Crítica de cine: ‘McFarland: Sin límites’

En un pueblo agricultor hay poco futuro para los latinos, pero un día deciden correr y todo cambia

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La frase no es enteramente original, pero no por eso es menos válida: si exceptuamos su cine animado, los estudios Disney parecen llamados a embutir el cine actual con filmes cursis.

De ahí la aprehensión que siempre tengo con ese sello cada vez que debo ir a ver una de sus películas con actores. Sin embargo, hoy, la objetividad me obliga y acepto que su más reciente película está bien.

Se trata del filme McFarland: Sin límites (2015) , dirigido por Niki Caro. Me sospecho que la mano de esa buena directora neozelandesa ha sido cardinal para que dicho filme no haya sucumbido al tratamiento cursi, burgués y patriotero que los guionistas de Disney le dan a sus relatos fílmicos casi siempre.

A Niki Caro le deberemos, por siempre, esa admirable película suya que es Jinete de ballenas (2002) y, de ella, recordamos su compromiso social con el filme titulado North Country (2005) .

Aún así, McFarland: Sin límites tiene algunas secuencias disneyanas , con presencia del melodrama fácil y del mesianismo patriotero. De hecho, el filme en inglés se titula McFarland USA .

¿Por dónde va la procesión? La trama se basa en una historia real, al final documentada con fotos de los sujetos históricos. Sucede en 1987, en un pueblo del valle central de California. Es un pueblo olvidado, especie de bolsón pobre en Estados Unidos. Se llama McFarland.

En ese pueblo agricultor la mano de obra es latina, con los dilemas que viven los latinos en dicho país, para quienes “el sueño americano” está más cerca de ser una pesadilla. La directora Niki Caro evita ser complaciente y muestra la dureza de las condiciones de vida del lugar.

Es cuando llega el entrenador Jim White (Kevin Costner) con su familia. White anda tras estabilidad laboral y acepta ser secundaria de dicho pueblo.

Al tiempo, con las dificultades del caso, White hace un equipo de cross-country para correr en los campeonatos californianos. Nosotros vemos la dureza de esa decisión, no solo para White, sino, sobre todo, para los jóvenes integrantes del equipo, quienes deben alternar entrenamientos con la dureza de sus trabajos.

Por ahí se cuela alguna subtrama muy a lo Disney no hay más que aceptarla; pero la directora Niki Caro no suelta la tensión dramática de su historia y la maneja con acierto y aquí, sí, aquí, sin licencias.

No se trata del éxito individual que tanto pregona Disney con su cine. Esta vez no. Por eso, vemos la maña colectiva y latina del poblado de McFarland para alcanzar aquello que, al fin, puede dignificarlos en un país de blancos, donde estos viven en mejores condiciones y estudian en mejores institutos.

El relato se estructura bien, con un buen equipo de actores latinos y con un trabajo que hace rato no le veíamos al actor Kevin Costner, así de bueno, posicionado con su personaje y bien secundado por la actriz Maria Bello, como la esposa del entrenador Jim White.

Interesante la película, válida, entretenida y, aunque no lo hubiera imaginado antes, por aquello del mentado asunto Disney, la recomiendo.