Crítica de cine: vuelve Percy Jackson

Hijos de dioses Internet y mitología

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Los dioses son inmortales. De algunos se habla más que de otros. También hay diosas en muchas religiones y tampoco se mueren. Para verificarlo, ninguna divinidad se le escapa al cine y, en esta fecha, se exhibe la película Percy Jackson y el mar de los monstruos (2013), dirigida por Thor Freudenthal.

Con el joven Percy Jackson como héroe, hijo de Poseidón, este evento proviene de la literatura.

Mejor hablemos de subliteratura en onda de best-seller . Se trata de cinco novelas escritas por Rick Riordan, donde la mitología griega se entremezcla con el presente de Internet y con cuanta ocurrencia sea posible.

En términos económicos, el filme es sinergia entre el cine y el best-seller y no es más que la continuación de la cinta Percy Jackson y el ladrón del rayo (2010). De nuevo, el joven Jackson continúa su viaje épico para sellar su destino y, ahora, debe formar un buen equipo con sus amigos semidioses para recuperar el vellocino de oro, valiosa piel o vellón de carnero.

De esa manera, se ha de salvar el campamento mestizo (a los semidioses los llaman mestizos) y, además, se ha de detener el regreso de Cronos, titán de los titanes, quien se comía a sus propios hijos luego de derrocar a su padre Urano.

A Cronos lo destronaron Zeus, Hades y Poseidón, quienes lo enviaron al tártaro.

Ese tártaro es como el infierno del cristianismo, pero más tartárico que infernal. Aunque ustedes no lo crean, de ahí mismo está a punto de venir Cronos para reinar primero en Estados Unidos y luego en el mundo entero.

Solo el joven Jackson podrá impedirlo con la ayuda de sus amigos y de un simpático hermano cíclope que, de pronto, apareció en el cuartel de los mestizos.

Vista desde el género fantástico, la película hace de la tradición mitológica un tinglado de necedades que rayan no solo lo absurdo, sino también lo bufo.

Con tal derrotero, la trama pierde muy fácilmente su lógica interna y debe forzarse a sí misma para darle aire a los lances que conforman la aventura.

Los personajes están diseñados al albur, a lo que salga, como dice el refrán: “Con velo y corona, pero con trasero de mona”. De ahí que las actuaciones sean tan superficiales. Sí, parece filme hecho a la carrera, hasta con sus efectos visuales tan poco convincentes, que más parecen fuegos fatuos.

No hay duda que a la maquinaria hollywoodense le faltó aceite en cantidad para sacar adelante un producto juvenil capaz de ser, por lo menos, respetado por la crítica y más gustado por el público. Aquí se cumple aquella frase de que cuanto más comercial sea el libro, más decepciona verlo como película.

El guión es ridículo e incoherente, confuso e inconexo, por lo que se muerde la cola a cada momento.

La dirección artística se muestra escasa en creatividad y los efectos visuales resultan menesterosos. La música es del todo arbitraria, o sea, sin relación perfecta con lo visual-narrativo. El montaje (edición) muestra grietas de principiante y la fotografía es opaca con su sensibilidad.

Es difícil encontrarle a este filme alguna razón para recomendarlo. Ni siquiera su 3D, hecha en la posproducción, apenas para elevar el costo del boleto. Lástima que Cronos no llegara a comerse esta película, porque nos habría salvado la tanda.