Diana Méndez captura la gráfica popular en sus fotografías

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Tomé esta fotografía en San José. Es parte de un demo (una muestra) compuesto por varias imágenes originalmente pensadas para participar en Somos ticos , una información especial de La Nación . Como parte de ese demo, la foto no tiene un nombre propio. El espíritu de esa serie fue retratar la gráfica popular, el decorado artesanal criollo en fachadas y muros. Esta fue mi misión: recorrer barrios de la capital para adentrarme en zonas ricas en este tipo de imaginería. Así me encontré con este cuadro.

Esta fotografía tal vez no corresponda a la propuesta original de imágenes sobre la identidad costarricense, pero, al encontrar a este hombre, el decorado del local se convierte –como parte de un todo– en el contexto de esa realidad.

La composición y la toma de la fotografía implicaron una dificultad agravada por la presencia de obstáculos: automóviles, peatones en la acera e incluso el sonido del obturador de la cámara, el que, pese a lo sutil, podría alertar al indigente sobre mi presencia y descomponer el cuadro.

Generalmente prefiero tomar imágenes humanas: una persona, una situación o una mirada que reflejen escenas cotidianas; es decir, la vida común de una persona en su contexto, con los elementos que lo afectan, lo modulan o lo determinan. Me resulta inexplicable el porqué de esta preferencia.

La imagen resulta de un momento cotidiano que genera en mí una rápida reflexión. Como fotoperiodista, esa oportunidad resulta enriquecedora para construir mi labor gráfica.

Como arte, la fotografía se modifica siempre. Yo he atravesado cambios desde que mis allegados consideraban este trabajo como un pasatiempo, hasta cambiar ese estigma –propio de opiniones estrechas–, que encasilla la fotografía en un cuarto de 16 metros cuadrados, con un fondo y un rótulo. Eso no está mal, pero hay un más allá.

Convencida de que el fotoperiodismo es un arte, al igual que la pintura, trato de expresar sensaciones y emociones mediante situaciones específicas. A la vez, esto me permite comunicar.

Esta imagen contiene una fuerte influencia de uno de mis mayores inspiradores: el fotógrafo estadounidense Alex Webb. Él prefiere retratar situaciones cotidianas de individuos de todas las clases sociales. Webb juega con colores contrastantes, superpone planos y tiene un estilo muy propio para el enmarcado del personaje o la situación.

Asimismo, admiro el trabajo de Martin Parr, fotógrafo de documentación social, conocido por su sentido del humor y por su mirada irónica en torno al estilo de vida de las personas. He de mencionar también a Josef Koudelka; su intenso trabajo para retratar al pueblo gitano me atrae profundamente.

El objetivo de esos recreadores de imágenes es plasmar realidades. Ellos son generadores de alegría y retratistas de crueldad, realidades a las que muchas veces el ojo es ajeno o de las que se aparta.

La influencia de creadores de tan alto nivel es mi fuente de energía para emprender nuevos proyectos –sobre todo de carácter social–, a fin de enriquecer mi labor como persona y ser capaz de transportar al espectador a la situación retratada.