Crítica de cine de ‘Venom’: Humor sin veneno

Sigue la lista de estrenos de películas mutantes que vienen de un cómic.

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Aquello de que en una misma persona haya dos identidades en contradicción es lo que se llama ahora trastorno disociativo de la identidad. De alguna manera, esto es lo que le sucede al periodista Eddie Brock por querer ser más detective que reportero.

Resulta que Eddie tiene una continua picazón por cierta “roncha” con la Fundación Vida y con los experimentos que realiza su director, el científico Carlton Drake, sin ética alguna, por mejorar la raza humana. Drake utiliza a indigentes como cobayas para sus experimentos, al estilo nazi por su crueldad.

De lo que hablo es de un pésimo filme en cartelera titulado Venom (2018), así, a secas, dirigido por Ruben Fleischer. Según la trama, para sus experimentos, la Fundación Vida tiene en sus manos un ente alienígena llamado Venom. Es parasitario.

El tal Venom logra meterse en el cuerpo de Eddie y hacer que este se comporte de manera disociativa. Venom y Eddie nos recuerdan bastante al doctor Henry Jekyll y a Edward Hyde, personajes de la novela gótica de fantaciencia escrita por Robert Louis Stevenson que muchos habrán leído.

No debo creer que los lectores de un cómic tras otro estén informados de tal novela, porque ellos prefieren ser seguidores de superhéroes o de sujetos como Venom, ya sea que este aparezca en el ambiente del Hombre Araña o se le vea solito (como en este caso).

Lo cierto es que el sincretismo entre Venom y Eddie le da pretexto a la trama del filme, aunque esta se estructura de manera aletargada y con vacío temático sobre asuntos ahí sugeridos, como la ética científica, la lucha entre el bien y el mal en un solo solo sujeto (lo llaman simbionte) o el papel del amor como redención ante la tragedia. Esta película es harto superficial.

En general, Venom no solo falla como cine de acción, sino también con su pretendida fusión de comedia con horror. Esta película insiste en hacerles fácil el camino a los seguidores de superhéroes en cine: eso que ahora llaman “universo”.

Lo peor de Venom es la cobardía de sus productores al suavizar el personaje para, así, repetir moldes de este género: es como amansar un caballo chúcaro para pasearlo en un tope. Las malas actuaciones del elenco contribuyen a ese objetivo.

Este tipo de cine nace y muere a cada película. Cada filme es el único referente que tiene su público joven: de un filme se deduce otro y así se completa el tal “universo” ese. Según sea el espectador, algunos jóvenes se sienten “inteligentes” desde este tipo de cine, porque sus inferencias culturales no van más allá de cualquier superhéroe. Ello es lamentable.

Si llega a darse una secuela de esta película es fácil suponer que será mejor, tan malo es el filme que hoy se estrena. Me avisan.