Gabo y su pasión por el cine

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Cuentan que el abuelo Nicolás Márquez llevaba a su nieto a ver las películas de Tom Mix, en Aracataca. Desde el asombro de aquellas imágenes hasta el final de su vida, la pasión de Gabo por el cine fue constante y polifacética.

Gabo pensó que el cine era la mejor manera de contar sus historias hasta la década de 1960. Cuando se enfrentó a la industria cinematográfica comprendió que su mundo desmesurado era difícil de llevar a la pantalla. Su revancha fue Cien años de soledad (1967).

Al principio de su carrera escribió crónicas sobre cine y un experimento que también dirigió, La langosta azul (1954). En México realizó guiones que se filmaron y otros que solo vieron la luz a través de las palabras. Adaptó a la pantalla cuentos y novelas de otros escritores y, cuando se volvió célebre, sus propios textos se convirtieron en largometrajes.

Más de una veintena de directores latinoamericanos y europeos lo llevaron al cine y a la televisión. La fama lo condujo a trabajar por la consolidación de una cinematografía propia, lo que en buena parte logró con la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), de la que se han egresado casi 800 realizadores, muchos de ellos costarricenses. También le dio vida a la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL).

Hasta ahora ningún escritor latinoamericano ha sido llevado a la pantalla de tantas y de tan diversas maneras. 25 largometrajes se hicieron a partir de sus guiones y obras. Adaptó textos ajenos, escribió una serie de televisión de seis capítulos y varios mediometrajes.

La Fundación de Patrimonio Fílmico Colombiano contabiliza más de un centenar de audiovisuales alrededor de su vida y obra, sin contar los innumerables trabajos estudiantiles en la red.

Durante años circuló la leyenda urbana de que el actor Anthony Quinn le había ofrecido un $1 millón por adaptar Cien años de soledad y encarnar el coronel Aureliano Buendía. En el siglo XXI se dijo que el serbio Emir Kusturica –ganador de dos Palmas de Oro en Cannes– llevaría a la pantalla El otoño del patriarca y que Salma Hayek protagonizaría Noticia de un secuestro.

Sin embargo, las superproducciones que sí se concretaron fueron Crónica de una muerte anunciada , en 1987, dirigida por uno de los grandes realizadores italianos, Francesco Rosi, y 20 años después, El amor en los tiempos del cóler a del inglés Nike Newell. Fueron un fracaso de crítica y público y sentaron el infundio de que García Márquez no podía ser llevado a la pantalla.

En efecto, ambas películas están plenas de estereotipos sobre el Caribe “macondiano” y muestran tarjetas postales en vez del rico y complejo imaginario garciamarquiano. Y como estas dos podrían citarse numerosas adaptaciones, de mayor o menor presupuesto, que fracasaron.

La literatura de García Márquez también ha dado pie a películas como El coronel no tiene quien le escriba, del mexicano Arturo Ripstein, y Del amor y otros demonios, de la costarricense Hilda Hidalgo, en las que los directores logran apropiarse del texto y otorgarle un sello personal. Directores como Alberto Isaac, Jaime Humberto Hermosillo, Lisandro Duque y Jorge Alí Triana también aportan filmes valiosos.

El cine y García Márquez es una historia de “amores contrariados” de más de medio siglo, que ha dado múltiples frutos. Las adaptaciones de su obra continuarán con distinta suerte, pero su anhelo de una Latinoamérica retratada en imágenes en movimiento ha sido posible. Gracias a Gabo , el cine del continente americano se ha echado a volar como mariposas amarillas por el mundo.