Crona, libre señora de los bosques: Un mito en favor del feminismo

Sin compro-misos Un casi ignorado mito griego sobre la ancianidad de las mujeres

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Aunque la vejez se considera en general una época de la vida profundamente indeseable según nuestros valores culturales, esta actitud es mucho más intensa cuando se trata de mujeres, debido al hecho de que a ellas se las valora, en la sociedad patriarcal, fundamentalmente por su capacidad para procrear y despertar erotismo. Envejecer las vuelve particularmente expuestas a la misoginia.

Así, por ejemplo, para Arthur Schopenhauer (1788-1860), “una mujer de edad –es decir, incapaz de tener hijos– no nos inspira más que un sentimiento de aversión”. En consecuencia, para él, “desde el punto de vista racional, no se ve por qué, cuando una mujer sufre algún mal crónico, no tiene hijos o se ha hecho vieja, no había de tomar su marido otra más”.

Para Paul Julius Moebius (1853-1907), al que se considera “un autorizado representante del auge científico y positivista” de la segunda mitad el siglo XIX, el florecer y marchitarse de la belleza femenina corres-ponde también a modificaciones psíquicas paralelas. Según Moebius, todas las facultades mentales de una mujer se encaminan exclusivamente a encontrar al hombre que le conviene, de lo cual depende “toda la suerte de su vida”.

Una vez encontrado aquel hombre, lo más frecuente es que la mujer empiece a perder sus facultades, que ya cumplieron su fin.

De ese modo, “las mujeres pueden compararse a un batallón que debe hacer frente a repetidos asaltos del enemigo, que en este caso es el tiempo. Unas caen en las primeras escaramuzas; otras se vuelven deficientes después de algunos años de matrimonio; las restantes se tienen en pie un poco más tiempo, pero al fin son vencidas, ya sea volviéndose tontas, ya sea disecándose en una vida de viejas solteras extravagantes”.

Sin embargo, para Moebius, incluso las mujeres que han “resistido la batalla” deben sufrir “el ataque final del enemigo: la edad crítica”. Con los hombres es distinto, piensa Moebius, porque, “cuanto más superior es un ser, tanto más tarde madura”.

“Deficiencia mental”. Como la superioridad viril se da por sentada, se da por sentado también no solo que ellos envejecen más tarde, sino que conservan sus facultades mentales casi hasta el fin de su existencia porque, siempre según Moebius, la naturaleza les ha asignado “metas más elevadas”.

Como muchos otros hasta hoy, Moebius identifica “actividad sexual” con “capacidad procreativa”. Así, afirma que, al desaparecer la “actividad sexual”, en las mujeres desaparece también la cerebral, dado que las funciones del organismo están coordinadas, de modo que del climaterio, “por el cual la mujer se hace vieja, no podemos esperar más que un debilitamiento de las facultades mentales”.

Reconociendo algunas excepciones, Moebius afirma que “el grueso del ejército sucumbe”. Por suerte, dice él, “la simple deficiencia mental de la mujer no modifica sus cualidades realmente positivas, y conserva íntegro el sentimiento materno”.

Así, las mujeres viejas despiertan cierta indiferencia y hasta benevolencia y compasión en los hombres. Aquí, apelando a los refranes y proverbios populares que califican a las ancianas de supersticiosas, cobardes, mezquinas, locuaces, pendencieras, y maldicientes, Moebius dice que ellas tendrán alguna responsabilidad por los vicios que les atribuyen puesto que se trata de cualidades todas que indican un bajo nivel de las facultades mentales y que, por lo tanto, demuestran la deficiencia mental de la mujer. Luego agrega que, para ser justos, “la opinión popular sería más benévola si las viejas fuesen menos feas” y por lo tanto “menos odiosas”.

A su vez, Immanuel Kant (1724-1804) consideró “terrible para toda mujer” el momento de hacerse vieja, pero les recomendó, para no entregarse al malhumor y a la tristeza, la lectura y el culto de la inteligencia a medida que “van desa-pareciendo las tensiones o los encantos”.

Nuevo arquetipo. Como un modo de desarticular esas ideas y dar un nuevo significado a la vejez femenina, podría utilizarse el vocablo “crona”, la designación general para la antigua diosa Triple; o sea, la diosa de la Vida, la Muerte y la Regeneración, en su aspecto de divinidad de la muerte, representada como una anciana o como una figura devoradora; ejemplos: Kali, Cerridwen, Hécate, Hel, Perséfone, Morgana, etcétera.

Ellas representan la vejez, el invierno, la Luna menguante y otros símbolos de destrucción o disolución. No obstante, en culturas integrales –como fueron las que adoraban divinidades femeninas–, eso no tenía el aspecto siniestro que representa para la nuestra cultura.

La vejez solamente era una etapa de la vida, de un ciclo que se repetía una y otra vez: a la vida la seguía la muerte; a la muerte, la regeneración.

La Crona también representaba la fase posmenopáusica de la vida femenina, y sus altares eran servidos por sacerdotisas ancianas. Esto era así porque se creía que las mujeres se volvían verdaderamente sabias con la edad. Por esto, la Crona era usualmente una diosa de Sabiduría.

En la actualidad hay una mala comprensión de este símbolo. Caroline Myss señala que, en los cuentos de hadas y en nuestro inconsciente colectivo, la Crona a menudo es descrita como una anciana que vive en los bosques, con frecuencia asociada con las brujas o la conducta excéntrica.

Según Myss, esa imagen de una mujer sola en los bosques, representa simbólicamente a la que se ha liberado de sus programaciones tribales. La Crona ya no basa sus actividades, pensamientos y autoimagen en la aprobación de su familia. Es libre de ir y venir según le plazca y en sus propios términos.

La Crona no necesita estar sola, pero sus relaciones son probablemente de compañerismo y satisfacción mutuos. Myss sugiere que las mujeres tenemos mucha necesidad de un nuevo arquetipo: la Crona Acuario en este tiempo.

La autora es el reciente Premio Magón. Se ha especializado estudiar en asuntos sociales de la mujer. Este artículo reproduce una entrada de su más reciente libro, ‘Terminología feminista’ (Uruk, Editores).