Crítica de teatro de ‘Arcoíris de palomas’: Rituales para conjurar la muerte

La obra se basa en un texto con muchas oportunidades de mejora

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Yenifer Sandoval debuta, en su doble rol de dramaturga y directora, con un espectáculo que explora las emociones disparadas por el deceso de una persona querida. La historia de fondo es simple: una abuela que desea compañía, a pesar de tener familia numerosa, le alquila un cuarto de su casa a un desconocido. El hecho provoca malestar en sus parientes, pero también, reacciones inesperadas.

La obra se estructura a partir del contraste entre situaciones ordinarias y extraordinarias. La algarabía alrededor de un partido de fútbol o una sobremesa se alternan con rituales en los que el elenco trabaja con velas, cuchillos y otros elementos simbólicos que remiten a la muerte. El uso permanente de máscaras y la iluminación se confabulan para generar atmósferas amenazantes.

Los pasajes extracotidianos son los mejor logrados. En ellos se aprecian hallazgos en el trabajo corporal del elenco y en las sonoridades producidas por la mezcla de efectos pregrabados y música en vivo. Las máscaras resultan eficaces en tanto anulan el género o la edad de los personajes para enfatizar en lo que estos dicen y hacen. De esta manera, el foco recae en la crítica de ciertas conductas, al margen de quien las asuma.

En esa línea, el nuevo inquilino de la abuela se convierte en un potente hilo conductor de la trama. Al contrario de los demás personajes, no lleva máscara ni pronuncia una sola palabra. Su actitud desafiante expresa superioridad y control, inclusive, sobre el público al que nunca deja de escudriñar. El diseño del personaje es un insumo fundamental para intensificar el clima ominoso de la obra.

Las secuencias cotidianas son las que presentan menor desarrollo. Es difícil entender si hay un intento de parodiar el estilo de los culebrones televisivos o si así es como el equipo artístico concibe los conflictos familiares y pasionales. El manejo de los códigos del melodrama podría profundizarse para evitar esa ambigüedad y darle mayor consistencia estilística al montaje.

Queda pendiente solucionar el problema de la disposición del público. Al estar todas las butacas a la misma altura, las acciones abajo del escenario son obstruidas por los espectadores de las primeras filas. Quienes se sientan atrás deben hacer acrobacias a fin de no perder detalle. Más que un efecto buscado, la visibilidad limitada es un desacierto en el diseño espacial.

El espectáculo confirma que ni los más responsables esfuerzos de la dirección escénica pueden salvar del naufragio a un texto dramático débil. En este caso, fue aventurado para Sandoval asumir el doble reto de escribir y dirigir en el marco de un debut profesional. Sin embargo, el desafío deja entrever su capacidad de producir imágenes y atmósferas seductoras.

Arcoíris de palomas es una suma de breves rituales para conjurar el dolor infligido por un fallecimiento. En los últimos diálogos de la puesta, descansa una moraleja: la vida, junto a los seres amados, debe disfrutarse hoy. Si desperdiciamos el tiempo en nimiedades, quizás mañana no sea posible.

Ficha artística

Dirección escénica y dramaturgia: Yenifer Sandoval

Elenco: Silvio Estrada, Tatiana Aguilar, Walter Bonilla, Hazel Segura, Pablo Vindas, Esteban Hernández

Dirección musical: Charlie Villalobos

Producción: Charco Producciones CR

Diseño de vestuario: Hazel Segura Montero

Construcción de máscaras: Charco Producciones CR

Escenografía: Silvio “Chiqui” Estrada

Utilería: Esteban Hernández, Tatiana Aguilar

Diseño de iluminación: Yenifer Sandoval, Charlie Villalobos

Fotografía: Pablo Vindas, Mauricio Acuña

Diseño gráfico: Charlie Villalobos, Mauricio Acuña

Audiovisual: Walter Bonilla Fuentes

Diseño de Arte: Elena Marín Barrantes

Espacio: Matisse Cine Espacio Temporal

Fecha: 8 de julio de 2018