El renacimiento del cine alemán

La Embajada Alemana y el proyecto Preámbulo del Centro de Cine presentan una destacada muestra de cine alemán

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La rica historia fílmica alemana ha legado grandes nombres y obras que cualquier cinéfilo reconocería fácilmente. Entre los directores más importantes destacan Fritz Lang, Friedrich Murnau, Werner Herzog o R. W. Fassbinder, por citar algunos.

Abriéndose camino entre estos realizadores que han alcanzado su lugar en la historia del cine, viene un grupo de jóvenes directores. Por medio de nuevas tecnologías, estéticas y lenguajes han logrado notoriedad internacional con sus propuestas.

Estos cineastas crecieron en una Alemania que dista mucho de la que huyeron Lubitsch o Siodmak, o la que vieron Pabst y Riefenstahl; sus obras retratan otras realidades.

También plantean una ruptura estética y temática con respecto a grandes producciones contemporáneas como La caída (2004) o La vida de los otros (2006); en contraposición, surge en la década de los años 90, la Escuela de Berlín y, en tiempos más recientes, el mumblecore alemán.

Luces distantes

Hans-Christian Schmid hizo sus primeros trabajos en 1989, año en que cayó el Muro de Berlín, pero su trabajo despuntó hasta el 2000.

Su filme Luces distantes (2003) no pasó inadvertido para la crítica. Es un drama cuya acción se sitúa a ambos lados de la frontera del río Oder, donde polacos y alemanes viven situaciones muy diferentes, aunque unidos por las historias de migrantes que buscan cruzar el río y así poder llegar a Alemania: tierra prometida para los habitantes de Europa del Este.

Con una desesperanzada visión de mundo, Schmid muestra diferentes personas consumidas por problemas económicos y en el que la perspectiva es un factor importante.

El director plantea las diferencias entre los ucranianos pobres que buscan cruzar el río, el taxista polaco que trabaja incesantemente para comprarle un vestido a su hija –argumento inspirado en Raining days (Ken Loach, 1993)–, el ingenuo joven que busca fugarse con la chica que le gusta o los empresarios alemanes que viajan sin dificultad para completar sus negocios.

Cada historia es atravesada por un velo moral; el espectador no podrá tomar distancia. Las recriminaciones que se hacen los personajes entre ellos no tienen cabida cuando lo que importa es sobrevivir, aunque para lograrlo sea necesario robar, prostituirse o traficar.

Vida rural

Sven Taddicken también ha desarrollado el grueso de su filmografía a partir del 2000, tras unos cortometrajes a finales de los 90. Con La suerte de Emma (2006), adaptación de la novela homónima de Claudia Schreiber, Taddicken sitúa la acción en el campo, fuera de las grandes urbes germanas.

Cuando trata de huir con un dinero robado, Max, vendedor de autos al cual se le diagnóstico cáncer terminal, acaba chocando su vehículo e incrustándose en la granja de Emma, joven solitaria con varias deudas.

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Con un tono cómico-fantástico, el filme explora la amistad que surge entre los protagonistas, y, además, enfatiza las costumbres rurales frente a las citadinas. Se muestra un regreso al primitivismo, no como algo reprochable, sino como una conexión sensorial, y la muerte, ineludible en un ser vivo, es entendida como un hecho natural.

El fin del amor

La polifacética Maren Ade obtuvo atención con The forest for the trees (2003), ganadora en Sundance, y como coproductora de las aclamadas películas del portugués Miguel Gomes: Tabú (2012) y la trilogía de Las mil y una noches (2015), que se exhibieron en el país en el pasado Festival Internacional de Cine.

Con Entre nosotros (2009), ganadora en la Berlinale del Gran Premio del Jurado y el Oso de Plata a mejor actriz para Birgit Minichmayr, Ade traslada al espectador toda la frustración y desasosiego de una pareja que se encuentra de vacaciones, al dejar en evidencia la tensa soledad en que viven.

Sin contemplaciones para el espectador, Ade disecciona las masculinidades vetustas y la monótona cotidianidad en que la pareja se ha sumido, lo cual provoca que su absurda y patética vida termine en caminos separados.

Revisión histórica

Christian Petzold se inició en el mundo del video y la televisión y empezó en el cine en el 2000 como parte de la Escuela de Berlín. Con Bárbara (2012), drama situado en la Alemania Oriental de los años 80, obtuvo el Oso de Plata en la Berlinale.

Alumno de Harun Farocki, Petzold hace un cine desde las fisuras históricas de su país, en el que los silencios, el encuadre y la composición comunican más que la acción misma.

También distancia al público de la obra, mecanismo brechtiano que sirve para comprender el contexto donde transcurre la acción y su influencia en los personajes. En Bárbara , los pasillos, paredes y puertas dan una sensación constante de asedio. Mientras que en los planos generales, la naturaleza cobra un sentido preponderante: árboles que empequeñecen a Bárbara y vientos como metáfora de su turbulencia interior.

La huida individual o el acto solidario, ese es el dilema al que se enfrenta la doctora Bárbara, que se dinamiza por la repentina aparición de una adolescente embarazada –a pesar de las dificultades, se aferra a la posibilidad de un mejor futuro para su hijo–.

El director hace una crítica histórica hacia un Estado que, en su afán de encerrar y castigar, olvidó cómo ayudar a su población. Ante tal zozobra, hay quienes tienen los recursos para huir, es el caso de Bárbara, pero ¿qué hay de aquellos jóvenes a quienes atiende?

La vida es cine

Transcurrida la primera década de este siglo, llega a Alemania un movimiento originario de Estados Unidos: el mumblecore , cuya etimología viene de mumble, mascullar, en “alusión a la frecuentemente mala calidad del audio en las primeras películas”, detalla Christian Horn.

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Jóvenes directores como Jakob Lass, Tom Lass, Axel Ranisch o Jan Ole Gerster se adhieren a esta forma económica de hacer cine, en la que la improvisación se contrapone al academicismo de la Escuela de Berlín.

Trabajar así requiere de actores profesionales que sean capaces de improvisar, así como de cámaras digitales ligeras que faciliten trasladarse según lo requiera la escena.

En el caso de Love Steaks (Jakob Lass, 2013), que fue filmada sin guión, los protagonistas tenían experiencia previa, pero los secundarios no pues eran los empleados del hotel donde se filmó. Esta forma de pensar el cine, en el que la vida y la ficción se diluyen recuerda a Truffaut cuando dijo: “Un filme es una cosa viva. No soy de los directores que se atienen a lo que hay escrito. Mis películas cambian enormemente durante el rodaje”.

La cinematografía alemana sigue gozando de gran talento y estas propuestas recientes reflejan los gustos contemporáneos, así como la actual sed de muchos jóvenes de encontrar una voz y comunicar sus ideas.

A partir de este domingo

Durante agosto se podrán disfrutar estas películas en la Sala Gómez Miralles del Centro de Cine, ubicado en barrio Amón, San José, detrás del Instituto Nacional de Seguros. La entrada es gratuita. Acá la agenda de este mes:

La suerte de Emma, este domingo 31 de julio, a las 7 p. m.

Entre nosotros, el sábado 6 de agosto, a las 7 p. m.

Luces distantes, el sábado 20, 4 p. m.

Love steaks, el viernes 26, a las 7 p. m. Función con cineforo.

Bárbara, pel domingo 28, a las 7 p. m.