Crítica de cine: ¡Qué dilema!

La mujer infiel Veneno en la cola

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He aquí el argumento de una película que, si hubiese sido drama o melodrama, podría haber dado buenos frutos, pero como comedia se convierte en solemne fiasco, o sea, da más jugo una semilla de zapote. Hablo del filme El dilema (2011), que se ofrece con la importante rúbrica de Ron Howard como director y con un elenco atractivo desde la publicidad: Vince Vaughn, Jennifer Connelly, Kevin James y el regreso a la pantalla grande de Winona Ryder.

A la película de nada le valió tanto estrellato. Winona Ryder, después de sus líos cleptómanos y otros más, tuvo un papel corto en la reciente y exitosa película El cisne negro (2010), pero es con El dilema donde vuelve a exhibir sus comprobadas posibilidades histriónicas.

Por supuesto, como sucede con los atletas, la señora Ryder necesita correr más pista para volver a ser la gran actriz que conocimos en el pasado. Con todo, aquí, ella es la mejor del elenco, como una mujer terriblemente manipuladora y engañosa que le pone los cuernos a su esposo, precisamente cuando este se encuentra a punto de descubrir un motor de sonido ronco y fuerte para los autos eléctricos, lo que renovará la industria automotriz.

Según el filme, el marido tiene sus “descuidos” con el matrimonio y ello justifica a la esposa. El consorte, Nick, aparece encarnado de manera monocorde por el actor Kevin James, quien no sale de una sola presencia histriónica, como maniquí en ventana. Vuelta a la trama, resulta que el mejor amigo de Nick y su socio en la empresa, Ronny, descubre lo que hace Geneva (la esposa infiel).

De ahí va toda la película: ¿debe un “compa” decirle a su mejor amigo una noticia de este calado? Ronny no se anima; entonces decide tomar diferentes pruebas del romance clandestino de Geneva. Esto solo va complicando la situación. Es lo que en comedia se llama slow-burn. El slow-burn es un tipo de efecto cómico que consiste en el lento, pero irremediable deterioro de una situación que inicialmente parecía muy sencilla. Solo que en El dilema (en sus 112 minutos) esta supuesta humorada narrativa es cada vez más pesarosa, compungida y aburrida. Esto se le pega en la cara al actor principal, Vince Vaughn, quien sigue con su personaje con un desgano tal que pareciera sentirse a la fuerza dentro de la película. Lo cierto es que el filme es poco chistoso, por más que busca el efecto cómico. Como comedia, este largometraje se pulveriza solo y, si no se cae de golpe, resbala de manera inevitable. O sea, esta supuesta comedia no logra abrirle a uno el apetito ni poniéndole naranjita agria. Es también –por esta ruta– que se nos vuelven antipáticos los personajes llamados a generar risas en los espectadores.

Se salva un tanto la actriz Jennifer Connelly, como la novia de Ronny, quien ve pasar las cosas con ingenuidad y sin comprenderlas. Lo hace bien esta singular actriz, pero no es suficiente para que suenen ajustados los motores de este filme. Hay un momento en que el desgano se le pega a uno, sí, a tal punto que no tienen ustedes idea lo que me ha costado sentarme a escribir esta crítica. Como en la cola va el veneno, solo les digo: gratis es cara esta película.