‘En los altos cargos hay pocas faldas entre muchos pantalones’

Por su trayectoria como defensora de los derechos de las mujeres a través de la literatura, la escritora Yadira Calvo Fajardo fue designada como la ganadora del Premio de Cultura Magón 2012. El jurado reconoció sus esfuerzos por visibilizar –en sus numerosos ensayos– los aportes de la mujer en la sociedad. Ella conversó ayer con La Nación.

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Desde que estaba en la escuela, Yadira Calvo Fajardo sentía que los profesores la trataban distinto solo por ser mujer. En su cabeza de niña y luego de adolescente no calzaba la idea de que las personas de su mismo género fueran consideradas menos capaces y se les negaran las mismas oportunidades que tenían los hombres.

Dedicarse a defender la equidad de género por medio de la “literatura de ideas” le valió a esta escritora e investigadora costarricense el Premio Nacional de Cultura Magón 2012.

El anuncio lo realizó ayer el ministro de Cultura, Manuel Obregón, y La Nación conversó con la ganadora en su casa ubicada en El Alto de Guadalupe.

¿Qué significa para usted ganar el Premio Magón?

Es muy gratificante pues el Magón ha sido un premio que, desde su fundación, ha estado en manos masculinas. De 50 personas que lo han recibido, solo 10 han sido mujeres, contándome a mí. Me alegra pues es un aval a las ideas de equidad que yo vengo divulgando hace muchos años.

¿Cómo era el panorama de la literatura de género en Costa Rica cuando empezó a escribir?

Había un gran vacío. La única obra escrita en el país que trataba el tema de la desigualdad de género era La mujer costarricense a través de cuatro siglos de Ángela Acuña Braun. Ella era una gran activista de los derechos de las mujeres, pero su obra no es tan sólida como sus discursos. Me parece que ella quiso abarcar muchos temas; entonces hay desniveles, pero es una obra muy importante para la historia de las ideas feministas en Costa Rica.

¿Cuándo empezó a interesarse por el tema del género?

Prácticamente desde la infancia cuando una empieza a percibir que te tratan diferente por ser mujer y te infravaloran. En el colegio puede ver claramente que los tratos de los profesores no eran iguales y eso me despertó mucho malestar. Desde muy joven también me interesó escribir. Entonces, me resultaba conveniente dedicarme al ensayo, pues el ensayo es literatura de ideas.

¿Cómo era ese trato ‘diferente’ que se daba a las mujeres?

Recuerdo que un profesor de religión dijo en la clase que las mujeres no tenían por qué ir a la Universidad, porque nacieron para ‘otra cosa’. No me atreví a contestar, pero me levanté de la silla, salí y no volví a clases de religión nunca más. Soy una persona bastante tímida, pero ese fue mi primer acto de rebelión.

¿De qué otras formas se expresa la discriminación?

Muchas veces la discriminación no es explícita, sino que hay gran cantidad de detalles que delatan una discriminación entre líneas. Las sociedades han establecido un patrón de ser humano ‘ideal’, un hombre, blanco, de clase alta y heterosexual, de modo que se sufre discriminación no solo por género sino por raza, condición económica y orientación sexual.

¿Cuál fue la primera obra en la que desarrolló sus ideas sobre la equidad de género?

Fue La mujer víctima y cómplice (1981). Yo lo mandé al certamen literario UNA Palabra de la Universidad Nacional y me sentí muy defraudada porque ese año el premio fue declarado desierto. Pero después el público lector lo premió porque es uno de mis libros más leídos. Siempre te queda la insatisfacción de que hay cosas que no se han dicho; entonces seguís con más libros. La discriminación es odiosa y hay que combatirla por todos los medios posibles.

¿Cuál es el papel de la literatura en la búsqueda de la equidad?

La literatura ha contribuido en gran medida a la desigualdad sexual porque los escritores –y también muchas escritoras– no se han podido apartar del esquema mental de una sociedad, entonces han venido trasmitiendo ideas de desigualdad a través de sus obras. Pero la misma literatura ha permitido luchar contra eso porque cuando las mujeres se dieron cuenta de lo difícil que era para ellas un reconocimiento social la palabra escrita fue fundamental para eso.

Tenemos el ejemplo de Flora Tristán en la Francia del siglo XIX, una de las pensadoras feministas más importantes de la historia. Ella se pronunció en contra de la condición de las mujeres como unas parias.

¿Cuál es la diferencia entre literatura femenina y feminista?

Históricamente, la palabra “ femenino” se ha utilizado para desprestigiar una obra, sea de un hombre o de una mujer. Cuando algo se califica como “femenino”, se le considera “débil”, “malo”. Esa definición se mantiene en la última versión del Diccionario de la Real Academia Española. En principio, literatura femenina es cualquier obra escrita por mujeres, pero ante la desvalorización de lo femenino, prefiero el término “feminista” porque es más combativo.

¿Hace falta mucho en esta lucha por la equidad de género?

Las sociedad sigue siendo patriarcal. Lo que hemos logrado las mujeres es abrir algunas brechas y hacernos oír. Ahora se respeta más lo que decimos, pero no siempre se pone en práctica. Por ejemplo, la cuota de poder para las mujeres sigue siendo muy pequeña en comparación con los hombres. En los altos cargos, en los puestos de poder, todavía sigue habiendo pocas faldas entre muchos pantalones.