Arquitecto sueco Christer Gustafsson: “la cultura puede llegar a ser el nuevo petróleo de un país”

El Colegio de Arquitectos de Costa Rica organizó el XI Congreso de Arquitectura 2013. Tres fueron los ejes: educación, sostenibilidad y patrimonio. El arquitecto sueco Christer Gustafsson expuso los detalles del modelo Halland que trajo beneficios económicos a esa provincia sueca a partir de la restauración de 100 edificios patrimoniales.

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La conservación del patrimonio arquitectónico no debe verse como una carga financiera para el país, sino como una oportunidad de crecimiento. Pero es necesario ser creativo para convencer a todos los sectores involucrados.

Esa es la tesis que el arquitecto sueco Christer Gustafsson defendió durante su conferencia en el XI Congreso de Arquitectura: Sostenibilidad-Patrimonio-Educación , organizado por el Colegio de Arquitectos de Costa Rica, el cual concluye hoy.

Gustaffson es profesor de la Dirección de Patrimonio Cultural y Desarrollo Sostenible, en la Universidad de Uppsala, Suecia. Durante muchos años en Costa Rica se tuvo la visión de que rescatar edificios con valor patrimonial, no tenía ningún sentido. ¿Pasa lo mismo en Suecia?

Tiempo atrás, ese era el panorama dominante. Pero ahora se tiene muy clara la idea de que existe una fuerte competencia global entre las diferentes regiones y que la región más innovadora es la que va a sobresalir. Las tradiciones locales y el patrimonio cultural son ingredientes sumamente atractivos para los visitantes, pero también para la gente que quiere desarrollar proyectos creativos.

¿Cómo funciona esa relación entre creatividad y patrimonio?

Una región que busca hacer la diferencia con innovación necesita personas creativas. En varias investigaciones, hemos hallado que estas personas emprendedoras buscan instalar sus negocios en edificios históricos porque ven en ellos un valor agregado tanto para sus clientes como para fomentar el pensamiento creativo en sus respectivas empresas.

Desde esa visión, ¿qué puede aportar la cultura a la economía?

Luego de varios estudios realizados en la Universidad de Uppsala, hemos podido detectar los centros de innovación en varias ciudades y estos están asociados a la riqueza de expresiones culturales. El modelo tradicional ubicaba la cultura en un sector lejano y relegado de las grandes actividades generadoras de riqueza. Nuestra visión integra el sector cultural desde el inicio.

Ese aporte de la cultura, ¿está relacionado con el turismo?

El turismo es un rubro muy importante, pero no es el único. El viajero busca en otros países lo que no puede ver en el suyo. Las tradiciones autóctonas están asociadas a la identidad, son exclusivas de una región y es algo por lo que los turistas generalmente quieren pagar. Un ejemplo de esto es la ciudad de San Francisco, en California: ahí se respira cultura y creatividad; es ahí en donde está la capital mundial de la tecnología: Sillicon Valley.

Entonces, ¿podría decirse que se ha subestimado el potencial de generación de riqueza que tiene el sector cultural?

Por supuesto. El patrimonio cultural puede ser el futuro petróleo.

¿Y cómo despertar conciencia sobre la necesidad de conservar el patrimonio arquitectónico?

Es necesario cambiar radicalmente el enfoque de la recuperación del patrimonio pues ha estado centrado en el valor arquitectónico del edificio. La importancia de un edificio va más allá de lo estético. Un edificio o un conjunto arquitectónico debe tener un valor simbólico y sentimental para la comunidad y, además, ofrecerle algo.

¿Esto quiere decir que la recuperación del patrimonio no les corresponde solo a los arquitectos e ingenieros?

Exacto. Es necesario involucrar a expertos en varias áreas: abogados, administradores, promotores turísticos, empresarios, autoridades políticas, planificadores urbanos, y por supuesto, a la gente.

¿Cuál es la mejor forma de convencer a las autoridades políticas que son quienes tienen el poder de tomar las decisiones?

Esa es la parte más difícil, pero creo que la estrategia es hacerles ver a todos los sectores que ellos están ganando algo en el proceso y no es solo restaurar por restaurar.

¿Podría darnos algún ejemplo?

En la provincia de Halland , en la costa oeste de Suecia, se restauraron 100 edificios patrimoniales y para ello se contrató cerca de 1.100 trabajadores de la construcción que, en ese momento, estaban desempleados. Se les capacitó en técnicas de restauración y, además, se les dio un empleo en un momento de crisis, allá por el 2002. Con los edificios restaurados, el Ayuntamiento podía ofrecerlos para usos diversos: locales comerciales, centros culturales, servicios. Una ciudad con atracciones incentiva el turismo y la economía. Si usted lo ve, aquí todo el mundo salió ganando, pero cuando llegamos con la propuesta no les dijimos “queremos restaurar edificios históricos.