Las historias de sombreros mágicos se mezclarán con las de pequeños príncipes aventureros y de niños con frijoles extraordinarios, en el primer festival infantil El Tamborcillo, en Alajuela.
Esta es una iniciativa del Museo Juan Santamaría, que comenzará hoy domingo, con la obra de teatro Pícaros de fábula , y se extenderá hasta el domingo 13 de julio. Todas las funciones serán a las 6 p. m.
En total son 15 espectáculos para toda la familia con títeres, teatro, música y payasos.
Las funciones comenzarán todos los días, a las 6 p. m., una hora pensada para que asistan los menores junto a sus padres.
La oferta incluye espectáculos como Cuento de la huerta , del grupo de teatro 4 Vientos, mañana lunes. Usando recursos como la actuación y el trabajo con títeres, una dulce anciana mostrará cuánto disfruta cultivar su parcela.
Pero la visita de un ladrón de vegetales genera preocupación; al final, la sabiduría y buen corazón muestran cómo se puede vencer un problema de forma en que todos salgan ganando.
El festival le abrirá las puertas a la pequeña Olivia, una niña que recibe un sombrero mágico al que le puede pedir lo que quiera.
Los amigos de la niña esperan que ella pida algo que la haga millonaria, pero ella sorprende a todos con sus deseos. Al final, esta obra, de la compañía La Bicicleta, le dejará una importante interrogante que los niños deberán responder.
Defensores. Entre los espectáculos que se presentarán también están los que quieren mostrar a los más pequeños que pueden ser agentes de cambio en el cuidado del medio ambiente.
Un buen ejemplo es Las aventuras de Burumbún , del grupo Teatro Contraluz. Este espectáculo lo protagoniza Burumbún, un personaje que conserva su alma de niño y se declara un defensor de la naturaleza y los animales. Su objetivo es enseñar con el ejemplo que se puede cuidar la naturaleza y convivir con todo el mundo.
Ronald Álvarez, productor del festival y del museo, explicó que desde hace cuatro años los espectáculos infantiles que presenta el Museo Juan Santamaría son muy visitados, por eso pensaron que era oportuno ofrecer en estas vacaciones una oferta que tuviera calidad artística, que fuera divertida y, ante todo, que su bajo precio de ¢500 convenciera a los padres de asistir.