Crítica de teatro: ‘Las voces del tiempo’

Proyecto regional: Las voces del tiempo hablan de la guerra

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En el libro Psicología social de la guerra (1990), Ignacio Martín-Baró asegura que muchos campesinos desplazados por el conflicto civil en El Salvador (1980–1992) sufrían una condición mental tipificada como delirio paranoide . En cercanía de extraños, los campesinos mostraban estados de alerta, desconfianza y temor excesivos. Además, escrutaban cada gesto o palabra ajenos en busca de posibles peligros. Este y otros traumas causados por la exposición sostenida a un evento bélico constituyen la materia prima de Las voces del tiempo , bajo la dirección de Jorge Hugo Carrillo.

Llevado a escena como un proyecto de colaboración artística entre México, Guatemala, El Salvador y Costa Rica, este espectáculo presenta a un hombre –mental y físicamente enfermo– que evoca su pasado al leer las cartas escritas por sus parientes asesinados en la guerra. Los fantasmas de su memoria aparecen ante él para confrontarlo y obligarlo a ejercer el doloroso acto de recordar. Las voces del tiempo se ubica en los años posteriores a las guerras civiles que arrasaron Centroamérica, durante la década de los ochenta.

La dramaturgia de Jorgelina Cerritos es retadora: teje el conflicto del hombre con sus fantasmas a partir de diálogos que ofrecen escasa información de contexto. Los datos que recibimos para ir reconstruyendo los pormenores de la trama son fragmentarios, al punto de generar más incertidumbre que certeza.

Por otra parte, las situaciones que vemos en el escenario rompen la continuidad de espacio–tiempo de modo que el pasado y el presente del protagonista ocurren de forma simultánea. Es fácil perderse en esta especie de laberinto. Si a todo lo anterior le sumamos que los tres personajes femeninos –representados por una misma actriz– se parecen entre sí, tenemos una puesta que rebasó la capacidad de ilación de este espectador.

Hacia la mitad de la función, me rendí y quedé rezagado al no poder seguir la progresión de los acontecimientos. De poco me sirvió escrutar cada gesto o palabra en busca de posibles sentidos porque el espectáculo me dejaba observarlo, pero no participar plenamente de él. A pesar de este divorcio, logré apreciar la sincronía de las partituras corporales y la fuerza emotiva de los momentos que se potenciaban con la escenografía o con los claroscuros generados por el esquema de iluminación.

Lo paradójico de estos aciertos es que evidenciaron el oficio de los diseñadores, pero también la falta de integración de las distintas capas de la obra. Ni la luz, ni el diseño del espacio, ni la caracterización de algunos personajes lograron modular la complejidad de un texto que anula la distancia entre lo real y lo imaginario, y entre el pasado y el presente. Por el contrario, oscurecieron aún más la propuesta dramatúrgica.

Las voces del tiempo es un proyecto relevante porque vincula a artistas y organizaciones culturales de Centroamérica y México para indagar en los hechos históricos que han configurado la actualidad de nuestra región. Uno no puede dejar de celebrar esta iniciativa, aunque es necesario señalar que el espectáculo corre el riesgo de ponerle barreras a su audiencia. Así sucedió en mi caso particular. Para que no se malinterprete este punto, no estoy reivindicando el Teatro simplista o complaciente. Sin embargo, cuando una puesta tiene la clara vocación de pronunciarse sobre su época, debería preguntarse si el fondo y la forma de sus enunciados colocan al espectador en una posición de diálogo o en un laberinto que no es precisamente el de la memoria.

FICHA TÉCNICA: ‘Las voces del tiempo’

Dirección : Jorge Hugo Carrillo

Dramaturgia: Jorgelina Cerritos

Producción: Arline Sobalvarro

Investigación: Ana Lorena Carrillo

Asistente de dirección: Víctor Candray

Diseño plástico: Dedé Coseani

Diseño sonoro: Reinaldo Amién

Iluminación: Juan García

Diseño gráfico: Dharma Morales, Mercedes Cabrera

Elenco: Omar Renderos, Adriana Segura, Marcelo Solares

Función: Sábado 22 de noviembre de 2014

Espacio: Teatro Impromptu – Giratablas