Artista y obra: ‘Allegro con café en mano’, de Santiago Milé

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Santiago Milé santiagomile@gmail.com

Esta obra se intitula Allegro con café en mano . Es parte de una serie de intervenciones realizadas para Cafeoteca, en el barrio Escalante (teléfono 2253-8426). Las elaboré con tiza de color sobre pared/pizarra negra. En algunos casos, la tiza se fija a la superficie para elaborar sobreexposiciones. En mi caso, intento desvelar la línea negra con borrador –que ya se encuentra en el fondo de color negro–, y utilizo el color de la tiza para los planos que se separan de la línea.

Inicialmente elaboro un boceto que no siempre sigo in situ pues, básicamente, el placer de la ductilidad del medio permite intervenciones posteriores que recreo en la expresividad del momento. La tiza no es usualmente el medio con el cual trabajo, pero aun así me resulta gratificante por su complejidad.

No utilizo cuadrícula. Me gusta trabajar con cierta libertad, desapegándome del boceto: son medios distintos.

Habiendo iniciado la última pizarra de una serie, tuve un sueño del cual tomé un elemento que aparece en la parte superior derecha, para finalizar la composición. Sentí que iba montado dentro de un helicóptero Blackhawk pues había visto su sombra en el suelo. Lo irónico es que yo estaba en una clase de filosofía pues el profesor era de la facultad.

Entonces, él anunció que nos dirigíamos hacia la Luna. En ese momento, yo, un pasajero más, siento cómo nos transportamos a una velocidad hipersónica. Miro arriba y veo una serie de estructuras geométricas de colores fosforescentes configurándose en patrones regulares que parecían movilizarse. “Un subjetivo cielo platónico”, me dije, y desperté. Fue un detalle que quise sumar a la composición. La obra intenta reflejar el éxtasis que se experimenta al tomar una taza de café.

Me gusta dibujar desde niño, y usualmente relaciono mi infancia con una parte muy orgánica de mí. Posteriormente entré en la academia, y allí me enseñaron estructuras: ahora fluctúo entre lo espontáneo y lo formal.

Hace un tiempo vi una película de Peter Greenaway llamada A Zed & Two Noughts (1985) y me iluminó un concepto que ya sentía, pero que no sabría explicar. En una de las escenas se ve la descomposición orgánica de unos animales, aunque no tarda mucho pues va a una velocidad superior a la normal.

Desde hace un tiempo medito mucho sobre el diamante. Parte de su composición revela que pudo ser orgánico (¿madera?), y después leí que ese material orgánico se petrifica y termina siendo diamante. Así, intento que la línea que manejo vaya de lo orgánico a lo geométrico para dar a entender esta relación.

La angustia es mi tema central. Aunque aquí no sea explícito, se intuye a partir de símbolos como el diamante.

Intento definirme como “petrificacionista”. Tengo en alta estima a los fauvistas, en especial al holandés Kees van Donguen , quien en 1911 hizo una serie de retratos de su hija Dolly. En efecto, esas obras son influencias importantes para las pizarras de Cafeoteca.

No obstante, también experimento placer al escuchar una cantata de Bach, al leer a Dostoievski y el libro de Job. De ellos tomo elementos simbólicos que represento significativamente, así como también del cyber-punk , o más claramente de la Movida madrileña.