Crítica de teatro: ‘Terrenal, pequeño misterio ácrata’

Terrenal, pequeño misterio ácrata cerró el IX Encuentro Nacional de Teatro

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Antes de lanzarme a esta aventura crítica, debo aceptar mis propios límites para analizar una obra cuya dramaturgia está atravesada por innumerables referencias a la cultura argentina. En esa brecha hay pérdidas, pero también un hallazgo relacionado con la capacidad del montaje para hacerse entender, más allá de los códigos impuestos por su contexto histórico, geográfico y lingüístico.

Dicha capacidad se fundamenta en la fusión de dos grandes ejes: uno religioso y otro político-económico. Al respecto, Mauricio Kartun toma la historia bíblica de Caín y Abel para explicar las consecuencias de abrazar el capitalismo o el ecosocialismo como modelos organizativos de la vida civilizada. En este caso, Caín es un pujante empresario celoso de sus bienes y Abel, un proletario feliz de su libertad.

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Los hermanos son vecinos y, sin saberlo, precaristas de una parcela donde Tatita –el abuelo con atribuciones de padre y dios– los ha instalado sin tener título de propiedad. Las disputas fraternas se van incrementando hasta que Tatita llega, después de veinte años de ausencia. Una frágil tregua se instala de la mano de esta deidad embaucadora que aparece cuando le conviene.

Aunque sepamos, a priori , el desenlace de Abel en manos de Caín, la puesta funciona para ventilar conflictos tales como la privatización versus el usufructo colectivo de la tierra, o la productividad salvaje versus el uso sostenible de los recursos naturales. El montaje sugiere que la manera de resolver estos conflictos determina el valor –material e inmaterial– que le otorgamos a cualquier forma de vida, inclusive la humana.

En el plano artístico, Terrenal nos dejó actuaciones memorables. Caín y Abel son una mezcla virtuosa de absurdos personajes beckettianos y de las duplas cómicas –al estilo de Laurel y Hardy– que solucionan sus diferencias a punta de porrazos. Tatita, por su parte, es un gaucho dicharachero, con el ingenio a flor de labios y absoluta disposición para la parranda y el trago.

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La amplia paleta expresiva de los intérpretes y la caracterización derivada del vestuario y el maquillaje dan como resultado personajes que nos hacen reír a pesar de su trágico destino. De sus bocas emerge un lenguaje extraño y seductor. Este se basa en la libre asociación de palabras, en la abundancia de figuras retóricas y en la cita de pasajes bíblicos, refranes populares, argot gauchesco y nociones de la economía política.

En su conjunto, la obra es una experiencia audaz. El profano atrevimiento de reinventar los mitos fundacionales del Libro del Génesis nos ubica, como público, frente a un hecho teatral estimulante en lo intelectual y en lo emotivo. No en balde, por más de una hora, podemos darnos el ácrata lujo de juzgar la conducta del Creador y la de sus imperfectas criaturas.

Terrenal es, finalmente, un espectáculo de profundas resonancias poéticas e ideológicas plasmado, en el escenario, con el mismo nivel de excelencia con el que fue escrito. En su ámbito discursivo, envía un mensaje claro: el individualismo es el padre de todos los crímenes. Sin duda, esta potente moraleja puede interpelar por igual a quien mantenga la Biblia o El capital de Marx sobre su mesita de noche.

Ficha artística

Dramaturgia y dirección: Mauricio Kartun

Asistencia de dirección : Alan Darling

Actuación : Claudio Martínez, Claudio Da Passano, Rafael Bruza

Escenografía y vestuario : Gabriela Fernández

Iluminación : Leandra Rodríguez

Diseño sonoro : Eliana Liuni

Espacio : Teatro Popular Melico Salazar

Fecha : 30 de octubre de 2016