El alto voltaje de Marlov Barrios

Dominio total. El artista guatemal-teco nos lleva en sus delirios de formas y colores

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Un oso que perdió una pata ha perseguido a Marlov Barrios. “Es un personaje de un cuento ruso incluido en un libro escolar de Guatemala, y siempre lo recuerdo”, refiere el artista; así que, para andar menos, el oso vive hoy en un dibujo, inquilino de estos universos desafiantes, giratorios y precisos. Marlov hace memoria y hace arte.

El artista guatemalteco Marlov Barrios (1980) ofrece la exposición Plus Volta en la Sala 1.1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC). Según Marlov, se llama Plus (más) Volta (inventor de la pila eléctrica) pues las obras procuran irradiar una gran energía, y lo hacen.

Esta muestra es solo una muestra; es decir, una breve presentación de la ya vasta y magistral obra de un arquitecto, dibujante, escultor y pintor de 34 años, uno de los creadores más originales de Centroamérica y artista-artista él sí. Las obras de Marlov Barrios son autosuficientes y soberbias (ambas palabras en el buen sentido).

Vértigos. La exhibición se compone de Altar barroco, una serigrafía sobre pared; Micro fe, cinco dibujos de mediano formato; Optimus, cinco xilografías (grabados en madera); tallas de cedro; dos espirales de papel, y Emblemática I, una pintura hecha con computadora.

Barrios revela su formación de arquitecto en sus líneas claras y continuas; su dominio en el laberinto de las perspectivas, su fiesta del color, la actualidad urgente de sus temas (las maras y sus símbolos), su conexión tradicional (las alusiones a los ritos cristianos) y su visión irónica de lo cotidiano (sus tallas, tan familiares y hostiles).

“Cada dibujo me ha tomado meses, no por el acto de dibujar, sino para imaginar la composición de modo que los elementos se equilibren, que el vacío no se imponga”, expresa el artista.

Un dibujo suma un obelisco, tres banderas, la cola de un lagarto que tal vez solo sea nubes iguales a un lagarto; un caos sorpresivo (para caos rutinarios, los gobiernos) de cosas que “no deberían estar aquí, pero están”, cual decía Howard Phillips Lovecraft de los seres inquietantes que invadían sus cuentos de horror.

Los dibujos de la serie Micro fe (2010) marean por el vértigo de sus múltiples miradas: perspectivas multi-Escher. “Los elementos se generan unos a otros”, dice Barrios; y vamos con ellos de una sorpresa a otra, como ante un cuerno de la abundancia que lanza petróleo junto al edificio Empire State, de Nueva York.

En el dibujo Susurros, un ser humano lleva una pirámide maya por cabeza y abre los brazos. “Es como el instante de la creación”, dice Barrios. Los elementos se acercan al hombre-imán: ruedas, aves, brazos, cuñas, figuras geométricas, dientes y un animal felino y canino a la vez. Todo es cambiante, e ignoramos qué ocurra por las noches en los dibujos cuando estén solos y les apaguen la luz.

Excepto las xilografías, ninguna de las piezas bidimensionales siguió un boceto: se hicieron a mano alzada. Marlov trabajó con plumilla y tinta china.

Corazas y bestiarios. Altar barroco es una obra que se ilumina de colores: una intervención con serigrafía y vinilo adhesivo sobre una pared blanca. Nos miran elementos del campo: caballos, vacas, toros, gallos, más intrusos en la imaginación americana, como leones y cobras. Un águila ostenta un escudo de los Estados Unidos en la parte superior.

El fondo de unos rayos coloridos sugiere el haz radiante de Zeus. En la altura, un triángulo insinúa el de la Santísima Trinidad de la iconografía cristiana. Para el artista, toda esta composición alude a los altares barrocos de los templos coloniales.

Las cinco xilografías conjuntan elementos dispares; así, El divino rostro exhibe un avión que se estrella contra un yelmo romano, a la par de una vagina. Las figuras sexuales se repiten en los otros grabados, que carecen de título.

El trazo es nítido; las proporciones, justas, pero la composición ya es otra cosa: la simultaneidad imposible convierte un sueño en pesadilla, más desafiante aún pues los imposibles vecindarios de estas cosas mantienen proporciones internas y, a veces, hasta simetría. Marlov Barrios sueña con orden y en geométricos delirios.

