El MADC experimenta en un viejo tanque

Primera sala nueva abierta desde 1994 en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo ofrece un “laboratorio” para cualquier artista

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Una mente hiperactiva y amante del arte tiene mucho con qué entretenerse en El Tanque, la nueva sala del josefino Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). Solamente imaginar qué podrían hacer artistas atrevidos le deja a uno la cabeza llena de posibilidades.

La primera sala que el MADC abre desde su fundación, en 1994, es la más inusual. Se ubica dentro de un tanque de combustible erigido en 1925 como parte de las instalaciones de la Fábrica Nacional de Licores, que hoy albera al Ministerio de Cultura y Juventud. “Justamente en un contexto en donde más bien se han cerrado salas valiosas y consolidadas, el MADC pone a disposición de diseñadores, artistas, curadores e investigadores un espacio alternativo, único en la región, dedicado a la experimentación”, dice Fiorella Resenterra, directora del museo.

Durante un préstamo de cinco años al museo, sus jerarcas quieren que sea un “laboratorio de ideas”. La convocatoria está abierta en el sitio web del museo (junto con la de otro espacio juguetón, la Sala 1.1). Puede leer las bases y participar con sus proyectos en el sitio www.madc.cr.

El museo llevaba varios años pidiendo acceso al espacio, pero inicialmente se había considerado darle uso como espacio administrativo. No obstante, según Resenterra, se propuso darle una ocupación diferente para responder a las necesidades de espacio del MADC, una de las instituciones artísticas más importantes de la región centroamericana.

“El MADC desde hace rato quería este espacio porque es muy natural, muy orgánico con el resto de las instalaciones. Es una comunidad artística que va in crescendo, que a lo largo de los años, incluye más artistas que tienen propuestas y una expectativa. El llamado de la misión del museo es atender a artistas de Costa Rica, Centroamérica y el Caribe”, explicó Adriana Collado, la curadora.

En el proceso de restauración, tuvieron que taparse filtraciones para evitar la oxidación acelerada del interior. Futuros procesos de acondicionamiento deberán atender, entre otros factores, la temperatura interna y la iluminación. En el proceso de restauración participaron expertos del MADC, Cultura, el departamento de conservación del Teatro Nacional y los encargados de la materia en el ámbito nacional, el Centro de Conservación del Patrimonio.

La antigua Fábrica Nacional de Licores, que alberga el Centro Nacional de Cultura y varias instituciones del ministerio, forma parte del mapa patrimonial costarricense, por la importancia de la antigua fábrica en la historia industrial del país. Tal condición también ha significado un desafío para el MADC, pues tiene ciertas restricciones para abrir nuevos espacios (actualmente, el museo se encuentra remodelando su sala más grande, la Sala 1, cuyo proceso de restauración pueden apreciar los visitantes desde el interior del museo).

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“Tiene las características de un espacio de escenificación. Obras que quieran trabajar con las emociones, los sentidos, y que quieran dramatizar o escenificar cosas pueden funcionar muy bien acá. Sirve para artistas que trabajan con lo sensorial, lo emotivo, la luz y el sonido”, considera Adriana Collado.

El ingeniero Efraín Artavia erigió el tanque en 1925, con asesoría de expertos de la United Fruit Co. “Era un espacio que nunca había sido habitado. Las últimas dos administraciones invirtieron en limpiarlo, abrir lo boquetes y utilizarlo. Como sucede con todo el patrimonio, si no es usado, se deteriora aceleradamente”, dice Collado.

“Hay que invertir en irlo acondicionando cada vez más. El espacio por dentro estaba lleno de plantas. Se taparon todas las filtraciones que tenía, lo cual está salvando la vida del patrimonio industrial. A largo plazo, se quiere seguir invirtiendo. Hoy en día tiene condiciones de oscilación de temperatura muy grandes. Creemos que muchos artistas quisieran jugar precisamente con esto”, profundiza la curadora.

Ahora restaurado, tendrá nueva vida, una que, por suerte, aún no sabemos qué traerá.

El artista que inauguró El Tanque fue el suizo-costarricense Niklaus Manuel Güdel, cuya obra se compone de una instalación y una proyección acerca del sufrimiento de los bosques durante las grandes guerras europeas. Se titula Trees remember too y está expuesta hasta diciembre.

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