Amor al humor: Les Luthiers regresa a Costa Rica con 51 años de carrera en sus espaldas

Les Luthiers continúa apegado a su creencia y ha sabido mantenerse, no solo como referencia e influencia de nuevas generaciones de humoristas, sino también como grupo activo. Marcos Mundstock conversó con Viva sobre la evolución del colectivo argentino.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Lo que significa Les Luthiers para el continente es algo atípico. El grupo argentino, durante más de 50 años, ha sido mucho para muchas personas, sin importar el país o edad de quien opina.

Pensar en Les Luthiers en el 2018, por tanto, puede significar diferentes aspectos: es el colectivo de humor por excelencia de la región, es el grupo que convoca personas de todas las generaciones adonde quiera que vayan y, sobre todo, es símbolo de amor incondicional al humor.

Los entrañables intérpretes regresan al país dos años después de su última visita, cuando presentaron ¡Chist! en el Palacio de los Deportes ,en Heredia.

Ahora aparecen con Viejos Hazmerreíres, una antología de grandes éxitos que recuerda, con la nostalgia suficiente y el aliento humorístico intacto, el arte de hacer reír a América durante medio siglo.

¿Cómo entretener durante tanto tiempo a tantas personas? Pues Les Luthiers llega al país comandado por tres de sus fundadores, quienes han desarrollado tremenda espuela después de, literalmente, una vida en las tablas.

Carlos López Puccio, de 71 años; Jorge Maronna, de 70; y Marcos Mundstock, de 76; son los tres miembros originales que permanecen en la alineación del querido grupo que se ha alejado de modas y esnobismo.

El elenco actual de Les Luthiers se completa con los hilarantes Tato Turano, Martín O’Connor y Tomás Mayer-Wolf.

La exigencia que les provoca el espectáculo a presentarse en Costa Rica no disiente de lo usual. Viejos Hazmerreíres reúne muchos de los títulos mejor recibidos por el público, como Los Premios Mastropiero, Todo Por Que Rías, Por Humor al Arte y Lutherapia.

Lo que cambia en esta antología es la manera de narrar estas obras. Les Luthiers usa como medio de transporte la magnífica transmisión radial que el grupo bautizó como Radio Tertulia, un programa cargado de humor absurdo cuyo guion se estrenó en 1999.

Eso sí: más allá de que el público tiene asegurado buenas raciones de humor, Viejos Hazmerreíres, no es deliberadamente un repaso por títulos exitosos, sino una revisitación de una agrupación que ha sabido hacerle frente a los años.

Lo bueno es que el mundo les ha recordado su importancia, pues no es para menos. En los últimos años, los argentinos han recibido diferentes reconocimientos. Entre los más recordados se encuentra el Grammy Latino a la Excelencia Musical que les fue entregado en el 2011, así como la Orden de Isabel la Católica por su trayectoria, entregado en el 2007.

Más recientemente, el Reino de España les concedió la ciudadanía española por carta de naturaleza en el 2012 y, hace tan solo un año, los argentinos vivieron uno de los momentos más emocionantes de su carrera, según ellos mismos confiesan: obtuvieron el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, que coincidió con sus 50 años de carrera.

Sobre su innegable legado, la consignación de corrección política dentro del humor, la eterna superación de calidad y el nado contracorriente que puede significar vivir del arte, Marcos Mundstock conversó con Viva en una entrevista que compartimos a continuación.

–Tras tantas décadas en escena, ¿qué significa los Viejos Hazmerreíres para Les Luthiers?

–Pues elegir sobre nuestro repertorio es como entrar en un baúl de recuerdos. Elegimos desde lo mejor del material y armonizamos la manera en que combinamos las piezas. No es solo escoger diez piezas exitosas o solo las que más nos gustan, sino que intentamos amarrar la música clásica con la popular, darle algún sentido al transcurso del espectáculo. En San José, con el pretexto de usar un programa de radio, miramos hacia atrás, y de paso vemos tantas cosas lindas que hemos vivido.

–¿Qué tan complicado es sentarse a seleccionar una antología?

–Cada uno de nosotros tiene una lista de preferencia. Nos reunimos hasta que vemos las obras más compatibles. Como te digo, no queremos hacer solo las cosas que nos gusten, sino que votamos por lo más potente dentro del escenario. Lo que a veces hacemos, que es una especie de secretos, es que agregamos unos números de más en las primeras funciones para probar la reacción, a la luz de lo que sentimos.

–¿Cómo reciben que el público joven pueda recibir con agrado obras que vieron sus padres? ¿Cómo analizan esa recepción tan particular?

–Nos ha llamado la atención a nosotros también. Es una sorpresa agradable. Nosotros no nos propusimos llegar a cierto público en especial. Nunca nos hubiéramos imaginado a adolescentes, a chicos de 20 años en los teatros. Pues tal vez llegan por iniciativa de los padres, pero luego vienen por su cuenta. Lo mismo sucede con el público en diferentes países. El público que elige les luthiers es más por eso que por una nacionalidad u otra.

