Un título instigador fue suficiente para que a la película El Papa debe morir se le cerraran las puertas.
La comedia, del director Peter Richardson, comienza con la agonía de un papa.
Entretanto, los cardenales fuman y a juegan rummy en la habitación del obispo para matar el tiempo mientras esperan a que él fallezca.
El cónclave, luego del deceso, es controlado por la mafia, interesada en colocar a su candidato al frente de la Iglesia católica.
El cardenal Rocco logra el cometido de la banda. Sin embargo, el secretario del Colegio Cardenalicio tiene problemas de audición y, por ese motivo, comete un error al anunciar el nombre del nuevo Pontífice, lo cual da al traste con las intenciones de la mafia.
El nuevo Papa es un torpe sacerdote de origen humilde, quien se desvive por tocar rock n’ roll en su guitarra.
La trama levantó gran polémica entre la comunidad católica, pero fue el título el que resultó más ofensivo para las mayores cadenas de televisión estadounidenses y los periódicos de mayor peso.
Según el diario Los Angeles Times , varios medios rechazaron imprimir anuncios y transmitir comerciales televisivos acerca de esta sátira.
Asimismo, los periódicos de 12 ciudades, incluido Los Angeles Times , condicionaron la publicidad a que los productores modificaran los anuncios y el título de la comedia. Aun así, el filme recaudó $582.510 en Estados Unidos .