Una xilografía incluye una coraza, un bestiario y elementos tecnológicos. Otro grabado presenta una mano que, para el artista, es un saludo nazi, pero no está lejos de la iconografía oriental que imagina una mano divina cruzada por un ojo. Cerca, otra mano lanza un signo de las maras. Aquí, todo es lo que también podría ser.

La siguiente xilografía, “en negativo”, representa un escudo estilizado; el cañón de un revólver se curva, algo como una torre se inclina, una vía férrea parece una alfombra...

Otro notable grabado ilustra un carro de combate; sobre él levitan manos que exhiben nuevamente signos de las maras. La minuciosidad de las sombras urdidas en la madera, provocan el recuerdo del estilo casi xilográfico de los “comix” de Robert Crumb.

El siguiente grabado alude a los tatuajes de los delincuentes. Una corona de espinas es el aura de un rostro exasperado, casi una máscara por la profusión de unos tatuajes.

Toca madera. Marlov Barrios es también un maestro tallador de la madera (el cedro). Colmena expone seis pentágonos, que el artista desea multiplicar en alusión al poder militar de los Estados Unidos.

Tres piezas se llaman Tótem : una es cuadrada; dos, en forma de tridente; todas muestran conos o púas, constante en la obra de Barrios. La mano de la vista pasa sobre las púas y se inquieta por la hostilidad (o la defensa) que recibe de ellas. (Estudios de neurociencias han detectado la desazón que produce la vista de objetos puntiagudos o cortantes: amenazas que preferimos eludir.)

Las púas (¡ay de las camisas!) también decoran una plancha de de madera que se prolonga en pala que se alarga en látigo que se extiende en dos estribos. Todo forma un laberinto de una línea, como en los que Borges soñaba en sus insomnios.

Emblemática I (2009) es un ejemplo de otra técnica usada por Marlov Barrios. Aquí acudió a la inyección digital sobre papel de algodón. Una suerte de “collage” sin tijeras resume los motivos del artista: los edificios (curvos para un mejor delirio), el avión que choca (ahora envuelto en llamas), los signos manuales de las maras y la vagina.

Arriba se asoma un personaje de la agobiadora cinta de Luis Buñuel Los olvidados. “Este cuadro alude a la violencia intrafamiliar”, indica el pintor.

En el centro de la sala se ofrecen las Catedrales , dos piezas unidas por la base. Son espirales hechas con papel de calco, cual pergamino translúcido. Estas obras sugieren que son coronas de reyes, tiaras papales (gorros altos con tres coronas circulares), castillos o –precisamente– iglesias o catedrales.

Con punzones, Barrios ha logrado relieves que forman dibujos: a veces geométricos, a veces estilizados, siempre irrepetidos.

“La obra de Marlov Barrios encuentra referentes tanto en las culturas prehispánicas como en la herencia religiosa resultante de la imposición colonial. Esto se empata con una apropiación de lenguajes que devienen del bombardeo mediático y de la alienación que ‘desdibujan las fronteras entre las fuentes iconográficas’, como el artista menciona”, opina María José Chavarría, curadora del MADC.

Marlov Barrios expone ahora por segunda vez en Costa Rica. Hace dos meses, en la Galería Nacional, él exhibió dibujos en papel y un dibujo mural, gigante, laberíntico, que estampó a mano alzada sobre una pared. Ahora, en el MADC, los colores de sus sueños se abren de pared a pared.

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Artista andante. Marlov Barrios nació en la Ciudad de Guatemala en 1980. Estudió arquitectura en la Universidad San Carlos de Guatemala y grabado en la Escuela La Esmeralda, en México.

Es cofundador del grupo La Torana, con el cual participó en la primera Trienal del Caribe, la en República Dominicana en el 2010. Barrios es iniciador del Taller Experimental de Gráfica de Guatemala y del grupo de artistas La Ruleta. Ha presentado 13 exposiciones individuales en Guatemala y México, y colectivas en El Salvador, Honduras, Cuba, Taiwán y otros países.

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Pasen a la sala. Plus Volta se ofrece hasta el 15 de mayo al 4 de julio en la Sala 1.1 del MADC (Centro Nacional de la Cultura). Se abre de lunes a sábado 9:30 a. m. a 5 p. m. Teléfono 2257-7202.