Buzón lleno

Pero el buzón de afuera, el de la acera, el olvidado. Ahora con tanta inmediatez de doble checks hemos olvidado la ansiedad de esperar una respuesta; la angustia por saber si el mensaje no se quedó perdido en la sección de equipaje.

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Si la verdad absoluta fuera que solo tenemos esta vida para existir, entonces tomar la decisión de contarle a un completo extraño lo que sea, sería misericordioso.

Hace un par de años descubrí en la compra y venta El Libro Azul en San José, un estante con tarjetas postales. Solo compraba las que tenían algo escrito, porque la morbosidad de leer un mensaje privado es irresistible.

Un tiempo después, me hablaron sobre el postcrossing . Paulo Magalhães vive en Portugal y ha tenido toda su vida una fascinación por el proceso de enviar y recibir correo, en especial postales.

“Me parece especial que alguien se tome el tiempo de elegir una postcard , de escribir a mano, de poner estampillas, de ir al correo. Demuestra que a esa persona le importa”.

En el 2005, junto a unos amigos, Paulo creó una pagina en Internet: www.postcrossing.com; desde la que lanzó una cuerda alrededor del mundo de la que nos podemos colgar para intercambiar tarjetas postales.

El acto de compartir con un desconocido es trascender; tiene fondo y forma. Pero, ¿cómo funciona?

Primero hay que entrar a la página web , luego se crea un perfil en el que se redactan las preferencias. Después, se llena un documento con información básica y luego hay que solicitar una dirección. Al terminar todo esto, le darán un código que debe apuntar en las postales que quiera enviar. Cuando a esa persona le llega la tarjeta, la va a registrar y listo.

Magalhães ya perdió la cuenta de cuantas tarjetas postales tiene pero hay una que no olvida: unos niños en las islas de Tuvalu, un país insular, le escribieron porque están tratando de hacer conciencia sobre su nación, ya que se espera que para el 2050 dejen de existir debido a un posible aumento del nivel de mar.

La meta del proyecto de Paulo es que a través de su página, las personas se puedan conectar a pesar de la raza, la edad, el genero, o las creencias.

Porque, después de todo, la debilidad del papel solo esta en su pulpa celulosa.

Según la página web, en Costa Rica hay 95 usuarios activos que intercambian postales. Uno de ellos es Manuel Cartín.

“Es fascinante todo lo que me escriben, me cuentan sobre sus libros favoritos o lo que aman y odian de su ciudad”.

Manuel ha recibido más de 90 postcards y ha enviado una cantidad similar. Ha recibido de Australia, Nueva Zelanda o Japón.

“Las mejores postales que he recibido son las que hacen las personas, a veces son dibujos o la página de un libro”.

Para innovar, Manuel crea sus propias postales con fotografías que el captura para salirse del formato tradicional: tucanes, montañas, monos tití. También, inició una pagina en Facebook llamada: My Postcards Around the World, para documentar su experiencia con los intercambios.

La postal más reciente que recibió es de Japón y dice: “soy Natusko de Japón. Vivo en Hong Kong con mi familia, mi esposo y mi hija de 8 meses. El tiempo vuela cuando paso tiempo con mi hija pero soy feliz.”

En otra de las postales que ha recibido, le escribieron: “Menton es un pequeño pueblo en Italia, es conocido por la Fiesta del Limón; que es cada año en febrero. Se forman esculturas con limones y naranjas. Pero hoy está nubloso y hace mucho aire. Voy a ir a comer mariscos en un restaurante provincial, eso sí me encanta”.

A mí, se me revuelve el estomago de emoción por saber que la alopatría puede resolverse a punta de papel y lápiz; por saber que hay personas, lejos de mí con un interés genuino por conversar, por contar. Porque yo supongo, que a partir de las postales que reciba voy a construir mi propio mapa sin una frontera territorial.

***

Según la página Postcrossing, mientras yo escribo esto 439.086 tarjetas están viajando y 153.365.923.418 km se han recorrido.

Para Paul Magalhães lo significativo no es solo enviar las tarjetas; si no que muchas personas comparten secretos.

Por ejemplo, en una postal a Manuel le escribieron: “voy a ser mamá y aun no le he contando a mi esposo”.

Entonces, es posible que a veces solo nos sintamos a solos por gusto. Porque siempre hay alguien; Manuel tiene 3 cajas de zapatos llenas con abrazos, confesiones, saludos, descripciones de las últimas vacaciones en familia, de una australiana que aun se impresiona cuando ve canguros; de un papá que descubrió un mundo blanco y maravilloso en el Parque Nacional Yosemite junto a su familia; “no dejó de nevar mientras estuvimos allí, todo era muy blanco”.

Se sabe que el polvo de las casas está hecho por arena, desechos de insectos, piel humana…; entonces, tal vez la posibilidad de recorrer miles de kilómetros está en cada pedazo de papel que absorbe un poco de lo que eramos y que después de un largo viaje, será para alguien más. Por y para un viajero.