Crítica de cine: Mujer con coraje

En aras de un ideal ¿Qué le pasa al filme?

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El cine biográfico (llamado en inglés biopic ) bebe de las aguas literarias del movimiento romántico, más concretamente del llamado subjetivismo romántico, que toma el drama de un personaje para reproducir y analizar el estado de un país y los hechos políticos o materiales que lo manifiestan.

Eso pretende lograr la película Amor, honor y libertad (2011), dirigida por el francés Luc Besson, quien antes había anunciado su retiro del cine como realizador, lo que parece no se va a cumplir. Se trata de una coproducción franco-británica. El filme narra la valiente lucha política de la conocida activista birmana Aung San Suu Kyi y su relación familiar con sus hijos y con su esposo, experto en temas tibetanos, el británico Michael Aris.

Como se sabe, la mujer fue arrestada en 1989 por liderar la oposición a la dictadura militar de su país. Recibió el premio Nobel de la Paz en 1991, cuando aún permanecía bajo arresto domiciliario. Sobre el asunto político, la película es bien débil con sus conceptos y no hay mayor análisis sobre el tema. Se limita a mostrar la crueldad de una fuerte dictadura.

El talón frágil. De esa manera, el director Luc Besson y la guionista Rebecca Frayn soslayan algo tan importante que –aquí, a lo sumo– parece un funcional decorado de una cinta animada. ¡Tremendo desfase! Muchos de los aspectos narrados son llevados así a lo superficial. El filme, por secuencias, no puede evitar quedarse en el melodrama ante la pérdida del dato histórico-político.

Este es el talón frágil de la película. A lo sumo, Luc Besson muestra algunas escenas de luchas populares groseramente reprimidas por el ejército, ahí, en las calles de la capital birmana. Sin entenderse el porqué, Besson prefirió acentuar la definición de su personaje, Aung San Suu Kyi, por contraste con las situaciones caseras (su esposo como “otro” protagonista).

Hay un momento en que dicho personaje masculino, el doctor Aris (mala actuación de David Thewlis), le dice a su esposa Suu que algunas personas la ven como santa. La verdad, es la propia película quien la pinta con santidad poco creíble, por lo que –más que biografía– la cinta parece una hagiografía.

Con Harry Potter. Para insistir en la actuación deficitaria de David Thewlis y en sus muecas o pucheros constantes, me parece que él se sintió aún metido en una aventura con Harry Potter. No entiendo la anchurosa presencia que el guion le da al personaje del doctor Aris. ¿Qué, no había más qué decir de Aung San Suu Kyi?

El trabajo de la actriz Michelle Yeoh sí está a la altura de su personaje, con momentos muy logrados (inolvidable cuando Suu recibe, en su soledad, la noticia de la muerte de su esposo).

La sólida presencia de esta actriz reitera mi duda: ¿por qué tanta pantalla al personaje del esposo?

Tengan seguridad que la situación política de Birmania, país del sudeste asiático también conocido como Myanmar, es más compleja o menos esquemática de lo que se ve en el filme. La película le huye a este asunto no solo para ser melodrama, sino también por eficacia comercial: convertir lo más sentimental de los sentimientos en utilidad boletera.

¿De lo que he escrito, algo le quita importancia a la película? De ninguna manera. Le quita calidad narrativa, fuerza dramática y riqueza conceptual, pero es siempre un filme útil por la función social del arte: está a favor de los valores humanistas que por ahí se cuelan.

Amor, honor y libertad es película sobre el coraje humano, pero narrada sin coraje. Es cinta sobre la fuerza del sacrifico en aras de un ideal, pero sin igual fuerza en pantalla. Es filme sobre una mujer excepcional, vista de manera más bien simple. Es película majestuosa que logra aburrir por tramos.

Así vista y analizada, prefiero recomendarla y pensarla como una película apenas buena que, a todas luces, pudo ser mucho mejor.