Artistas españoles se inspiran en obra de danza del tico Fred Herrera y crean escultura monumental

‘El gigante de sal’ se exhibe en Valencia y anteriormente estuvo en Berlín. El costarricense se enteró por medio de un amigo que habían tomado su puesta en escena como referencia para la obra de arte.

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Tras bañarse una y otra vez en las aguas del Pacífico y del Caribe, un hombre simula ser un hijo de mar. Así es El gigante de sal, una danza de 50 minutos que busca mostrar la grandeza del ser humano, que a partir de un cuerpo, puede emanar otro cuerpo.

Su creador y protagonista fue el artista costarricense Fred Herrera, quien en el 2015, tras subir al al escenario en diferentes sitios, incluido el Festival Internacional de las Artes (FIA), decidió dejar de presentar esta puesta en escena de danza butoh.

Han pasado seis años desde entonces y la ilusión de volver a presentar a su gigante de sal está más latente que nunca.

El año anterior recibió una llamada telefónica de un amigo suyo desde España, para darle una noticia que nunca imaginó y que hoy lo hace sentir con un “honor infinito”: dos artistas encontraron El gigante de sal en Internet y decidieron convertirlo en una escultura monumental que hoy se exhibe en el puerto de Valencia, en una plaza muy transitada por los ciudadanos.

Se trata de Joan Coderch y Javier Malabia, dos escultores de Valencia, España, quienes suelen realizar obras de cuerpos humanos.

“Yo quedé realmente muy impactado cuando una persona, que conocía el trabajo de ellos dos, me contactó para contarme. Es una enorme sorpresa, porque evidencia que del otro lado del mundo hay una resonancia de otros artistas”, comenta Herrera, quien explica que la obra es del 2013 y durante dos años se presentó en diferentes escenarios del mundo.

Esta es una obra de cuatro metros de largo por poco más de dos metros de alto y pesa entre 1.000 y 1.200 kilos. La escultura está basada en el afiche de la danza que, según explica Herrera, se ve un personaje que está a punto de dar a luz y que refleja el dolor del parto en su rostro. Además, se arquea hacia atrás, listo para darle la bienvenida a la criatura.

La obra está hecha en bronce y los artistas, quienes nunca han visto la obra de danza butoh en vivo, comenzaron a trabajar en ella desde el 2019, hasta terminarla a mediados del 2020.

De casualidades

Desde hace varios años, los escultores españoles Joan Coderch y Javier Malabia, trabajan juntos. Ellos se han dedicado a realizar obras que trasmitan sentimientos a través de las expresiones y generalmente buscan esos sentimientos en cuerpos humanos.

Para ello, hacen una investigación a través de Internet, donde buscan obras de danza, principalmente, y cuando hay un consenso entre ambos, ponen sus manos a trabajar.

Con El gigante de sal no fue muy diferente, pues durante la investigación se encontraron con el afiche de la obra, el cual los sorprendió al instante, a pesar de que no tenían idea de quién era.

“Ha sido una sorpresa y una gran alegría poder contactar con él, porque nosotros estuvimos investigando y después de ver varias piezas de ballet, encontramos el ballet butoh, que nos impactó y que no conocíamos, porque es un ballet con una expresividad y una coreografía espléndida. Cuando encontramos El gigante de sal de Fred nos quedamos maravillados con la expresión del cuerpo de esa obra y a partir de ahí fuimos evolucionando, haciendo bocetos y piezas hasta que conseguimos la obra”, explica Coderch.

Por su parte, Malabia explica que no siempre es sencillo ponerse de acuerdo sobre la escultura a desarrollar, pero que con la imagen que observaron, ambos quedaron fascinados.

“Nosotros siempre tenemos un punto de inspiración común, aunque utilicemos distintas influencias y estímulos. Entonces, siempre, antes de empezar una obra, llegamos a un punto en común y, en ese sentido, estábamos buscando algo más visceral y fue cuando nos encontramos con la danza butoh y entre las primeras imágenes no salió El gigante de sal.

“A pesar de que teníamos muchas referencias visuales, no sabíamos quién la había hecho o quién había sido el bailarín. Pero se juntaron todos los astros y al final lo encontramos”, detalla.

A los artistas les gusta trabajar siempre con un modelo en vivo, un bailarín que haga las poses con las que están trabajando y, coincidentemente, la persona que siempre trabaja con ellos es Minor Cháves, un bailarín tico que reside en Valencia.

El costarricense ha ganado varios premios y ha trabajado en la Compañía Nacional de Danza; sin embargo, desde hace unos años radica en Valencia.

“Ya tenemos una relación cercana con él y, prácticamente, en los últimos años, hemos trabajado todas las piezas de danza que hemos hecho con él, porque tiene un poder de sacrificio muy grande; entonces, trabajamos muy bien juntos y ha coincidido con que es costarricense, pero ha sido una casualidad”, afirma Coderch.

Esta fue una obra que los artistas hicieron porque sentían la necesidad de acercar el arte al público: que lo pudieran ver, tocar, sentir y presenciar su grandeza.

“Lo más importante para nosotros es intentar transmitir emociones y sentimientos. Esta es la base de nuestra obra, ya que a partir de ahí trabajamos en una serie de estilos. Es decir, intentamos llegar al corazón del espectador con mensajes, ideas y conceptos que motiven al espectador y que los ayudan a reflexionar y a pensar un poquito en qué significa esa obra y qué les puede aportar”, agrega Coderch.

Ahora, la idea de los artistas es poder llevar esta obra a diferentes lugares; no obstante, la covid-19 complica su traslado. Mientras tanto, Herrera sueña presentar en forma de agradecimiento su obra El gigante de sal en Valencia en algún momento.