Nelson Pereira dos Santos, uno de los grandes cineastas de Brasil, falleció a los 89 años

Uno de los renovadores del cine latinoamericano a mediados del siglo XX, dejó obras como 'Vidas secas' y 'Rio, 40 grados'

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Nelson Pereira dos Santos, uno de los grandes directores de Brasil y de América Latina, falleció este 21 de abril, tras una larga lucha contra el cáncer hepático, a los 89 años, informó O Globo.

Pereira dos Santos tenía 27 años cuando estremeció el cine brasileño. Rio, 40 graus (Rio, 40 grados), su debut de 1955, fuisonaba el ansia de vida cotidiana del neorrealismo con la languidez citadina de la samba; era nuevo, era fresco.

Junto a Glauber Rocha y Joaquim Pedro de Andrade, fue una de las figuras más prominentes de lo que vendría a llamarse cinema novo, una oleada de cineastas brasileños que encontraron libertad en el cine –una libertad que la opresión política en su país pronto haría valiosísima–, con películas caracterizadas por su mezcla de política comprometida y radicalismo estético.

Pereira contribuyó al movimiento con filmes como Vidas secas (1963), basada en la novela de 1938 de Graciliano Ramos, que mostró la pobreza extrema del noreste brasileño con compromiso y compasión. Fue mostrada en el Festival de Cannes de 1964, como una de las puntas de lanza del nuevo cine de Brasil.

Otras de sus cintas más reconocidas de la época fueron El justiciero (1963), Hambre de amor (1968), El alienista (1970) y El amuleto de Ogum (1974).

Posteriormente, Pereira dos Santos se convirtió en uno de los maestros de las nuevas generaciones de cineastas de su país, con exploraciones de la comedia social, documentales y otros dramas. En el 2015, al dedicarle una retrospectiva de peso histórico, el Museo de Arte Moderno de Nueva York lo consideró uno de los "decanos" del cine de América Latina.

En su edad madura, todavía era considerado un artista de posturas firmes en lo estético y en lo político. "Hoy el cine brasileño es pluralista, cuenta con mucha vitalidad y todas las tendencias se encuentran en él. Finalmente, hay una superación de obligatoriedades ideológicas o estéticas. Lo lindo del cine brasileño es eso, incluso con lugar para mí, que con casi 80 años puedo hacer mis filmes con preocupación en lo social, con una propuesta de cambios de lo que ya existe", dijo a la revista Pesquisa en el 2006.

Ese año, se convirtió en el primer cineasta que ingresó a la Academia Brasileña de Letras, como representante de una vinculación importante entre la literatura y la filmografía de su país.