El cineasta Fernando Franco, en Costa Rica

Experimentado. El cineasta Fernando Franco García conversa sobre su trabajo en la dirección y el montaje de La herida y Blancanieves

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Jurgen Ureña jurgenurena@yahoo.com

La voz de Fernando Franco llega desde el otro lado del Atlántico –o bien, desde el otro lado del Skype– con la sonoridad cantarina que caracteriza a los nativos de Andalucía.

Fernando es sevillano y esto se percibe en cada una de sus palabras, aunque hoy conversa desde una calurosa tarde de agosto en la capital española, donde imparte lecciones de montaje en la Escuela de Cinematografía y Audiovisual de la Comunidad de Madrid.

La próxima semana, Fernando Franco dirigirá un taller de montaje en la Escuela de Cine y TV de la Universidad Véritas y ofrecerá un par de conversatorios en el Proyecto Preámbulo del Centro de Cine luego de la proyección de las películas Blancanieves (2012), por la que fue candidato al Premio Goya al Mejor Montaje, y La herida (2013), por la que obtuvo el Premio Especial del Jurado del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

---¿Cómo se produjo el proceso de escritura del guión de ‘La herida’, al lado del dramaturgo y guionista Enric Rufas?

—El trabajo con Enric empieza cuando yo ya tengo una segunda versión del guion. Le di a Enric libertad total para intervenir, y Enric le puso una bomba de neutrones al guion: lo despedazó, cambió todo de sitio, metió muchísimos cambios en los personajes y en las relaciones entre ellos. Este tratamiento bastante salvaje nos sirvió para limitar un poco nuestros intereses y aquello que funcionaba en cada caso.

”A partir de ahí empieza el proceso de ir escribiendo entre los dos. Finalmente, el guion definitivo tampoco difiere tanto del primero, pero la película no sería la que es, y hay cosas que no funcionarían como funcionan, sino es por los detalles que Enric propuso cambiar en una aportación que finalmente fue más cualitativa que cuantitativa, que es lo realmente importante”.

---¿Podría referirse a la puesta en escena de ‘La herida’, que hace una utilización del plano-secuencia que recuerda al cine de los hermanos Dardenne?

—Mi idea inicial era hacer un documental, no una película de ficción. Yo había investigado, y mi intención era hacer un retrato de una persona real y seguirla muy de cerca. En aquel momento, mis referentes estaban vinculados fundamentalmente al cinéma vérité y al direct cinema.

”Luego decidí plantear la película como una ficción y, de alguna manera, tuve la tentación de hacer una película mucho más distante en relación con el personaje, mucho más geométrica; incluso quería construir partes en estudio en lugar de utilizar sitios naturales. Sin embargo, poco a poco me di cuenta de que debía respetar, dentro del lenguaje de la ficción, lo que hubiese sido el documental original.

“Claro, ese cine hecho con cámara al hombro, muy cerca del personaje, remite a los hermanos Dardenne y particularmente a Rosetta (1999): entre sus películas, la más referencial en La herida . Yo no lo oculto para nada, incluso es deliberado que la chaqueta de la protagonista de La herida sea roja, como el abrigo de Rosetta.

”Por otra parte, hay una película que ha influido mucho en mí: Keane (2004), de Lodge Kerrigan, que se engarza muy bien en ese triángulo que existe entre el cine de los Dardenne, el direct cinema y el cinéma vérité . De igual modo, en La herida existen otros referentes que no son tan visibles ni tan identificables, de cineastas que me interesan mucho, como Agnès Varda, Chantal Akerman o Robert Bresson , que se relacionan además con el retrato femenino”.

---Si hablamos del cine como retrato y del deseo de acompañar de cerca a la protagonista del filme, deberíamos hablar del trabajo de la actriz Marian Álvarez, que resulta notable y supone además una apuesta muy importante, considerando que la cámara está todo el tiempo sobre su rostro.

—Efectivamente: rodar largos planos-secuencia en 16 milímetros, jugando todo al rostro de la protagonista, significa que se puede pegar un castañazo importante y que la película puede ser un desastre; pero, justamente por el nivel de responsabilidad que todo eso implica, por el nivel de rigor que obliga a tener, creo que al final esas cosas juegan a favor.

”Nos tomamos dos meses ensayando la película todos los días, y esos ensayos se hacían con la interpretación como con la cámara. La herida se rodó muy rápidamente porque, al llegar al rodaje, ya tenía una intuición bastante certera de aquello que quería. No dejamos mucho a la improvisación: estaba todo muy medido, aunque parezca más bien casual”.

---¿Diría que ese trabajo con el plano-secuencia limita las posibilidades del montador?

—Creo que es un trabajo de montaje hecho a priori . Hay unas frases de Godard que dicen: “Puedo colocar la cámara en veinte mil sitios que serán horribles, en dos mil que serán muy malos, en doscientos que estarán regulares, en veinte que estarán bien, en dos que son buenos pero sólo hay un sitio en el que la cámara realmente funciona”.

”El plano-secuencia me obliga a buscar el mejor lugar para colocar la cámara, en una posición que durante el montaje sea, de alguna manera, inapelable. Supongo que, además, estas son complicaciones que uno se pone para hacer más divertido el trabajo”.

---¿Cómo fue la experiencia de realizar el montaje de ‘Blancanieves’?

—Yo no conocía a Pablo Berger, el director de la película. Su ayudante de dirección, que también fue el ayudante de dirección de La herida , hizo el contacto. Quedamos Pablo y yo a tomar una cerveza y tuvimos una conversación larguísima, en la que hablamos de directores como Sjöström, de Murnau, de Jean Epstein…, y ahí surgió la chispa. Entonces, Pablo me dijo: ‘Mira, quiero que leas el guion’, y me fascinó. Es uno de los mejores guiones que he leído en mi vida.

”Considerando que los dos somos apasionados del cine mudo y que conocemos bien su lenguaje, particularmente el del cine europeo de los años veinte, nuestra idea era jugar y divertirnos durante el montaje. Era una gran oportunidad para hacerlo y, además, la película lo permitía.

”Hubo un momento en el que yo estaba montando una secuencia, y nuestro referente era La rueda (1923), de Abel Gance . Después de mucho rato de trabajar, con mucha intensidad y concentración, no entendía cómo lograron montar eso. Yo hubiese sido incapaz de montar Blancanieves como se montaba en los años veinte: en soporte fotoquímico, con un positivo, un copión y la moviola: imposible.

”Desde entonces siento la más profunda admiración por todos los cineastas que hacían montaje en aquella época. Ahora no seríamos capaces de hacerlo de esa manera, ni yo ni la mayoría de la gente que conozco, que está montando películas”.

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Las dos películas se exhibirán en el Centro de Cine de Costa Rica (esquina de la calle 11 y la avenida 9, detrás del INS) a las 7 p. m. El jueves 27 de agosto se pondrá "La herida", y el viernes 28, "Blancanieves".