El Buen Pastor se convirtió en teatro

Invitadas de lujo Una directora y una actriz españolas compartieron vivencias y conocimientos, con un grupo de privadas de libertad costarricenses

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Por más de dos horas, El Buen Pastor dejó de ser una cárcel para convertirse en un enorme escenario. De la mano de una directora y una actriz españolas, 20 privadas de libertad hicieron del gimnasio del centro penal, el epicentro de una mañana cargada de teatro.

En el marco del I Congreso Iberoamericano de Artes Escénicas y Visuales para el Empoderamiento en Derechos Humanos de Privados y Exprivados de Libertad, Cristina Cobaleda y Elena Canovas compartieron sus vivencias y consejos con las reclusas nacionales.

Desde unos minutos antes de las 10 a. m., y hasta el mediodía, Canovas y Cobaleda presentaron el monólogo Noto una presión aquí , e impartieron taller de teatro para iniciar en el arte a esta veintena de muchachas.

Traídas al país gracias al Programa Iberescena y al Centro Cultural de España, ambas artistas cargan en su currículo décadas de experiencia trabajando en cárceles españolas, como parte del reconocido Grupo de Teatro Yeses.

“El teatro es liberador, ayuda a formarse, a adquirir sensibilidad. En las obras se puede denunciar las cosas con humor, para qué va a venir un escritor a escribir sobre la cárcel si vosotras estáis bebiendo de la propia fuente”, las motivó Canovas, funcionaria de la cárcel de mujeres de Yeserías y fundadora del grupo.

Lección. Acto seguido, comenzó la función. Enfundada en un finísimo traje de marca, Cristina –exprivada de libertad– dio vida a un personaje que disertó sobre las injusticias de la moda, para demostrarle al público cómo una cosa tan frívola, puede convertirse en una verdadera cárcel para las mujeres.

Cada palabra suya fue seguida por las privadas de libertad, quienes premiaron con risas las ocurrencias de una superficial señora en busca del vestido de moda.

Una vez finalizado el monólogo, las invitadas se plantaron frente a las mujeres para conversar con ellas y escuchar su “crítica dura”. Esos minutos de anécdotas, consejos y observaciones, fueron el preámbulo del taller de teatro que la misma Canovas le impartió a las privadas de libertad.

Durante más de una hora, el grupo de mujeres participó gustoso en dinámicas, interpretaciones, juegos y breves obras de teatro.

“Nos hemos sentido plenas, realizadas y terminamos amando mucho más el teatro. ¡De verdad, muchas gracias!”, les confesó Johanna Rodríguez, antes de que las invitadas terminaran la función.