‘El Nido del Arcoíris’: Una novela ‘honesta hasta la médula’ para honrar a los grandes amigos

Jorge Arturo Mora, periodista de 27 años, irrumpió en el panorama literario costarricense con su ópera prima ‘El Nido del Arcoíris’, que conjuga una carta de amor a la amistad, aventuras inesperadas y muchas referencias a productos culturales de su generación

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Todo comenzó cuando era un niño atento a las historias que traía su abuelo, quien vivía en otro país, y que él supo convertir en relatos de su diario infantil. Desde entonces, Jorge Arturo Mora fue de la palabra.

Ahora el periodista, de 27 años, irrumpió en el panorama literario costarricense con su ópera prima El Nido del Arcoíris, una novela que es una oda de amor a ese grupo de amigos con el que crecemos y además un texto literario que bebe de gran variedad de productos culturales para mostrarnos aventuras inesperadas con un humor muy inusual.

Mucha literatura y periodismo ha pasado por las manos de este novel escritor. Acerca de este debut literario, publicado por Encino Editores, conversamos con Mora.

El Nido del Arcoíris es una carta de amor a tus amigos. ¿Cómo las andanzas con esas amistades lograron convertirse en literatura?

–Fue un proceso muy curioso porque, en un comienzo, quería hacer una antología de no ficción sobre aventuras que me han pasado con mis amigos. Luego me puse a pensar que entre los amigos hay un pacto tácito, que uno no debe romper, se trata de esa confidencialidad de las travesías, que es mejor guardar solo para uno hasta la tumba.

“Entonces empecé a escribir relatos que comienzan con anécdotas reales, pero que poco a poco se distorsionan y se llenan de fantasía y aventuras imposibles. De repente, un día normal se vuelve surrealista, lleno de piratas, seres mágicos y toda clase de locuras”.

¿Qué significa para vos la amistad y esos amigos?

–La transición hacia la vida adulta es muy compleja y me siento afortunado de haber estado acompañado en ese proceso con buenos amigos. La novela, si bien ocurre cuando ya todos somos adultos, tiene muchos vistazos al pasado, especialmente al colegio, una etapa que lo marca a uno para siempre.

“Mis amigos son esos cómplices que han estado para las aventuras más absurdas que uno podría pensar. El hecho de que el libro refleja historias tan locas tiene el propósito de ser una alegoría de nuestra amistad.

“Más allá de las clásicas historias de fiestas o borracheras hasta el amanecer, como la película The Hangover (2009), quería que la novela reflejara la amistad de una manera distinta, con lugares no solo menos comunes, sino imposibles. Me gusta decir que El Nido del Arcoíris es un coming of age surrealista”.

Tu consigna ha sido que hablar de la amistad no tiene que ser cursi. ¿Desde dónde decidiste hablar de la amistad? ¿Te molesta la cursilería alrededor de la amistad y el amor?

–Quienes me conocen saben que soy muy meloso. Soy cursi por antonomasia y me encanta ser así, pero tenía mucho temor que la novela fuera una historia sobre el “poder de la amistad” como herramienta para vencer a fuerzas malignas.

“Quería que la novela fuera refrescante y que no circulara por aventuras de buenos y malos. No quería que el simple hecho de ser buenos amigos fuera suficiente para vencer a los chicos rudos, sino que hubiese giros inesperados en cada vuelta de página”.

En esta novela hay referencias a la cultura pop, como Bob Esponja y CSI Miami; hay piratas, organizaciones criminales y seres mágicos, hay surrealismo y fantasía. Son obsesiones, lecturas y gustos. ¿Cómo te describe ese ecléctico conjunto de referencias?

–Por mucho tiempo quise escribir una novela “academicista” o “formal”. En dos intentos previos, había escrito historias con nihilismo fingido, con pretensiones que no reflejaban quien realmente soy.

“Soy un conjugado de muchos productos culturales de nuestra generación; que llevo una cara de Bob Esponja en la funda del celular y que me fascina el humor incorrecto. Mi novela no podía ser otra cosa más que eso.

“Además, mis amigos y yo aparecemos con nuestros nombres reales. Si bien, todos aparecemos de forma hiperbolizada, quería sobre todas las cosas que la novela fuera honesta hasta la médula.

