Aquiles Jiménez hace una oda la naturaleza en su nueva exposición

Bellas montañas. Aquiles Jiménez nos brinda 16 esculturas que versan sobre las enigmáticas formaciones rocosas

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Aquiles Jiménez es un poeta, pero no siempre escribe versos. Su arte lírico se manifiesta a través de sugerentes esculturas que le cantan al mundo fantástico y misterioso de la naturaleza. Para su nueva serie de obras, Aquiles decidió rendirle tributo al personaje más enigmático de este reino: la montaña.

Adecuadamente, la exposición se titula La poética de la montaña y reúne 16 notables piezas escultóricas que pueden apreciarse en el vestíbulo del Edificio Administrativo A de la Universidad de Costa Rica, en San Pedro de Montes de Oca.

El interés de Aquiles por los macizos se remonta a su infancia: tiempos en que la felicidad de jugar en los bosques vírgenes de El Roble de Heredia se complementaba con la fascinación de contemplar el volcán Barva en el horizonte.

“La presencia de ese volcán fue muy importante para mí: era un misterio. Yo no podía llegar a ese lugar porque estaba muy lejos; me daba miedo perderme. Además, tenía la noción de que había un territorio puro e impenetrable a partir de donde terminaban los potreros cercanos a mi hogar. Así, la montaña se volvió una metáfora de lo inmenso, lo inexplorado y lo prohibido”, comenta el escultor.

Las colosales formaciones rocosas sedujeron a Aquiles y encontraron la manera de transferirse a sus piezas. “Trabajo el tema desde hace siete años. Me gusta el concepto de incluir a las montañas –cuerpos que solo se pueden visualizar desde lejos debido a su enorme dimensión– en la escultura, caracterizada por ser aprehensible mediante el tacto”, explica Aquiles Jiménez.

El artista también explora la conjugación de la tridimensionalidad propia de la escultura con la forma plana y bidimensional en que el humano percibe a las montañas pintadas en los horizontes. “Esto da ambigüedad a la piezas”, concluye Aquiles.

Sentir el arte. “Tal como el poeta presagia las ideas a través del ritmo, el artista prevé las imágenes por medio de sus sentimientos”, afirma Jiménez y agrega:

“El arte no se hace pensando: se piensa después. Para crear una pieza, hay que incubar las imágenes, estructurarlas en nuestro sentir. Una buena obra penetra en la esencia de las cosas”.

Aunque el sentimiento domina la idea, la técnica prima en la elaboración. Aquiles utiliza bocetos para diseñar sus esculturas; luego trabaja el material.

“Si la pieza se caracteriza por ser frontal, hago una plantilla y la traslado a la piedra. Hago maquetas para obras complicadas; esto me permite visualizarlas desde diferentes ángulos. No experimento mucho en el proceso elaboración”, explica Jiménez.

Talento eminente. Aquiles Jiménez dio sus primeros pasos artísticos con el barro. “Lo empecé a trabajar en mi pueblo cuando tenía nueve años. Luego ingresé al Liceo de Heredia y conocí a Ólger Villegas, y esculpimos juntos por dos años”, rememora Aquiles.

Su talento eminente lo llevó a ganar un concurso cuyo premio era una beca para estudiar en el Conservatorio de Castella; allí trabajó la piedra y la madera.

Como era de esperar, Jiménez ingresó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica. No obstante, su talento siguió creciendo y una nueva beca lo llevó a Italia, donde se formó por cuatro años en un instituto profesional para la técnica del mármol y en la Accademia di Belle Arte di Carrara .

Jiménez es un entusiasta del mármol, pero trabaja con gusto piedras volcánicas, como la andesita, el basalto y el jaspe. Su ambición de crear estructuras de gran formato lo ha llevado a trabajar con el hierro.

La luz y la sombra. En las esculturas de Aquiles Jiménez, la luz toma un papel tan protagónico como el de la piedra. “Trato de poetizar la obra con la luz. Más allá de iluminar la obra, la luz penetra en el volumen para convertirse en parte del concepto”, dice el artista.

La aplicación de tal idea puede encontrarse en Lago sobre montaña 4 (2012), una pequeña pieza de mármol en la que el fino grosor del material deja pasar sutiles rayos de luz que provocan la ilusión de ver agua cristalina.

Otra pieza que destaca es Cordillera al atardecer (2009), un bello paisaje esculpido en mármol que utiliza la luz y diferentes densidades del material para dar la sensación de profundidad.

Todo en la vida tiene su contraparte; por tanto, no es insólito que la noche también se haga presente en las obras de Aquiles Jiménez. “Relaciono la montaña con los ruidos nocturnos del bosque y la lluvia”, afirma.

Así, de las tinieblas surge Nocturna (2010), una pieza hecha en basalto que se apoya en la ambigüedad para representar un paisaje de unas montañas en la noche y evocar una figura animal.

Entre las reflexiones sobre la luz, la sombra y la forma, en Poética de la montaña se destaca un lirismo que sufre ante la destrucción del ambiente.

Montaña con falla geológica (2012) es uno de estos “sonetos”. Se trata de una pieza de andesita y basalto que representa un cerro con una grieta muy profunda. “Es una montaña que se está quebrando por el abuso del ser humano”, dice Aquiles.

Durante toda su vida, Aquiles Jiménez hará odas a la naturaleza: colosales piezas para lo maravilloso y monumental.

Explore las montañas. Poética de la montaña se ofrecerá hasta el miércoles 30 de octubre en el Edificio Administrativo A de la UCR (San Pedro de Montes de Oca). Horario: de lunes a viernes de 8 a. m. a 4:30 p. m. Teléfono: 2511-4917.