En La Carpio, Paul Ponce hizo un acto de fe y malabarismo

Encuentro especial El malabarista argentino, reconocido en escenarios de todo el mundo, mostró su arte y contó su hallazgo de la fe

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En cuanto Paul Ponce asciende por las gradas del edificio en construcción, los niños lo rodean y, curiosos, esperan que empiece a hacer malabares. Para eso ha venido el célebre artista argentino a La Carpio: a deslumbrar con la agilidad de sus manos.

Ponce, quien ha viajado por el mundo con sus múltiples actos de malabarismo, también viene a hablar. En lo que será el Centro de Integración y Cultura del Sifais de la Carpio (Cuevadeluz) cuenta parte de su historia: “Vivía una vida muy egoísta, buscándome solo a mí mismo y no encontraba a la felicidad”.

Alto, con un acento que delata una vida de saltos entre ciudades de todo el mundo, y acompañado por su esposa y tres hijos pequeños, cuenta que, cuando halló a Dios, vivió el año más feliz de su vida. “Cuando empecé a buscar el bien de los demás, ahí sí encontré la paz. En lo profesional, ¡me fue mucho mejor!”, afirma.

Los niños corretean alrededor de él. Empieza a girar un balón de fútbol en la punta del dedo y le pide a un chico que lo imite. Aunque el joven teme que se le caiga la bola de inmediato, allí se queda, sobre su dedo elevado, girando. En el atardecer de pesado calor de La Carpio, el malabarismo fascina como en los grandes escenarios que Ponce ha recorrido.

Arte. El argentino participa de un convivio en St. Jude School y, mientras está en Costa Rica, también dio talleres y pasó por La Carpio para hablarles a los niños de la comunidad de su experiencia y su arte, invitado por Sifais (Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social).

En el centro que construyen, albergarán la orquesta Camerata de Luz e impartirán clases de música, danza, acondicionamiento físico, deportes y otras iniciativas.

En su recorrido, Ponce ofreció una demostración de su arte en otro salón de Sifais, ante más de 60 personas. Con la bola de fútbol, con pequeñas pelotas, mazas y sombreros.

De tan rápido que saltan los objetos en sus manos, parece magia. Ponce les habla de la perseverancia y el esfuerzo, y predica con el ejemplo, pues empezó a hacer malabares a los seis años.

Ha participado en espectáculos del Circo del Sol, en casinos y en otros shows en muchos países.

“Nací en Argentina, mi bautizo fue en Lima, mi primera comunión fue en Londres, mi confirmación en Bahamas y mi matrimonio en Barcelona. Conocí a mi esposa, Lía, en México y ella es brasileña”, resume el viajero.

Ponce ahondó en el relato de reencuentro con el catolicismo. “Me dije: ‘Quizás Dios me quiere para compartir mi felicidad con otros artistas’”, dice y sonríe.

El Centro de Integración y Cultura del Sifais de la Carpio (Cuevadeluz) busca fondos para completarse. Más información en: www.sifais.org