“Las referencias culturales están ahí porque las llevo dentro. Además de esos títulos que mencionás, en esa época estaba muy permeado por títulos televisivos como The Wire, por ejemplo; y novelas como Moby Dick, una de mis preferidas para toda la vida; y La Isla del Tesoro, que me parece la gran novela de aventuras”.

¿Surge este texto de la nostalgia hacia las andanzas juveniles?

–Me haría muy feliz que los lectores puedan encontrar a sus amigos en los míos. Supongo que tal expectativa involucra cierta nostalgia, aunque debo reconocer que mi intención era que el texto fuese sobre todo emotivo, más que nostálgico.

“Lo digo, más que nada, porque estamos en tiempos en que todo “debe ser” nostálgico. Por la distancia generacional, hay un interés empresarial en desarrollar productos culturales que evoquen las aventuras de la juventud de los ochenta y noventa. No quisiera caer en ese mismo juego con mi generación.

“Quisiera que la novela fuese vista más como una reflexión sobre crecer con otros frutos tan extraños como uno; pensar en que cada grupo de amigos es un mundo con sus propios encantos y sabores.

“Como anécdota adicional, cuando terminé un capítulo en especial —que prefiero no revelar—, solté algunas lágrimas. Me sentiría muy satisfecho si algún lector puede sentir ese nivel de emotividad relacionado a sus propias experiencias”.

¿De qué te sirve el humor en la obra?

–Me sirve en muchísimas vías, pero especialmente para que la obra se sienta honesta. Lo cierto es que me encanta bromear.

“En pandemia, me había dado la tarea de escribir con uno de mis amigos un podcast de un talk show ficticio, cargado de humor incorrecto. Sentimos que “se nos fue la mano” y al final descartamos el proyecto, pero lo que hice yo fue rescatar algunos de los chistes que había escrito allí y replantearlos para usarlos en la novela.

“Por ejemplo, hay un capítulo en que converso con un muerto. De todas las preguntas que uno podría hacerle a alguien que está en “el más allá”, decido emprender una conversación academicista sobre la digitalización de la pornografía. Es un chiste que, tal vez no esté en primer plano, pero le da un tono de absurdismo que me parece muy rico y refleja mucho mi estilo de humor”.

Sé que te preocupa mucho el estilo al escribir. ¿Cuál fue tu búsqueda estilística?

–Me preocupa demasiado. Para mí el estilo lo es todo. En mi vida he leído textos con poco contenido y que no versan sobre filosofía ni nada “importante”, pero que les detecto un aliento a autor que me fascina y que me ha llevado a leer hasta la última letra.

“En mi caso particular, el estilo es algo que ha ido muy de la mano con la búsqueda de ser un cronista de no ficción. Buscar escribir sobre periodismo con las armas de la literatura me dio un trampolín para luego transicionar a la ficción.

“En mi caso personal, estaba leyendo mucho a Chuck Palahniuk y a David Foster Wallace cuando estaba escribiendo el libro, dos autores súper ácidos, muchas veces incorrectos, pero sobre todo, con una pluma que muerde, que incomoda, que lo hace a uno pensar en sus historias varios días después de haber pasado por sus páginas.

“Sería ofensivo decir que mi pluma se parece en algo a la de estos dos grandes nombres, pero sí que su estilo me susurró mucho al oído y me convenció de que podía escribir sobre asuntos complejos como violencia, pornografía y otros temas que no conviene demasiado revelar para no estropear sorpresas en la lectura”.

¿Qué viene ahora en tu mundo de ficción?

–Estoy escribiendo una nueva novela, que es el lado opuesto de este debut. Si El Nido del Arcoíris es risa y diversión, este segundo libro es una historia sobre el duelo y la búsqueda de luz.

“Tengo mucha esperanza de que El Nido del Arcoíris sea el primero de muchos otros libros. Espero contar muchas más historias que van más allá de la no ficción. Es una emoción incomparable”.

¿Dónde encontrarla?

La novela El Nido del Arcoíris tiene un costo de ¢8.000. Está a venta en las tiendas físicas de Librería Internacional, por medio del número 800-542-7374 o en el sitio web libreriainternacional.com.