El Fotoclub de Costa Rica ilumina la Galería Nacional

Galería Nacional. El Fotoclub de Costa Rica brinda su exposición anual en muy diversas técnicas

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La paciencia de los fotógrafos es tan grande que aparece en los mapas: es la única virtud rastreada por el GPS. Esperar a que se pose aquella ave; aguardar el relámpago que se digne en durar lo suficiente; rezar para que esos niños miren la cámara... Alguna gente tiene paciencia de santo, pero no todos los santos tienen paciencia de fotógrafo.

Los acechos de los fotógrafos, las extrañas visiones de la ciudad, los paisajes-poemas de la iluminación: la variedad y la sorpresa de un arte depurado vuelven a mirarnos desde las salas de la Galería Nacional gracias a la exposición con la que el Fotoclub celebra su vigésimo quinto aniversario.

La muestra incluye 83 fotografías tomadas con diversas técnicas, de 42 miembros del grupo. Las fotos se seleccionaron mediante concursos bimestrales realizados en el año 2013, explica Henry Jones, presidente del Fotoclub.

Jones y dos de sus compañeros, Marco Vargas y Juan José Pucci Coronado, van por las salas de la Galería como por dentro de una nave que abre sus ventanas a rostros y paisajes. Roberto Brenes, periodista de la Galería Nacional, hace posar a los tres fotógrafos: se inquietan; usan bien sus cámaras, pero no están cómodos frente a una ajena –ironía del arte–.

–Me siento como un dentista que va a atenderse por un dentista –dice Henry Jones.

¿Siempre llevan una cámara? “Casi siempre”, responde Pucci, cirujano cardiovascular, a quien la pasión por la fotografía le nació a los 30 años, cuando volvió a Costa Rica y se reencontró con su feraz naturaleza. Marco Vargas confiesa: “Soy ingeniero mecánico, pero la fotografía es más para el alma: una pasión muy seria”. Por su parte, Henry Jones declara: “Soy facilitador de procesos de desarrollo humano, de relaciones entre grupos dentro de empresas”.

Los tres se conocieron jugando a un oficio que consiste en cortar escenas en el aire y pegarlas sobre un papel de ángulos rectos.

Dos personajes. El Fotoclub comenzó como un grupo de profesionales que debían agremiarse para cumplir un decreto: solo así podían tomar legalmente fotos en parques y en bodas. La norma se derogó después, pero no la amistad que había surgido entre los fotógrafos.

De los fundadores quedan Roberto Pacheco y Rolando Ríos Castellanos, a quienes se ha dedicado la exhibición.

Ríos nos expresa: “Los 24 años de pertenencia al Fotoclub me permitieron actualizar conocimientos, participar en concursos con gente de destellos geniales y divulgar al gran público mi trabajo. He encontrado así vías para crecer en este maravilloso arte”.

A su vez, Pacheco manifiesta: “Ha sido una alegría enorme el haber compartido esta dedicatoria con el ingeniero Rolando Ríos. Es una enorme satisfacción que reconozcan la labor que hemos hecho en el desarrollo del Fotoclub”.

El Fotoclub es una entidad no lucrativa que agrupa a unas 80 personas, mujeres y hombres de diversas edades y ocupaciones. El club no es una escuela, pero sí ofrece conferencias de expertos y también de otros artistas, como pintores y diseñadores.

La exposición revela cuán actualizada está la fotografía en Costa Rica gracias a cámaras y procesos informáticos que brindan más recursos, como la visión inmediata de las fotos, el control exacto de la luz, y la facilidad de la posproducción (las modificaciones ejecutadas en computadoras).

Algunas fotografías, como Trifami, de Eric Hernández, y Mirando hacia abajo, de Roberto Pacheco, son lucidos ejemplos de las posibilidades ofrecidas por la informática para modificar los colores. “El fotoperiodismo no permite cambios, pero la fotografía artística sí”, opina Marco Vargas.

Contrapunto de miradas. La exposición brinda temas variados, como la naturaleza (animales, plantas y paisajes), las personas y las ciudades. “No faltan imágenes abstractas, fotos documentales acerca de nuestros labriegos sencillos, y los lamentos de la madre tierra”, precisa Henry Jones. Se muestran fotos tomadas en Costa Rica y en otros países, como Marruecos y Francia.

