Adrián Arias, cómplice de las calles

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Mi plan inicial fue fotografiar una misma ruta todos los días utilizando como escenario la vida nocturna de San José. Al caminar por las calles, fue común encontrar personajes que, luego de completar sus jornadas laborales, mostraban cierto tipo de automatismo al caminar. De esa manera surgió la idea de la serie Don Nadie . En ella, todos somos parte de una especie de ritual urbano donde la identidad se diluye en medio de las horas pico.

El uso del teléfono celular en vez de una cámara fotográfica fue una experiencia bastante reveladora ya que, cuando trabajamos con un teléfono móvil, el fotografiado se siente mucho menos “amenazado” que frente a una cámara profesional. Ante el móvil es común que las personas-objetivo bajen la guardia y se muestren más naturales.

Algo que leer es una fotografía que invita a reflexionar sobre la lectura que damos a las imágenes. Habitualmente solemos pensar solamente en lo que existe en la fotografía, lo que vemos, pero dejamos de lado lo que está fuera del cuadro.

En este caso, un hombre leía un mupi callejero acerca de cómo encontrarse prevenido contra la trata de personas.

Al estar fuera de cuadro, aquel rótulo deja al personaje –y a nosotros– en un vacío de información o de cuestionamiento. Por hechos como este, la fotografía es muchas veces rica por lo que no dice.

Algo que leer me trae a la memoria la obra del fotógrafo suizo-estadounidense Robert Frank , quien es una de las influencias más importantes en mi trabajo. Un punto de partida para el desarrollo de la serie Don Nadie es el modo en el que Frank trata los temas de una sociedad en determinado momento histórico, como lo muestra su libro Los americanos.

Desde el escenario de la fotografía callejera, las reglas están para romperlas; lo que cambia son las diferentes propuestas estéticas, así como el encuentro con desconocidos. Por lo anterior, todo cambia en función del propio momento histórico. Desde su estética, el fotógrafo participa del fenómeno cultural de su tiempo.

La posproducción se imagina desde que la luz toca algún soporte, sea este digital o químico. La decisión de cómo vemos el mundo siempre depende de las decisiones humanas que haya detrás de una persona, por lo que, desde mi parecer, la subjetividad está presente en todo, y no hay verdad absoluta que nos diga cuál es la manera real de ver el mundo.

Sean químicos o electrónicos, mucho procesos han conformado la fotografía; por ende, han constituido distintas estéticas, que no solo dependen de algún ajuste que uno realice a la imagen; en realidad, todo depende de la estética que es afín a las necesidades del fotógrafo.

La mayor parte de mi trayectoria profesional la he dedicado al desarrollo del Colectivo Nómada , en el que procuramos desprendernos de la idea conservadora del fotógrafo como un ser individual.

Esa propuesta nos ha permitido explorar discursos colectivos donde el trabajo de uno se apoya en el otro para conformar así un discurso pluralizado y mucho más diverso. La conformación del colectivo ha llevado nuestras imágenes a diferentes territorios, como México, España, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Camboya, Toronto y Brasil.