Crítica de cine de ‘El club de las madres rebeldes’: Morderse la cola

Cuando las mujeres gustan de morder la fruta prohibida sin ton ni son, tenemos un filme sin sabiduría alguna

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Parece que estamos destinados a decir lo mismo cada vez que llega alguna comedia de Hollywood: ese género en dicha industria ya tocó fondo y ahí se estancó. Dichas farsas son como piedras en el puro fondo, que no saben lo que el Sol calienta. Esas comedias gustan de morderse la cola.

Para demostrarlo, nueva ocasión, ahí tenemos en cartelera una horrenda, zafia, estúpida y escatológica comedia titulada El club de las madres rebeldes (2016), dirigida por Jon Lucas y Scott Moore. Se trata de una débil mofa sobre la mujer como madre, tema visto con ridiculez pasmosa.

La trama narra los ires y venires de esas mamás profesionales que se ven encadenadas a su trabajo, a la crianza completa de sus hijos, a aportar económicamente al hogar y, además, aguantarse a un marido de esos que no sirven para nada. El filme pone las cosas en blanco y negro, sin matices.

Como hay más diablos que agua bendita, un día estas mamás se reúnen y mandan todas sus obligaciones a la porra. Como en la película no hay matices, nos dice que para soltarse de esas condiciones frustrantes, para las madres lo mejor es darle rienda suelta al vacilón que ha sido propiedad de los varones.

Eso de darle vuelta a la tortilla –según el filme– es que las mujeres se comporten como hombres exaltados y hasta violentos. El club de las madres rebeldes viene a ser, pues, el espacio liberador donde las mujeres ejercen la coprolalia (decir cochinadas a cada rato), se emborrachan, buscan ratos de cama con algún tipo, dejan a los hijos por la libre y otras conductas similares.

Dicen que el sapo se siente feliz cuando lo empujan al agua. Es lo que les sucede a estas mujeres; sin embargo, el tono de la película es más bien inofensivo, o sea, aporta poco a un tema sensible en la individualista sociedad de consumo actual. Si había la posibilidad de un filme de ruptura en los asuntos de género, qué va, el reduccionismo agota dicho tema con prontitud.

El nudo dramático del texto se evapora en especie de fuego fatuo, ahí nada queda, más que un relato mal narrado, de chistes burdos, de situaciones forzadas para que el público se ría y cargado de secuencias ralentizadas (cámara lenta o, como se dice ahora, “slow motion”).

Las actuaciones dan pena con personajes que parecen monigotes y Mila Kunis muestra, de nuevo, que no pasa de ser un rostro bastante hermoso. La música resulta excesiva y fuera de forma con respecto a las imágenes, con abuso roquero, y la fotografía va con parte, pero sin arte.

Parece que los directores y guionistas Jon Lucas y Scott Moore buscan especializarse en comedias bobaliconas sobre conductas irresponsables y es pronto para juzgarlos del todo. Veremos.

Con El club de las madres rebeldes lo peor es que, total, las cosas vuelven al nivel de antes: para la mujer es asunto de cambiar de pareja (ojalá un hombre más guapo) y de recordar la “fiestecita alegre” como un mordisco a la fruta prohibida, no más ¿Y diay? ¡Qué pendejada! Así no se vale.

Ficha técnica.

Título original: Bad moms

Estados Unidos, 2016 géneroGénero: comedia

Dirección: Jjon Lucas, Scott Moore

Elenco: Mila Kunis, Kristen Bell, Kathryn Hann, Christina Applegate

Duración: 101 minutos