Crítica de danza: Coreógrafos Residentes, espacios para experimentar y crecer

La Compañía Nacional de Danza siempre ha cultivado la diversidad estilística

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Se viene haciendo costumbre que la Compañía Nacional de Danza, presente al menos una vez al año, una temporada denominada Coreógrafos Residentes, con el objetivo de mostrar trabajos de investigación de sus miembros. En el 2016 , esta temporada está conformada por dos estrenos y una reposición: Concierto, de Pablo Caravaca, Divina resiliencia, de Javier Jiménez y Bosque húmedo, de la exdirectora Marcela Aguilar.

Concierto, de Pablo Caravaca, es una creación de corte abstracto que fue interpretada por Neni Bolaños, Carlos Soto y Xinia Vargas. Está inspirada en el bello concierto para clarinete de compositor costarricense Carlos Escalante y cuenta con un diseño de vestuario de Isadora Escorza.

Es un trabajo en el que se privilegia el movimiento puro, casi siempre periférico y brillante en el cual se requiere de sincronía para la ejecución. El lenguaje y abordaje espacial que plantea Caravaca es interesante y desafiante para los bailarines. Sin embargo, estos no siempre lograron verse precisos en las secciones de unísonos o proyectando con seguridad durante la obra. Espero ver Concierto en otra temporada, más afianzado para disfrutarlo.

Bosque húmedo, de Marcela Aguilar, es asumido por más de una decena de integrantes del programa Contacto Independiente, dirigidos por Mario Vircha. Esta obra, que tiene música Fidel Gamboa, recientemente la vimos en el Festival de Coreógrafos y también se bailó en el Festival de la creatividad del Teatro Nacional.

En esta oportunidad, la observo más limpia, sus intérpretes se notan más apropiados de los movimientos y poseen mayor proyección, es decir gozan al bailarla. Cabe destacar, la participación de José Duarte y María Laura Gutiérrez, quienes demuestran buen dominio técnico y acoplamiento en el dúo.

El cierre de la función se realizó en el patio de ingreso al teatro, con el dúo de Javier Jiménez, cuyo título es Divina resiliencia , a cargo del coreógrafo y Roxana Coto. Con este trabajo Jiménez toma distancia de sus montajes anteriores en los cuales, el diseño del espacio, los elencos numerosos y el movimiento puro han sido los protagónicos.

Ahora, nos invita a una creación intimista, más narrativa sin caer en lo literal, para plantear la historia de una mujer que se enfrenta a constantes desafíos. El concepto de luces, vestuario, edición musical y utilería son de Jiménez, y en este sentido señalo que supo aprovechar el entorno para integrarlo al discurso de la la obra.

En Divina resiliencia , Roxana Coto interpreta a esa mujer que después de cada lucha y caída va acumulando fuerza para continuar viviendo. El coreógrafo también saca provecho de las condiciones técnicas de Coto y las explota al máximo para mostrar a una intérprete en plenitud y que logra dar un personaje con mayor matices. A Jiménez como intérprete le falta mayor entrega al personaje (destino/hombre) que desafía a la mujer, pues se le ve más preocupado por todos los detalles del complejo montaje. Es lógico cuando uno monta y baila es muy difícil desdoblarse, pero aún así, debe de asumir las consecuencias.