Muere Gene Wilder y deja a la comedia de luto

El actor, reconocido por su participación en películas como Willy Wonka y la fábrica de chocolates y El joven Frankenstein, falleció a los 83 años, víctima del alzhéimer, y se convirtió en la más reciente víctima de un 2016 despiadado con los íconos culturales

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En 1941, Gene Wilder tenía ocho años y su madre tuvo un infarto. Mientras la mujer se recuperaba, el médico que se encargó de atenderla se acercó al confundido niño y, de cuclillas, le habló.

“Nunca te enojes con ella o podrías matarla”, le dijo en un susurro. El hombre se puso en pie y, justo antes de marcharse, se volteó hacia el pequeño y agregó: “Puedes hacerla reír”.

Durante las siguientes décadas, Wilder aplicó ese mismo consejo no solo con su madre, sino con el mundo entero hasta el pasado domingo 28 de agosto, cuando falleció. Tenía 83 años.

Atrás, Wilder dejó una carrera repleta de personajes memorables y películas que alcanzaron estatus de cintas de culto.

Su nombre se convirtió en uno de los pilares trascendentales de la comedia cinematográfica del siglo XX, gracias, sobre todo, al mantra personal que determinó la manera en que el actor se enfrentaba a cada escena: no intentes hacerlo gracioso, hazlo real. “Soy un actor, no un payaso”, repitió en más de una ocasión, según rescata el obituario publicado por el New York Times .

Antes de ser

Cuando Gene Wilder nació, no se llamaba Gene Wilder. Su nombre de pila era Jerome Siberman, y llegó al mundo en la ciudad de Milwaukee, en Wisconsin, Estados Unidos, el 11 de junio de 1933.

Tras el infarto de su madre, y los abusos verbales a los que era sometido constantemente por su condición de judío, Siberman encontró refugio en la actuación, atraído por la posibilidad de “ser alguien más, aunque fuera momentáneamente”, dijo alguna vez a la BBC.

A los 15 años, Siberman participó en una producción colegial de Romeo y Julieta . Fue su primera aparición en público, la que marcó de forma definitiva su vida. Pocos años después, cuando se graduó de secundaria, Siberman optó por estudiar Comunicación y Artes Teatrales en la Universidad de Iowa, antes de mudarse a Inglaterra, donde se enfocó en la actuación sobre las tablas.

En 1956, fue reclutado por el ejército de Estados Unidos. Trabajó como asistente en un centro psiquiátrico, donde ayudaba a administrar terapia electroconvulsiva a los pacientes. Aquel lugar marcó un punto parteaguas en la trayectoria de Siberman, tanto a nivel profesional como personal.

Una vez que tuvo el permiso para marcharse, Siberman se dedicó por completo a la actuación y adoptó el nombre artístico de Gene Wilder, con que se dio a conocer por todo el planeta. “Nadie le ofrecería el papel de Hamlet a un tipo llamado Jerry Siberman”, dijo para justificar su decisión.

Al mismo tiempo, se convirtió en un detractor público de las intervenciones militares de su país, en particular la guerra de Vietnam y, años más tarde, la invasión de Irak.

Actor en auge

Los primeros papeles siempre son pequeños. Wilder acumuló varios papeles chicos en el teatro estadounidense hasta que, en 1963, tuvo su primera gran oportunidad, al estelarizar la obra Mother Courage and Her Children , al lado de la actriz Anne Bancroft.

Tuvieron que pasar cuatro años más para que finalmente Wilder apareciera frente a una cámara de cine. Tuvo un pequeño papel en la cinta Bonnie and Clyde , una película biográfica sobre el dúo criminal que azotó a Estados Unidos. Wilder hacía el rol de Eugene Grizzard, hombre que es tomado como rehén por la pareja de mafiosos.

Un año más tarde, finalmente la carrera de Wilder despegó. Mel Brooks, esposo de Bancroft, inició la producción de The Producers , y reclutó a Wilder en el papel de un contador neurótico llamado Leo Bloom. Su actuación fue un rotundo éxito: Wilder fue nominado al Óscar como Mejor actor de reparto.

Aunque todavía afectado por las inseguridades que cosechó cuando era niño, Wilder de pronto se convirtió en una estrella de cine. Y las estrellas de cine pueden escoger a su discreción los papeles que más les interesan. Fue así como Wilder encontró la chaqueta morada y el sombrero de copa que lo colocarían para siempre en el estrellato de la cultura pop.

Willy Wonka y la fábrica de chocolates fue un fracaso en la taquilla tras su debut en 1971, en buena medida porque a los padres de familia de la época se mostraban preocupados porque el relato –basado en un libro del autor británico Roald Dahl– era demasiado oscuro para los niños de los setenta. Sin embargo, la cinta se convirtió en una obra de culto, acuerpada por un grupo de fanáticos devotos que se han reproducido con el tiempo.

Wilder recibió una nominación al Globo de Oro por su interpretación de Wonka, sin duda su rol mejor recordado. Todavía en los primeros años de este siglo, el papel de Wilder como el excéntrico dueño de la fábrica de chocolates sigue siendo, de alguna forma, popular y vigente: un fotograma del personaje se convirtió en uno de los memes más populares de Internet.

Al tiempo que su popularidad crecía, su madurez como actor y comediante también lo hicieron. Wider optó por papeles en películas distintas, como Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo, pero temía preguntar , dirigida por Woody Allen en 1972.

Empero, fueron siempre sus dotes como actor de comedia los que mejor le resultaron. El joven Frankenstein es probablemente la mejor prueba de ello y, en realidad, el pináculo de su carrera. Ideada por él mismo, la cinta se apegaba al estilo de la cinta original de Frankenstein , dirigida en 1931 por James Whale; la versión de Wilder, sin embargo, estaba enfocada en el humor y no en el horror. La parodia ha sido aclamada, una y otra vez, como una de las mejores películas de todos los tiempos. Wilder fue nominado al Óscar como mejor guion adaptado, en 1974.

En efecto, el cine de parodia rindió grandes resultados para Wilder, sobre todo gracias a su trabajo junto al actor Richard Pyror, junto a quien protagonizó varias comedias satíricas que cimentaron su legado, como Silver Streak y Stir Crazy .

Wilder también trabajó arduamente como guionista y director de cine y teatro.

Tenía 83 años cuando el alzhéimer lo derrotó para siempre. Su abogado de toda la vida, Eric Weissmann, confirmó la muerte; su sobrino, Jordan Walker-Pearlman, confirmó la causa del fallecimiento.

Casi de inmediato, Internet se pobló de homenajes, agradecimientos y obituarios dedicados a honrar su obra y su memoria.

Más que nunca, resonaron las palabras que el propio actor, encarnando a Willy Wonka, le ofrece a Charlie Bucket al final de la icónica cinta de 1971: “No puedo continuar para siempre, y realmente no lo quiero intentar”.

Cinco papeles

‘Willy Wonka y la fábrica de chocolates’ (1971)

Sin duda, su papel más memorable. Le valió una nominación al Globo de oro.

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‘El joven Frankenstein’ (1974)

Reconocida como una obra maestra de la parodia, le valió a Wilder una nominación al Óscar por mejor guion adaptado.

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‘Stir crazy’ (1980)

Uno de los picos altos en su colaboración junto a Richard Pryor, un genio de la comedia que le sobrevive.

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‘The producers’ (1968)

Su primera gran oportunidad en la pantalla grande, y su primer trabajo junto a Mel Brooks, otro gran colaborador suyo.

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‘Blazing saddles’ (1974)

La parodia era un género natural para Wilder, quien lo confirmó en esta sátira del cine del viejo oeste.

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