Con la larga espera aparecieron las mañas

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Los árboles al lado norte de La Sabana sirvieron ayer como puntos de refugio y espera y, por lo tanto, fueron de los sitios más cotizados entre quienes llegaron desde temprano para ver a Calle 13 .

Miles de personas fueron bastante pacientes, pues arribaron a este lugar antes de las 5:00 p. m., lo que representó aguardar por el popular dúo puertorriqueño , durante cuatro horas.

La corteza de los árboles funcionó a la perfección para quienes optaron por sentarse.

Otros decidieron mantenerse de pie o, simplemente, tirarse al suelo, en grupos esparcidos que conforme pasaba el tiempo se estrechaban hacia la tarima.

Así, el Parque Metropolitano fue tomado en su mayoría por adolescentes y jóvenes, quienes se prepararon para la larga espera.

Por eso, el paisaje dejó ver cómo el público llegó en grupos de amigos que llevaron comida, bebidas, sábanas y hasta juegos de mesa.

Así lo hicieron seis compañeros de la carrera de Educación Física, en la Universidad de Costa Rica.

Ellos, alejados a unos 60 metros de la tarima donde luego cantarían Residente y Visitante, sacaron las cartas y comenzaron a jugar Phase 10 , algo que también hacen durante sus ratos libres en la Universidad.

“Le dijimos a la dueña del juego que lo trajera porque sabíamos que tendríamos que esperar como cuatro horas. Por dicha el juego dura mucho y así pasamos entretenidos”, contó Gerald Valderramos.

Pero como no solo de juegos vive el hombre, ellos optaron por comer antes de ingresar al parque.

“Era mejor comer antes de venir. Aquí la estamos pasando, todo muy tranquilo”, dijo Ana Muñoz.

El pulmón capitalino también albergó a los infaltables vendedores ambulantes, aunque en esta ocasión no se escuchó el grito por doquier de “¡compro entradas que le sobren!”.

Entre el público, resaltó quienes se atrevieron a meterse, entre el mar de gente, con sillas playeras o de plástico. Por ahí apareció más de un muchachillo con patineta o incluso los que cargaron con los implementos necesarios para practicar malabarismo.

Además, no perderse del espectáculo de Calle 13 significó cierta organización, ya que algunos llegaron temprano para apartarle el espacio a los compas que no podían acompañarlos desde temprano.

La joven Érika Barboza fue, con su hermana y una amiga, una de las pocas afortunadas de estar junto a las vallas que separaban el espacio para el público del escenario.

“Nos vinimos más temprano para cuidar el campo. Somos ocho los que veremos el concierto. No hemos tenido ningún problema haciendo esto”, expresó la muchacha, cuando todavía existía presencia del Sol.

Lo que pareció una espera eterna, fue un tanto más llevadera con la música que la organización ofreció, principalmente, con ritmos latinos que calentaron a poquitos una noche que se dejaba sentir fría al inicio' e hirviendo en momentos en que se acercaba las 9 p. m.