Crítica de teatro: ‘El inspector’, una denuncia convertida en chiste

El inspector , en el Teatro Espressivo: el humor pierde cuando negocia la risa

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En El inspector , Nikolái Gógol (1809-1852) satiriza el impacto de la corrupción en los estamentos públicos y privados del Imperio ruso. El texto trascendió su época para consolidarse como una denuncia –aún vigente– contra quienes se han olvidado de practicar la honradez. El servilismo, la hipocresía y la doble moral son otros temas que esta comedia aborda sin miramientos.

LEA MÁS: En ‘El Inspector’, la corrupción política se desdobla entre risas

La trama es simple: las ineptas autoridades de un pueblo confunden a un malviviente con un inspector del gobierno. Asustadas por la posibilidad de ser pilladas in fraganti, traman un complot para encubrir sus malas prácticas y ganarse, al mismo tiempo, los favores del supuesto funcionario. A partir de sobornos, excusas y simulaciones de toda índole, el plan se enreda hasta desatar el caos.

La directora Liubov Otto apostó por un diseño de personajes basado en la exageración de los rasgos físicos como un reflejo amplificado de las taras morales. Conducta y apariencia se fundieron en cuerpos caricaturescos. El uso de maquillaje y prótesis respaldó el trabajo vocal, gestual y corporal del elenco para amalgamar este tipo de interpretación.

El predominio del vestuario en color rosado uniformó apariencias y llevó un paso adelante el concepto de la caricatura. Las rosadas figuras sobre el escenario blanco lograron articular la idea de un colectivo en el que cada individuo termina pareciéndose a los demás. Sin duda, la corrupción hermana e iguala.

Fue lamentable que este acierto inicial se diluyera en una serie de decisiones de puesta en escena que debilitaron la concepción general del montaje. Era innecesario recurrir, por ejemplo, a los recursos de la comedia de golpe y porrazo para negociar risas. Una balalaika se encargó de extraer chichotas en una parodia del humor físico de los Tres Chiflados o algo por el estilo.

También fue desafortunada la sustitución de los nombres originales de los personajes por una mezcla de los nombres verdaderos de los actores y patronímicos rusos. El resultado podrá hacerle gracia al elenco o a sus progenitores, pero no aporta nada al discurso de fondo y falla –por su carácter antojadizo– en su intento de empujar los hechos hacia el entorno costarricense.

En esa misma dirección, las referencias al acontecer nacional resultaron trilladas. Alusiones a la banda de las “robapantallas”, los puentes Bailey o el trasiego de patentes de licor se añadieron al libreto en un afán de acercarlo a nuestra realidad. Sin embargo, dichas alusiones no remitieron a nadie en particular como si la corrupción fuera un ejercicio impersonal e inimputable.

Los “chistes” injertados en la dramaturgia convirtieron a El inspector en un espectáculo de doble cara. Por un lado, se vende como una obra que expone y satiriza la corrupción, pero, en lo concreto, canjea la crítica social por risas confortables. Lo que este montaje sí logró fue destilar una especie de Gógol tropical que se suma al carnaval infinito desde el cual solemos abordar las contradicciones de nuestra vida en sociedad.

Dirección: Liubov Otto. Dramaturgia: Nikolái Gógol (Adaptación: Andrea Gómez). Elenco: Jean Martén, Katia Mora, Melvin Jiménez, Antonio Rojas, María Luisa Garita, Daniela Valenciano, María Orozco, Pedro Sánchez, Javier Montenegro, Carlos Alvarado. Escenografía e iluminación: Emilio Aguilar. Vestuario: Francisco Aguilar. Musicalización: Rodrigo Oviedo. Espacio: Teatro Espressivo. Función: 24 de enero de 2016.