‘Ni en el teatro ni en la vida, las muertes son iguales’

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Hablar sobre la muerte no es tarea fácil, mucho menos actuarla. A diferencia de otros papeles en los que existe una experiencia previa que podría orientar la representación, enfundarse en la piel de un personaje moribundo resulta una labor complicada para la mayoría de los actores.

“En la actuación, no hay recetas porque si no sería algo mecánico y no un arte. Interpretar a un moribundo es una situación extrema de la condición humana, un proceso complejo, difícil de vivenciar”, asegura el actor costarricense Luis Fernando Gómez.

El también director de teatro deja claro que hacer una muerte en escena no implica solo realizar una representación física, sino toda una caracterización, pues se trata de un actor sano que debe representar a alguien enfermo. En la película El regreso , Gómez interpreta al padre del protagonista, que padece una enfermedad terminal.

“Al representar una enfermedad física hay que estudiarla mucho, instruirse, porque todo eso repercutirá en la expresión global del personaje, en sus gestos”, agregó.

Gómez insistió en que si se separa la representación física de la emocional se corre el riesgo de caer en actuaciones clichés con gestos que no corresponden a la realidad.

“La muerte es la culminación de todo un proceso vital. Lo fundamental es la situación existencial, eso hace a una muerte diferente de otra; ni en el teatro ni en la vida, las muertes son iguales”, afirma.

Inactivo. “Alguna vez, el gran maestro Marcelo Gaete nos dijo que cuando uno muere no hay que hacer mucha alharaca, solo quitarle la energía al cuerpo. Él criticaba a aquellos que hacen mucha mueca y aspaviento; no es necesario recurrir a tanto artilugio”.

Estas palabras del reconocido actor Arnoldo Ramos resaltan una de las grandes lecciones que recibió y que ha tratado de poner en práctica cuando debe representar una muerte en escena.

Ramos coincide con Gómez en que, antes de hacer la representación, se debe estudiar cómo se comporta el cuerpo en ese momento; sin embargo, no puede obviarse la parte emocional.

“Se puede hacer trabajo de campo, si se trata de una muerte por enfermedad terminal. De cualquier manera, son condiciones de vida previas a la muerte, esas circunstancias las da el personaje; la historia determina qué está sufriendo en ese instante”, aseguró.