Fortalecer la identidad de los pueblos, activar su economía y mostrar la diversidad artística de los artistas ticos, harán que la edición 26.ª del Festival Nacional de las Artes vuelva a cruzar las fronteras capitalinas y respire aires rurales.
Del 5 al 14 de agosto, Golfito y Ciudad Neily serán las sedes principales de un festival que tendrá un costo de ¢600 millones y que espera tener impacto en una población de casi 150.000 personas.
Comunidades como Río Claro, Conte, Ciudad Cortés, Palmar, Rey Curré, San Vito, La Cuesta-Laurel y Agua Buena –todas pertenecientes a la zona sur-sur del país–, fungirán como subsedes del evento.
“Los festivales nacionales son una oportunidad para mostrar la diversidad artística de Costa Rica y la zona sur es un lugar en el que nos podemos reconocer cada uno de nosotros”, dijo Sylvie Durán, ministra de Cultura.
“Es una programación artística diseñada para dar un oportunidad de intercambio, un reconocimiento como nación de quiénes son todos nuestros artistas”, agregó la ministra.
Las actividades en las subsedes serán parte de la llamada Ruta de las Artes, que traerá consigo una buena parte de la programación del evento.
Delegaciones de artistas, que como es tradicional incluye teatreros, bailarines y clowns , entre otros, recorrerán esas comunidades con montajes que serán anunciados conforme se acerquen las fechas del evento.
Además, el Centro de Producción Artística y Cultural (CPAC), destacó que el evento establecerá una programación inclusiva, por medio de varios ejes transversales: poblaciones migrantes, accesibilidad universal, equidad de género, derechos de las comunidades indígenas, adulto mayor, juventud y niñez.
“Este aspecto no solo es un tema de discurso, es algo real. Pasa por la curadoría de los espectáculo y la oferta cultural que tendremos”, expresó Marvin Murillo, encargado de comunicación del festival.
Preparativos. El que tuvo la misión de dar forma, personalidad y organización logística al Festival de las Artes fue Daniel Aisemberg, preproductor designado por el MCJ.
“Ahorita todo el festival está prácticamente diseñado y los procesos administrativos funcionando. Todo está encaminado”, expresó Aisemberg, quien añadió que su trabajo con el festival termina este mes.
En cuanto a la producción general del evento no existe ni existirá una persona designada. Esa tarea le tocará al CPAC, que, según Gutiérrez, “será la máquina” que ejecutará del evento.
Eso sí, a partir de marzo, se estaría abriendo la puerta para que se sume un director artístico o un programador al equipo.
“Lo que se pensó fue que un productor general con mucho nivel nos definiera todo el marco de realización, y ese fue Aisemberg. Luego, en marzo, viene otro tipo de contratación, que estamos valorando para ver si es un director artístico o un programador”, explicó Ada Acuña, directora del CPAC.
Según Acuña, un equipo conformado por unas 40 personas estarán trabajando directamente en la ejecución del festival.