Crítica de cine de 'Las horas más oscuras': el cine puede ser cartilla histórica

En un mes nos han llegado dos películas sobre Winston Churchill, como si fuese asunto de moda.

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Voy con mi opinión a rajatabla: no creo que la figura de Winston Leonard Spencer Churchill sea tan importante a escala mundial, a lo sumo lo será para la historia inglesa, y lo digo sin menoscabar su actitud frente a Hitler, porque sí estimuló el valor del pueblo inglés en la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, paradoja, Churchill se llevaba bien con el fascismo de Benito Mussolini.

Lo cierto es que, en estos días, nos han llegado dos películas del Reino Unido sobre la figura de Mr. Churchill, útiles para la memoria colectiva inglesa, aunque no tanto para nosotros, porque ambas películas se mueven en el entrevero político de los laberintos anglointernos durante la Segunda Guerra Mundial.

La primera, titulada Churchill (2017), dirigida por Jonathan Teplitzky sin mayor pena ni gloria, pero con muy buena actuación de Brian Cox como Winston Churchill, ubica a dicho personaje con sus arrebatos emocionales y contradicciones alrededor del Día D, temeroso él de ser recordado como culpable de la muerte de miles de jóvenes.

La segunda, Las horas más oscuras (2017), dirigida por Joe Wright, muestra un Primer Ministro cascarrabias y prácticamente alcohólico, quien se enfrenta a sus colegas sobre negociar un tratado de paz con Hitler o de enfrentarlo en el campo de batalla. Lo encarna el actor Gary Oldman de manera repetida secuencia a secuencia, sin matices, encorsetado con rígido maquillaje. El señor Oldman, así, parece calabazo en remolino, que ni se hunde ni hace camino.

Acepto que esta película tiene buena banda sonora y soluciones visuales harto creativas en algunos momentos, que incluso sorprenden. Luego vuelve a quedarse en cartilla histórica para los ingleses, donde Churchill llama al nacionalismo británico ufanándose de su política colonialista y señalando que hasta el nuevo mundo (Estados Unidos) vendrá a ayudarlos en su victoria.

Tanto en este filme como en el anterior no se habla nada del papel soviético en la lucha contra el nazismo: ¿mezquindad?, ¿chovinismo? ¿Será porque Churchill predicó en su momento la idea de aniquilar a los bolcheviques?

Lo cierto es que Las horas más oscuras no sale de ese su círculo vicioso y del perenne licor en las copas de Churchill, así con la más total superficialidad y con la desaprovechada presencia de la actriz Kristin Scott Thomas como la esposa de Churchill.

Este filme es cine para el gusto inglés (mainstream británico), incluso con un paseo del político por calles londinenses y por el tren subterráneo, secuencia cursi que, en esta película, es algo así como que uno tenga hambre y le den bicarbonato. Júrenlo que pudo ser mejor filme, pero es de ese cine que se queda colgando con un pie en el estribo.

CALIFICACIÓN: Dos estrellas (**) de cinco posibles.