“El humor en el cine, bien usado, es un arma muy poderosa”

De política y naturaleza Uno de los pertenecientes al movimiento Cinéma Nôvo, en Brasil, cuenta su paso por el cine sobre la política y el ambiente

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El cine no es solo ficción; también debe hablar de la realidad de las personas y de sus problemas.

Así lo indicó el cineasta brasileño Wálter Lima Jr., quien durante su larga trayectoria como cineasta, ha reflejado en sus producciones el aspecto real de la situación política de su país y el de la naturaleza.

Lima se encuentra en Costa Rica en el marco del Festival de Cine Brasileño, organizado por la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad Veritas. Ayer, el cineasta impartió allí una clase magistral, en la que habló sobre retos y transformaciones de su carrera, y estará compartiendo en las actividades previstas durante toda la semana.

A continuación el extracto de una entrevista que Viva tuvo con Lima antes de su charla.

¿Cuáles fueron sus inicios con el Cinéma Nôvo, en Brasil?

Cuando empecé, el cine en todo el mundo estaba en crisis, la televisión tomó todo su espacio. Entonces una forma de contestación vivida en Brasil fue este movimiento –así como la Nouvelle Vague, el Cinema Nuovo o New Cinema en diferentes países–. Su concepto era ofrecer una perspectiva de consumo de cine con un discurso humanista próximo a lo que sucedía en ese momento.

“Brasil venía saliendo de una dictadura militar muy fuerte en los años 60, y entonces mis primeras películas estaban comprometidas, de una cierta manera, con eso. Yo trabajé con la idea de construir un cine con la cara y los problemas de las personas, la historia del país, incluso satirizarlo”.

¿Qué lo hizo variar de tema?

Estuve trabajando durante ocho años en televisión, y en este período pude ver y vivir distintas problemáticas ambientales; me fascinó el tema y vi que como aspecto subyacente estábamos los seres humanos, como extensión de la naturaleza. Fue aquí donde conocí el libro La ostra y el viento, en el que me inspiré para hacer esa película.

“Sin saberlo, estaba creando una tríada que me inspiraría durante muchas otras películas”.

¿De qué se trataba?

La tierra, el mar y el viento. La tierra, en realidad, es más sobre la forma en que se vive en el interior de un país, las costumbres y cultura. De ahí hice el filme Inocencia.

“Luego tomé un mito amazónico sobre el boto, un animal que vive en el río, y que por la noche seduce y embaraza a las mujeres. Era, de cierta manera, una excusa para decir que la chica había quedado embarazada. Pero, en mi visión, esto tiene otro significado: el del extraño que viene a colonizar desde el otro lado del mar. Es una forma mitológica de representar la llegada de un extraño. El mar siempre está presente, es como un objeto de deseo.

“Y en esta novela, La ostra y el viento, se habla de lo mismo: el deseo lo da el viento. Habla del miedo de vivir, en una isla donde un padre quiere impedir que su hija conozca el mundo, pero ella se inventa una relación con el viento. Éste toca a su ventana, habla con ella, y es una relación donde ella descubre su condición de mujer”.

¿Cuáles son las tendencias actuales en el cine brasileño?

Tener una vocación crítica de la realidad. Esta tendencia no se perdió con el tiempo; nuestra generación heredó lo que hacíamos nosotros, claro, con un ángulo diverso. Pero existe este compromiso.

“Una de mis críticas es que tenemos un buen humor, pero eso no existe en el cine brasileño... ¡debería!

Vivimos con una situación cultural que nos aísla del resto de Latinoamérica, por el idioma, y el proceso de colonización ahí es muy fuerte. En cine y televisión, hay una maciza presencia de Estados Unidos. Por esto, el humor es un arma muy poderosa; creo que podemos ser bien humorados aún frente a una tragedia. Es una forma de ver, criticar, ironizar el entorno.

“Siento que el cine brasileño debe ser cortante, hiriente. Es nuestra realidad”.