El pintor Leonel González y sus siluetas caribeñas son inmortales

Se exhiben 32 pinturas entre acuarelas y acrílicos que repasan su obra

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Las figuras en las pinturas de Leonel González Chavarría no tienen rostro, pero tampoco lo necesitan. Siluetas voluptuosas, cabello ensortijado, boca carnosa y vestidos multicolores delatan a las mujeres afrolimonenses de sus obras.

Aun sin ojos ni boca, estas mujeres son capaces de contarle al mundo sus vidas, desde la intimidad de sus hogares hasta el magnífico paisaje natural que las rodea.

Una exposición en la Galería 11-12 – en Plaza Itskatzú, San Rafael de Escazú – repasa la trayectoria de este reconocido pintor, fallecido en diciembre del 2013.

En 32 obras, la muestra presenta a Leonel González como un artista innovador, diverso y ávido de experimentación técnica.

Nacido en 1962, González se inició en la pintura en la década de los ochenta y evolucionó hasta consolidar un estilo muy particular.

Las colecciones de pinturas, en donde exalta la riqueza de la cultura afrolimonense, le valieron gran reconocimiento nacional e internacional. Sin embargo, su obra es mucho más amplia y diversa.

“Leonel González es uno de los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Costa Rica. Su obra se pasó por varias facetas, que se fueron acumulando, una con otra, de modo que cada etapa se enriquece con elementos de la anterior”, explicó la curadora de la exposición, María Alejandra Triana. Así, en sus primeros pasos como pintor, González se inclinó por la técnica de la acuarela y al tema del paisaje costarricense.

“A finales de los ochenta y principios de los noventa, introduce los personajes de la cultura afrocaribeña costarricense. El tratamiento que les da a las siluetas es diferenciado: las femeninas son más voluptuosas, resalta su cabellos, sus labios. La figura masculina es más esquemática”, dijo Triana.

Más adelante, el artista mantuvo a los negros como protagonistas de las obras, pero además insertó su entorno: la arquitectura caribeña, con sus emblemáticas casas de madera sobre pilotes, el mar turquesa, las palmeras.

La historia de Limón y de su gente queda atrapada en los sensuales labios carmesí de las mujeres, en un racimo de bananos sobre la mesa o en las añejas paredes con varias capas de pintura.

Dotado de una gran maestría técnica, González supo encontrar la dosis exacta de color, para cautivar sin empalagar.

“Sin duda, es uno de los grandes coloristas del arte costarricense. Aprendió a manipular el color de tal forma que no llega a la saturación y crea una imagen muy agradable visualmente”, opinó Triana.

En el otro extremo, también hay obras monocromáticas, en las que aparece una silueta negra sobre un fondo de un solo color: negro, blanco, gris y hasta verde. El dibujo, la mancha y las texturas son fundamentales en sus pinturas.

“Leonel González retrata una visión optimista de la cultura caribeña: su alegría, sus colores, su desenfado. Sin embargo,su obra no podría considerarse como folclórica, pues tiene un sello único”, opinó el director de la Galería 11-12, Mario Matarrita.

La exposición está abierta hasta el 30 de setiembre, de lunes a sábado, de 9 a. m. a 9 p. m., y domingo, de 1 p. m. a 6 p. m.