Crítica de cine de la película ‘Fuerza mayor’

La presencia del hombre en la familia es discutida por un filme lleno de nieve, drama y humor singular

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El patriarcado queda en alitas de cucaracha con la trama de la buena película Fuerza mayor (2014), dirigida por el sueco Ruben Östlun, nacido en 1974 y especialista en filmes de esquí. No solo el patriarcado.

Así, por ejemplo, en tremenda secuencia entre dos mujeres, de novedoso diálogo, no solo se discute sobre la importancia o no del hombre en la familia, sino también sobre la validez o no de la fidelidad en dicha institución social, en este caso, sobre la fidelidad o no de la mujer.

Las valiosas situaciones dramáticas de esta película, su casi espeluznante y virulento humor negro (adentrado en la sátira esperpéntica), tienen como causa, léase bien, un hecho natural: se trata de un alud de nieve en un hotel invernal de montaña mientras los turistas comen en el restaurante.

En el cine más comercial, ello habría dado lugar a imágenes y secuencias hinchadas y fachendosas, con mucha acción por computadora.

Sin embargo, con Fuerza mayor , al buen estilo escandinavo, tenemos un drama penetrante donde el humor igual refuerza el desarrollo de lo trágico.

El guion es del propio director quien maneja muy bien la progresión dramática, esa que se afinca en los sentimientos de los personajes, cuando un miembro de la familia, nada menos que el esposo y padre, huye de la avalancha nevada y abandona a su esposa e hijos.

Este acto tiene consecuencias imprevisibles que aquí no vamos a contar. Son las que le dan sustento, interés e inteligencia al argumento del filme, con resultados convincentes gracias al loable pulso narrativo que brota del talento del director Östlund.

Es cierto que Fuerza mayor , como relato, tiene algunas escenas “muertas”: están ahí, vacías, porque aportan poco o nada a la claridad y estructuración del conflicto. Sin esas “ociosidades”, el filme habría sido prácticamente perfecto.

Dentro de los méritos de esta película está la fina valoración y utilidad de los elementos visuales: vestuario, decorados, composición del encuadre, la luz, el color y los afinados movimientos de personajes dentro del encuadre.

Una de sus mejores imágenes la vemos cuando se recrea una especie de Piedad, donde la mujer, madre y esposa cubre a sus hijos y marido en medio del lloro colectivo.

Las emociones de Fuerza mayor se sostienen bien a lo largo del filme, apuntaladas en ocasiones por la más paradójica ironía. ¿Por qué? Porque son emociones de personajes bien diseñados en sus contradicciones “humanamente humanas”. Es historia contada con mucha agudeza. Aquí no hay derroche de esa tecnología que deslumbra sin aportar ideas.

Las actuaciones son excelentes. Dentro de ellas, la de la actriz noruega Lisa Loven Kongsli: ¡qué intensa ella sin gestos innecesarios!, siempre precisa. Por su parte, la música subraya bien lo emocional, con repetidos compases del Verano de Vivaldi como advertencia o leitmotiv (¡en invierno!) y con la suma de penetrantes efectos de sonido.

La historia dura cinco días. Así se narra, día a día, de manera circular y con un cierre que deviene relevante. No se pierdan esta película, advertidos quedamos.