En su nuevo libro, Jeannette Campos nos invita a pensar para escribir

Jeannette Campos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El último libro de la filósofa Jeannette Campos Salas es Reflexiones filosóficas y literarias y parece introducir dos temas aparentemente distintos, aunque es sintomático que la sección dedicada a las reflexiones literarias de la autora lleve por título “Filosofía literaria”. He aquí una tesis provocadora.

La filosofía es una actividad intelectual cuyo núcleo es la argumentación; podría pensarse entonces que la forma de escritura que le corresponde es el tratado, la extensa discusión y la confrontación de tesis, mientras que en la literatura estamos en el dominio de la fantasía y la imaginación, cuyo libre juego sustituye a la argumentación.

Sin embargo, si repasamos la historia de ambas actividades humanas, notaremos que los límites que hay entre filosofía y literatura muchas veces se desdibujan hasta volverse irreconocibles. También provocadoramente, Jorge Luis Borges dijo que la metafísica es un género de la literatura fantástica: el metafísico sería entonces un fabulador, o, en el mejor de los casos, un poeta que al que se ignora.

No es casual que la historia de la metafísica occidental no empiece con un tratado, sino con un poema: el poema de Parménides, y que, en muchos de los grandes textos de la historia de la filosofía, no esté ausente el libre juego de la imaginación: pensemos en los diálogos de ese poeta renegado que fue Platón, o en el Zaratustra de Nietzsche.

Lo literario está ciertamente presente en los trabajos que aquí se nos ofrecen pues el ensayo es también una forma literaria, y como tal puede y debe ser juzgada con cánones estéticos.

La autora es una filósofa que conoce su oficio: escribe bellamente, con solvencia y con pasión. La filosofía no es solo literatura, pero lo literario –el juego de la imaginación– no tiene por qué estar ausente en un texto filosófico; y ciertamente está presente en estos ensayos.

Un texto filosófico puede convertirse fácilmente en una exposición tediosa y desangelada de tesis y contratesis, pero –y ello depende de la habilidad del escritor filosófico– la exposición de los conceptos puede también apasionar al lector, sobre todo cuando el escritor filosófico es él mismo un apasionado y sabe comunicar esa pasión mediante la magia de la palabra.

A lo largo de este libro, Jeannette Campos nos lleva de la mano por diversos paisajes filosóficos: los de su propio viaje de descubrimiento de la filosofía que, en su caso, fue también un viaje de autodescubrimiento. Es que, en cierto sentido, la obra de un intelectual es una narración: una novela de su propia vida interior, de los temas y obsesiones que le han preocupado.

En la introducción, Campos nos dice que hacer filosofía es una forma de narrar, de interpretar el mundo, y añadiríamos que es también una forma de narrarse, de interpretarse y de despertar en otros las resonancias de aquello que vibra en la propia alma.

Lectora apasionada de filosofía y literatura, Jeannette nos muestra parte de su recorrido filosófico; de su contacto, muchas veces primero con la obra de filósofos, desde una lectura fresca signada por el asombro que Aristóteles señalaba como el origen del filosofar.

Creo discernir algunas líneas maestras, una serie de temas que se van entrelazando y que vuelven con variaciones, como los temas de una obra musical. En los textos donde se ocupa de la filosofía social y política, el titulado Discurso, poder y verdad: de la filosofía occidental a la filosofía latinoamericana es uno de los textos de mayor densidad filosófica de este libro.

En el ensayo Hernán Cortés: El Príncipe americano , Campos relaciona la conquista de México con El príncipe, de Maquiavelo. Aparece el tema de la voluntad de poder como característica del sujeto moderno, de una modernidad para la cual el conocimiento es poder sobre el mundo natural, y poder sobre un otro, condenado al silencio y al que no se le deja decir su palabra.

Ese tema vuelve a lo largo del libro, así como la preocupación moral por un mundo en el que las relaciones de poder puedan ser subvertidas, un mundo donde las diversas voces puedan ser oídas y no solo el discurso –monocorde y monofónico– de los detentadores del poder.

En la última parte, “Filosofía literaria”, no podía estar ausente la filosofía, siendo su autora una filósofa, pero, en sus textos, la literatura pasa a un primer plano pues es el tema de estos ensayos, y porque son pequeñas joyas literarias.

“Filosofía literaria” me abrió una ventana a libros, provocándome las ganas de leerlos, excitando mi imaginación con la magia de esa palabra poética que Jeannette Campos celebraba en su texto sobre Gaston Bachelard. Los invito, entonces, a leer y disfrutar este libro.