–Para usted particularmente, ¿qué significa pararse en un escenario a sus 76 años?

–Lo veo desde diferentes aspectos. Me da una satisfacción enorme, porque es algo que no hubiese esperado. A esta edad, estoy trabajando con la misma intensidad que en el primer año, con un público fervoroso, viviendo con el bendito oficio de hacer reír a la gente. Esto es pura felicidad. Recuerdo cuando teníamos veintitantos, nos comenzó a ir bien y nos mirábamos para decirnos: ‘esto es muy bonito, pero no nos vemos haciendo estas payasadas con 35 años’. Luego fuimos avanzando con la edad y nos vimos como señores de 50 jugando como niños en el escenario. ‘En algún momento este juego se va a acabar’, pensamos, pero aquí estamos. Qué privilegio nos da la vida. Tampoco nos quito méritos. Lo que hacemos es bueno, e intentamos hacerlo lo mejor posible.

–Y es que ya son 51 años en esto… También es curioso que la celebración de los 50 años de carrera coincidiera con el reconocimiento del premio Princesa de Asturias.

–Qué glorioso fue... Haber estado en esa ceremonia, haber visto con qué seriedad toman todo, la devoció, el festejo que hace la región de Asturias… Del hotel en el que estábamos al teatro se duraría usualmente cinco minutos, pero íbamos en auto con bandas de gaiteros, haciendo todo un paseo lleno de gente, lleno de emoción.

“Yo hice un pequeño discurso y me temblaban las piernas. Es un reconocimiento importante, no solo en países de habla hispana sino para todo el mundo. Recibir algo así de manos del rey… Por suerte, creo que eso obedece a cómo se formó el grupo, cómo se creó un estilo, con obras con texto, música, ideas humorísticas y escénicas”.

---

–¿Cómo se ha mantenido el grupo con este tipo de exposición global y, por supuesto, las giras largas?

–El cansancio aumenta conforme nos vamos poniendo mayores. Hemos aprendido a soportarlo, a tomar descansos necesarios para salir al escenario. Lo que nos devuelve el teatro con cada función es tanto que te olvidas de la edad y cansancio. Lo bueno es que somos excelentes amigos y disfrutamos el viaje.

–Cambiando un poco de tema, muchos humoristas en el mundo manifiestan temor para tocar algunos temas por la corrección política. ¿Cómo lo asume usted? ¿Cree que es contraproducente?

–Con lo que hacemos nosotros. Nunca nos hemos censurado ni cambiar temáticas. Muy pocas veces nos han señalado. Casi no hemos tenido problemas con es. Una vez alguien nos criticó por mencionar a una lesbiana. En el número, un tipo le canta una serenata a una mujer. Ella no le hace caso y él dice ‘ah es una lesbiana’. Para ese caso, nosotros estamos contando la historia de un energúmeno. Más bien, estábamos criticando a esos que se refieren despectivamente a otras personas. Ser políticamente correcto creo que en algunos casos se pasa de punto. Estamos de acuerdo con respetar a minorías, pero tampoco se puede dejar de nombrar a las minorías. Nuestra propia censura para no herir al prójimo es el límite del humorismo. Nadie se debe aprovechar del sufrimiento ni se deben hacer chistes sobre el dolor ajeno. Me parece muy bien que se active la comprensión para no herir a más personas.

–¿Cómo visualiza usted la dieta de humor en el continente?

–Es muy difícil dar un diagnóstico, pero el humorismo casi no ha cambiado. Lo que ha cambiado son las formas. Todo depende de cómo uno se asoma al humor, sobre cómo los programas de televisión influyeron en la manera de contar un chiste. Ahí hay genios de la comunicación masiva.

–Entonces, ¿cuál es la aspiración de Les Luthiers ante ese paradigma

–En nuestro caso, simplemente nos alegra seguir haciendo el trabajo mientras se pueda- Seguiremos mientras la gente quiera seguir viéndonos. Con tantos años, uno sabe que falta menos para que esto se termine, pero no creo que el público nos quite su apoyo. El público sigue siendo fiel, y nosotros hacemos todo lo posible para que el producto sea bueno y fuerte. Mientras pueda, seguiré trabajando, porque no tengo nada que me dé más alegría.

Sobre las presentaciones

El espectáculo Viejos Hazmerreíres tendrá tres funciones en el Teatro Melico Salazar este fin de semana. El viernes 31 de agosto y el sábado 1.° de setiembre las funciones serán a las 8 p. m.. La última función, a realizarse el 2 de setiembre, comenzará a las 6 p. m. Los boletos para el espectáculo se pueden adquirir en el sitio web eticket.cr, así como en el centro de llamadas 2295- 9400 y en los puntos Servimás autorizados. Los precios para ver a Les Luthiers van de ¢32.000 para las ubicaciones en la galería del cuarto piso hasta ¢128.000 para los asientos disponibles en la luneta central del teatro.