capacitación les ofrecen?

–Tenemos un programa de capacitaciones técnicas que realizamos con el Ministerio del Trabajo del gobierno de Chile, donde estas capacitaciones tienen la mayor gracia de ser realizadas a la medida. El sector artesanal de Chile es muy diverso y muy distinto de norte a sur. La Fundación viaja por el territorio, genera diagnósticos junto a los grupos de artesanos y según el resultado del diagnóstico y el levantamiento de información se define un programa de capacitación que tiene como fin lograr que los artesanos tengan un aumento de sus ingresos económicos. Los cursos son muy variados: cálculo de costos, control de calidad, asociatividad, o grupos más avanzados que nos piden que les enseñemos a vender por internet; hay de todo.

–Respecto al diseño: ¿cómo hacen para propiciar calidad, complacer algunos gustos del mercado y no perder autenticidad?

–La Fundación ha definido el trabajo desde la artesanía viva, haciendo un trabajo muy innovador desde el marketing y la difusión, por ejemplo, tenemos una tienda en el Aeropuerto Internacional de Santiago que simula una casa contemporánea, con una cocina americana de mesón de granito, pero todos los elementos que están en esa cocina son artesanales y de mucha antigüedad. Tenemos un comedor donde cambiamos la vajilla todas las semanas y un dormitorio con todos los textiles. ¿Qué es lo que buscamos? Transmitirle a nuestros clientes, chilenos y extranjeros, que estas piezas que uno ve en el imaginario colectivo hace muchísimos años, tienen un uso muy actual. Que no es necesario, en todos los casos, hacer cambios en el diseño para poder darles un uso moderno. Ahora, sí estamos trabajando en el diseño muy ligados a la academia. Hicimos un proyecto piloto en 2015 con la Facultad de Diseño de la Universidad de Chile donde se realizó una capacitación y acompañamiento en la creación artesanal. Los profesores junto a los artesanos trabajaron para mejorar las piezas desde el diseño. ¿Cuál es la gracia de este programa? Que es el artesano quien crea, pero es el diseñador quien lo acompaña en este proceso.

–¿Existe preocupación de que, por complacer al turismo, se pierda la autenticidad en las piezas?

–¡Claro que sí! Muchas veces nos llegan pidiendo souvenires. 'Artesanías de Chile' no vende souvenires, vende patrimonio, vende arte ancestral a través de la variedad de piezas, porque trabajamos con más de 8 mil piezas diferentes, y por lo tanto, con una gran variedad de precios también. El extranjero quiere llevarse una pieza de la experiencia turística y cultural que tuvo, entonces, en las tiendas que tenemos en las distintas regiones del país el 60% de lo exhibido es artesanía local. Si estamos en el sur del Chile no llenamos de piezas de Isla de Pascua, porque no es la experiencia que el turista tuvo. Las piezas se venden con un tarjetón en español e inglés que dice de dónde viene esta pieza, cuál es su historia, quienes la realizaron, porque acá el relato es fundamental, no son bienes de consumo. Nuestro equipo de venta está constantemente en capacitaciones de contenido de lo ellos están promocionando y vendiendo. Nuestros vendedores son agentes culturales también.

–¿Por qué no son los mismos artesanos quienes venden sus productos?

–Los artesanos, en su gran mayoría, viven de manera muy rural en nuestro país. Las materias primas son naturales y en las grandes ciudades ya no tenemos ese tipo de materiales y justamente lo que buscamos es que no existan esas migraciones, que podamos mantener la cultura rural, originaria, tal cual se ha mantenido a lo largo de los años.

–¿Quiénes son los vendedores?

–El equipo de ventas finalmente es el que logra darle de comer a los artesanos, por lo tanto, la motivación de este equipo tiene que ser una constante en nosotros. Tenemos muchos estudiantes de Arte, historiadores, gente que efectivamente ve este trabajo más allá de la venta. Por eso creo que el formato del equipo, de cómo muestras en una tienda de alto nivel las piezas artesanales, también genera el cambio del que hablaba al inicio. ¿Cómo hacerlo? Bueno, este cambio parte de salir del concepto de feria artesanal y producto de mala calidad, a una tienda de alto nivel, donde la pieza sea la que resalte, todo es blanco, tiene una arquitectura e iluminación apropiadas, un relato detrás y eso es lo que en el fondo, grano a grano, año a año, ha logrado que hoy tengamos una mayor valoración de las artesanías chilenas.

–¿Cómo impacta la Fundación al artesano?

–Lo primero es la valoración de su oficio, se sienten cada vez más reconocidos como transmisores de cultura, son los guardianes de nuestro patrimonio, algo que no experimentaban desde la década de los 70 y esto ha sido una vuelta importante. Ser parte de la Red de Artesanías de Chile, según lo que nos han transmitido, significa un estatus porque son reconocidos en su comunidad como un artesano de alto nivel y eso para nosotros es fundamental. Los artesanos y artesanas son maestros y maestras, enseñan a nuestros niños, educan. Estamos logrando que las escuelas rurales los contraten haciendo una mezcla con la malla curricular de nuestro Ministerio de Educación. El antes y después de ser parte de la Red de la Fundación ha significado, no solo desde lo económico -que es un medio para mantener nuestra cultura-, ha significado sentirse valorados, sentirse dignos, y este es nuestro fin máximo.