Fidel Castro: un ‘galán latino’ en el cine de los 40

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Si algo tuvo Fidel Castro en común con uno de sus más grandes adversarios, el expresidente estadounidense Ronald Reagan, fue que, antes de entrar en el pantanoso terreno de la política, ambos dieron sus primeros pasos en la industria del cine.

A los 20 años, durante su exilio voluntario en México, el futuro gobernante cubano se animó a probar suerte como actor.

Entre sus primeros papeles están dos películas de Metro-Goldwyn-Mayer, bajo la dirección de George Sidney: Escuela de sirenas (1944) y Vacaciones en México (1946).

En la primera de ellas, una de las clásicas de Esther Williams, Castro interpretaba a un estudiante veinteañero que se inscribía en un curso. Sin embargo, su escena fue eliminada, pero el nombre de Fidel permaneció en la ficha técnica de la cinta.

En Vacaciones en México sí es posible reconocer el rostro de Castro entre los bailarines de camisa de chorreras que se mueven al ritmo de la orquesta del español Xavier Cugat.

“Era el típico galán latino”, dijo décadas después el músico, consultado sobre su encuentro en el set con Castro.

También, en 1946, el joven actor tuvo otra escena en la comedia ¡Que siga la boda! , estelarizada por la estrella Lucille Ball y codirigida por Buster Keaton. En esta película, el comunista fue uno de los extras que aparecen al lado de una piscina, admirando el pudoroso traje de baño que lleva puesto la diva.

Transcurrirían cinco décadas para que Castro volviera a posar frente a una cámara de cine, pero ya no como extra, sino como protagonista de una historia que marcaría por siempre la vida en la isla azucarera.