50 años jugando en los caminos de Rayuela

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Rayuela no es solamente un libro, sino el camino hacia una nueva vida. La obra más célebre, citada e imitada de Julio Cortázar, cumple 50 años de haberse publicado.

El 28 de junio de 1963 vio la luz en Buenos Aires la llamada antinovela de Cortázar, la cual puede ser leída de varias formas. “A su manera este libro es muchos libros, pero, sobre todo, es dos libros”, advierte el autor al inicio, antes de dar las instrucciones para jugar a la rayuela con los capítulos de la obra.

Por cinco décadas, este juego ha apasionado a los seguidores de las letras latinoamericanas. Ya Cortázar era reconocido como cuentista, por colecciones como Bestiario (1951), Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), pero con esta, su segunda novela publicada, se consagró como uno de los más vanguardistas escritores en lengua española.

La novela es famosa por su estructura. Está compuesta por 155 capítulos, y Cortázar propone al principio que puede leerse de tres maneras distintas en el prólogo, el tablero de dirección. La primera es la lectura tradicional, desde la primera página en orden usual hasta el capítulo 56. La segunda opción propuesta es casi azarosa, aunque indicada por el autor: salta entre capítulos en apariencia inconexos e, incluye, otros textos que dan nueva forma a la narración. Finalmente, puede leerse “en el orden que el lector desee”, haciendo infinitas las posibilidades.

En esencia, la primera parte narra la vida del argentino Horacio Oliveira en París y su desesperado amor por Lucía, la Maga. Asimismo, junto con sus amigos del Club de la Serpiente, discute sobre la vida, el arte, y los puntos en los que se entrecruzan. En la segunda parte, Oliveira regresa a Buenos Aires y vive con su antigua novia, sin olvidar los días de azar en París. La tercera parte está compuesta por subtextos y complementos de lo anterior.

“Es una ficción que tiene muchas ficciones dentro”, destaca la escritora Dorelia Barahona. “No es solamente una realidad, sino que se compone de muchas historias. Juega con que el lector participa de ese juego y es el lector que decide dónde leer”, añade. Así, Cortázar convirtió al lector en coprotagonista de su obra, en vez de un ente separado y distante.

“Se incorpora el acto de la lectura y la figura del lector dentro de la literatura. El lector siempre había sido una figura opaca o invisible. Con Rayuela , por primera vez, se hace intervenir activamente al lector”, explica la investigadora Margarita Rojas.

Con Rayuela se juega. Eso propone el autor y el buen lector obedece. “Transmite el mensaje lúdico de que el juego es una cosa muy seria, sin perder su capacidad de hacer de la vida un ritual. El juego es una cosa importante. Es una novela absolutamente actual, que no ha perdido la frescura que tuvo en esa época”, afirma el escritor Carlos Cortés. “Todo está amalgamado: el juego, la música, el lector y una forma distinta de ver”, comenta Rojas.

“Es un límite: se puede hablar de antes y después de Rayuela . Ese papel de antes y después lo cumple ahora Los detectives salvajes , de Roberto Bolaño”, sugiere Rojas. Del mismo modo que Bolaño despierta hoy encendidas pasiones entre sus seguidores, Cortázar ha fundado un verdadero culto literario.

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La repercusión internacional de Rayuela fue considerable. “Rayuela , como novela, y Julio Cortázar como personaje, ayudaron mucho a que el autor latinoamericano se viera como un autor internacional”, explica el escritor Uriel Quesada. “Quizás fue la obra de apertura del boom latinoamericano . Fue muy influyente. Además, fue una obra que circuló mucho, no solo en español, sino en otros idiomas”, agrega.

Quesada menciona, por ejemplo, la premiada traducción de Gregory Rabassa, que llevó esta obra radical, de estructura abierta, a los lectores en inglés. A esa imagen internacional aportó mucho el carácter de Cortázar. Alto, generoso, con cara de niño: así coinciden múltiples descripciones del autor y viajero.

Con la Revolución cubana, se había interesado por la política, pero, en torno a la fecha de publicación de Rayuela , el compromiso era total. Escribía sobre Fidel y sobre el Che Guevara, y apoyaba la nueva forma de ver el mundo nacida en la región. La política se filtró en su literatura: apoyó el gobierno chileno de Allende y las primeras etapas de la Revolución sandinista.

Omnipresente y amable, Cortázar fue un modelo y un pionero. Rayuela abrió nuevos caminos para las letras latinas, acaso aún desconocidos.

Legado en Costa Rica

Como en toda América Latina, la voz de Cortázar retumbó en Costa Rica de un modo imborrable. El legado del argentino llegó a Costa Rica a través de sus relatos, principalmente en el trabajo de los autores nacidos en la década de los 50, como Uriel Quesada, Rodrigo Soto, Carlos Cortés, Jorge Méndez y Ana Cristina Rossi, según Margarita Rojas.

“Para mí, Cortázar siempre ha sido un escritor muy cercano”, confirma Quesada. Del mismo modo, Dorelia Barahona confiesa que tuvo muy presente Rayuela mientras escribía Los deseos del mundo , obra con múltiples historias dentro de historias.

Rayuela es una obra un tanto excepcional en la obra de Cortázar. Yo lo encuentro más influyente como cuentista: se nota en la obra de Rodrigo Soto, José Ricardo Chaves y en la mía”, comenta Alí Víquez. “Me parece que es así, principalmente, por la idea, muy cortazariana, de la literatura como un juego, pero que no por ser lúdica carece de profundidad filosófica”, añade.

Para Víquez, esta doble visión enriqueció no solo la literatura costarricense, sino la latinoamericana y la mundial. “Consolida una noción de literatura lúdica, con importancia metafísica. Es un juego donde hay grandes consecuencias a nivel filosófico, erótico, amoroso y literario”, concluye Víquez.