La exhibición brinda las tres fotografías del año: De pie (en color) y Reflejado (en blanco y negro), ambas de Luis Alonso Jiménez; y El pan de cada día (categoría libre), de Marco Vargas. También se exponen trabajos de Juan José Pucci (fotógrafo del año) y de Ana Cristina Montoya (fotógrafa revelación), socia de primer ingreso.

La sala de fotografías libres despliega viajes por la imaginación. Algunas tomas juegan con nervaduras de hojas como si fuesen dibujos abstractos, y una espalda perlada de sudor asemeja unas cortinas o quizá el dorso de dos manos.

Cada escenario suscita una distinta inspiración, una técnica, un abordaje. La fotografía de animales demanda paciencia, pero también conocimiento: saber dónde anida un ave, cuáles son los senderos de las dantas, cómo sorprender al sorpresivo ocelote... “Quienes hacen fotografía de fauna son medio zoólogos”, bromea Juan José.

Las viejas calles se estrenan otra vez cuando las miramos desde la cumbre de un edificio: entonces se logran los efectos que muestra Trifami, foto de Eric Hernández tomada desde el helipuerto del Banco Nacional, en el centro de San José: esquina de vértigo luminoso.

Siempre de viaje. Una sala alberga fotos tomadas en blanco y negro: “monocromos”. “El blanco y negro ofrece un gusto que no dan los colores. A veces, el color distrae”, afirma Marco. “La fotografía comenzó en blanco y negro, pero ahora nos parece una novedad”, añade.

“El fotógrafo debe aprender a ver en blanco y negro en su imaginación: a suponer cómo quedará una foto desprovista de colores. No todas las escenas funcionarán igual”, sostiene Pucci. “La foto monocromática queda bien si la luz traza muchos contrastes y si el motivo es simple”, considera Jones.

En Criss, foto de Vargas, un operario pinta una llanta delante de unas torres de otras llantas. “La tomé en un taller de barrio México”, precisa el fotógrafo, para quien los momentos son invitaciones fugaces que obligan a vivir atentos. A la par, dos manos ancianas se sujetan mutuamente: es Sabiduría, foto de Christian Tosso.

Tenues colores rojizos surgen cuando se emplea un filtro infrarrojo. El filtro bloquea la luz visible y deja pasar la infrarroja. Así, el color verde puede tornarse blanco en la fotografía impresa, como una antimateria del color.

Desde el otro extremo de la técnica, el Fotoclub también invita a concursar presentando fotos tomadas con cámaras desechables: aparatos que constan de un lente fijo y una película que no puede reponerse.

Los temas designados para la exposición de julio del 2015 son Aves, Mimetismo, Relojes y Alguien tiene que hacerlo (fotografía con cámara desechable); Ríos, Foto callejera, Pulperías, Tapias, Entre la niebla, Punto de fuga, Larga exposición y Fotos de fotógrafos.

Como en todas las artes, hay quienes llegan a ser maestros, pero también existen aficionados que aciertan gloriosamente. La fotografía digital es democrática: baja el cielo de la técnica hacia las manos y sube las fotos a las redes sociales. El Fotoclub nos lleva vistosamente en esos viajes.

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Durante el año 2014...

El Fotoclub convocará al Concurso Internacional de Fotografía “El agua es vida”, para fotógrafos profesionales y aficionados. Con este certamen se pretende elevar la conciencia sobre el uso racional del agua.

El club organiza el Seminario Internacional Composición en Fotografía “El lenguaje del arte”, a cargo del fotógrafo español José Benito Ruiz. Se realizará en los días 6 y 7 de septiembre en el Hotel Crowne Plaza Corobicí (San José).

En fecha aún no precisada se expondrán las 25 mejores fotos de los 25 años del Fotoclub.

La actual exposición visitará otras ciudades, situadas fuera de la provincia de San José.

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Las fotos esperan

La exposición del Fotoclub puede visitarse de lunes a viernes de 8 a. m. a 5 p. m.; los sábados y los domingos, de 9:30 a. m. a 5 p. m., hasta el jueves 31 de julio, en la Galería Nacional (Museo de los Niños). Teléfono 2223-3551. Entrada gratuita.